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UD Las Palmas La contracrónica

El tamaño no importa

La SD Eibar, sin tanta pompa como Atlético o Barça, saca a la UD del campo

El Zhar, que entró en el minuto 57, perseguido por Dani García. QUIQUE CURBELO

A Mickey Rooney, que medía 1,57 metros y trazó una amplia carrera como actor en Hollywood, le gustaban las mujeres altas, voluptuosas y bien dotadas. Se casó nueve veces y, sólo por el primer matrimonio, ya se merece un respeto: se emparejó con Ava Gardner. Entre tanta boda, además, presumió de haber conquistado a bellezones como Marylin Monroe o Lana Turner. Hablamos, pues, de palabras mayores.

El ejemplo de Rooney, que murió hace poco más de un año, debería ser el leitmotiv de todo aquel poco agraciado que sale a la calle con la intención de ligar: a falta de hermosura y encanto, ser simpático y agradable despeja el camino -basta con hacer memoria y a todos nos asalta el recuerdo de alguna noche, sin importar el género, en la que alguien de hermosura distraída ligaba con el bellezón de la fiesta ante el resquemor general-.

Con el fútbol, como en el arte de cortejar, pasa algo similar. A falta de talento, a veces, para ganar basta con confiar en uno mismo y tener decisión. Y así, como Mickey Rooney, se las gasta la SD Eibar. Ni tiene el nombre ni acumula tanta calidad como el Real Madrid o el FC Barcelona, pero sabe a qué juega. Explota sus puntos fuertes, conoce la debilidad del rival que se cruza en su camino y es muy intenso. Tremendamente intenso. Y, con una tortilla compuesta por todo eso, anoche le levantó el premio a una Unión Deportiva Las Palmas de tono calamitoso.

Se las prometía felices el equipo de Paco Herrera después de dejar tiritando al FC Barcelona la semana pasada en el Camp Nou. Las sensaciones en el coliseo azulgrano habían sido buenas, la trayectoria del conjunto amarillo apuntaba al alza y en el horizonte aparecía un adversario de talla menor al vigente campeón de Europa.

Enorme -e inadmisible error- en Primera División, donde hasta el más tonto hace relojes. José Luis Mendilibar, con poco, ha levantado un monumento al fútbol. Cierto que la SD Eibar no toca y toca la pelota hasta sobarla para desarmar la resistencia del rival. No, no es el Bayern de Guardiola. También es incuestionable que la SD Eibar no acumula peloteros en sus alineaciones. No, se parece en nada al Real Madrid de los Galácticos. Tampoco brilla la SD Eibar por abrazar el juego de asociación como bandera. No, ni siquiera pretende parecerse al Celta de Berizzo. Pero, más allá de cuestiones estéticas, la SD Eibar que ha armado Mendilibar juega a lo que sabe y con lo que tiene: es vertical al recuperar la posesión del balón, reduce los espacios cuando le toca defender su portería y a todo le pone intensidad. Y por ahí, solo por eso -como el seductor poco agraciado que ronda por su capacidad de sacar sonrisas- fue infinitamente mejor que Las Palmas.

En la séptima fecha del calendario, en un partido inédito en la máxima categoría y ante un rival sin mucha pompa, la UD -tal vez- entendió de qué va la Primera División. No fue ni en el Vicente Calderón ante el Atlético de Madrid ni contra el Barça en el Camp Nou. Ni siquiera sucedió frente a un Sevilla FC mortecino ni delante de un RC Celta pletórico. Ante la SD Eibar, un modesto, Las Palmas aprendió una interesante lección: en el fútbol, en esta Primera División, en este desafío por la permanencia, el tamaño no importa. Es una cuestión de saber explotar tus propios recursos.

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