Paco Herrera nunca había estado en puestos de descenso a Segunda División después de siete jornadas en la máxima categoría. El entrenador amarillo tiene otras dos experiencias en la elite, con el Numancia en la 2000-01 y con el Celta de Vigo en la 2012-13. Y con ambos lograba el objetivo a estas alturas del curso. Con el cuadro soriano sumaba 7 puntos mientras que con el conjunto vigués, al que ascendió, firmaba un excelente comienzo con 9 puntos en las primeras siete fechas de competición. El balance es inferior en este curso con la UD Las Palmas, equipo que suma cinco puntos en la actualidad.
No acabaron bien las anteriores etapas de Paco Herrera en Primera División, si bien las dos destituciones que acumula fueron muy discutidas. Al Numancia llegó para sustituir a Andoni Goikoetxea, que firmó la permanencia el curso anterior. Era su estreno en la máxima categoría tras una larga y fructífera trayectoria en Segunda. Pero el conjunto soriano no tuvo paciencia con él y le destituyó a las doce jornadas, cuando llevaban once puntos y se encontraban fuera de los puestos de descenso. Una decisión que no trajo consigo buenos resultados y que más tarde se demostraría que fue fallida.
Tres victorias en Vigo
Y es que el Numancia acabó la temporada como colista. Cogió el testigo García Remón, que no consiguió mantener la línea. De hecho a cinco jornadas para el final el cuadro rojillo ya estaba a seis puntos de puestos de permanencia.
Tras salir del Numancia relanzó Paco Herrera su carrera en el Albacete y Polideportivo Ejido hasta que le reclamó su amigo Rafa Benítez para ayudarle en el Liverpool. De vuelta al ruedo de los banquillos, tras positivas experiencias en el Castellón y el Villarreal B cae en el Celta, donde firma un gran ascenso a Primera.
En Vigo logró la reconstrucción de la entidad e inició un trabajo que continuaron posteriormente Luis Enrique y ahora Berizzo. Después de sus siete primeras jornadas en la máxima categoría llevaban nueve puntos gracias a tres victorias en casa ante Osasuna, Getafe y Sevilla. Todo pintaba bien, pero en la fecha 24 fue destituido cuando se encontraban a cuatro puntos de puestos de la permanencia. Llegó Abel Resino y al Celta le costó, pero gracias a dos triunfos en las dos últimas jornadas se salvaron sobre la bocina.
