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Mutación hacia el horror

La UD naufragó en su vuelta al 4-3-3 con una puesta en escena repleta de imprecisiones en defensa

El extremo de la UD Nauzet Alemán, que ayer debutó con la UD en Primera, en el Coliseum. Detrás, Paco Herrera. LOF

Retrato del horror. El hundimiento de la galaxia amarilla. Viaje en primera clase hacia ninguna parte. La UD volvió a lucir su mandíbula de cristal en una puesta en escena infame (4-0). Recibió dos puñaladas en un margen récord (3' y 11') y escenificó, una vez más, su inoperancia ofensiva con 3 tiros -Garrido, Viera y Bigas- en su odisea de 80 minutos por encontrar la luz. La catarsis llegó con el bocinazo final (86' y 93'). Scepovic disparó el drama de un navío al filo del abismo.

El arsenal de pólvora azul terminó triturando la pizarra de Herrera, que había catalogado el enfrentamiento de final. Es el principio de una condena. En el infierno del Coliseum, el preparador amarillo agitó la pizarra y adelantó la revolución táctica -que había pronosticado para el choque ante el Villarreal en el Gran Canaria (25 de octubre). Pisó el Coliseum con el 4-3-3 que abrió la puerta del paraíso en el ascenso. Además, entregó la titularidad a dos debutantes en esta edición liguera como Garrido (lateral zurdo) y Nauzet Alemán (extremo derecho, que por fin besa la Primera con la UD). Bajo una media mediocre, los abanderados también fueron arrollados por una pesadilla.

El lateral quedó señalado en la acción del 2-0, al padecer la tortura de Pedro León, que firmó un centro perfecto para Sarabia tras un repertorio de quiebros. En relación al francotirador Nauzet, completó un disparo con cianuro y se ofreció con entereza. De lo poco potable de una fiesta del despropósito y acabó sustituido en el 68, para dar entrada al genio Valerón.

La mutación táctica, con una falta de intensidad deplorable de la zaga, terminó en fiasco absoluto. De jugar con tres centrales (3-4-3), la idea inicial salvo en la tercera jornada ante el Celta (y que tumbó al Sevilla), a una proposición inofensiva (4-4-2). Un giro infernal. Fue un ejercicio de impotencia con Culio en su día más negro. Wakaso, que vio la quinta amarilla, duró 45 minutos en otra actuación de empeño sin control. El balón fue amarillo -ayer de rosa- pero no había material pirotécnico. Roque, Wakaso, Culio, Viera, Araujo y Nauzet -con las galopadas de Simón y Garrido- trataban de poner en jaque la propuesta de Fran Escribá con un fútbol previsible. Sin mordiente.

Consecuencias y desastre

El cambio de dibujo no vino acompañado de fantasía ni desborde. El Getafe, muy cómodo tras el 2-0, se encontró el escenario perfecto. Y a un rival sin pegada (el último tanto fue de Viera en el Camp Nou en la sexta jornada). Han pasado 182 minutos desde el último misil de gloria. Las entradas de Willian José, El Zhar y Valerón apenas cambiaron la película. El delantero brasileño fijó a los centrales Vergini y Alexis y generó espacios para Araujo. Pero el pistolero argentino atraviesa un momento delicado, con solo un tanto, es una de las víctimas de la sequía amarilla. Su instinto asesino se ha esfumado, y ante el meta Guaita desertó al no lucir su bazoka de fuego en la batalla.

Con los cambios, Herrera le dio otro giro de tuerca al dibujo (terminó con un 4-2-3-1). Willian José se quedó como la pieza más adelantada, escoltado por El Zhar, Valerón y Viera. Roque (80'), tras la roja de Culio, figuró como el timonero bajo la tempestad. Un final calamitoso, con una UD devorada por sus dudas. Presa de una incertidumbre existencial, sin rumbo, recibió un baile del Getafe. El bloque azulón recurrió a dos pilares básicos: pegada y orden. Valores que se han esfumado del ecosistema Herrera, que ayer mutó hacia el infierno. Al filo del acantilado, la UD ha perdido el norte. La raíz del problema va más allá de una mera concepción táctica. Se atisban signos de hastío en el verde ante la falta de soluciones. Bienvenidos al planeta caos.

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