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Un divorcio que venía de lejos

Desde el ascenso club y técnico sumaron varios desencuentros que han acabado con el despido

Un divorcio que venía de lejos

Cuando la temporada pasada la UD Las Palmas se quedó en Leganés sin opciones de ascenso directo y analizó el futuro de Paco Herrera, los resultados no fueron definitivos. Había confianza y buena sintonía entre el entrenador y los principales responsables deportivos del club, que optaron por su continuidad. Desde entonces, a pesar del ascenso, ese entendimiento ha cambiado por completo y resultó clave para que ayer, en una nueva reunión para decidir el futuro del entrenador, la entidad se decantara por la destitución. La relación se había enfriado desde la fecha del regreso a Primera División y así, la paciencia que sí hubo el curso pasado no existió ayer.

La decisión fulminante no es consecuencia solo de los resultados, pues al fin y al cabo el equipo está a tiro de puestos de salvación. La goleada en Getafe fue el punto final de una división que se fue agrandando desde el 21 de junio. La fractura la ha generado sobre todo la configuración de la plantilla, pero las brechas han sido múltiples. La política de renovaciones, el sistema táctico, los entrenamientos, el tratamiento a las indisciplinas, el control del vestuario y hasta el estado del césped han sido los focos de una división insostenible.

La elaboración de la plantilla es la que más repercusiones ha tenido sobre el terreno de juego. Y ahí, el centro del campo se ha llevado la palma. Desde el comienzo de pretemporada, incluso desde el curso pasado, Paco Herrera ha insistido en numerosas ocasiones en la ausencia de un sustituto natural para Javi Castellano. La lesión del gemelo en la semana previa al cierre del mercado agravó esa carencia y aún así no llegó un fichaje. El club negoció la incorporación de Pape Diop, pero finalmente llegó Wakaso, otro centrocampista, como el caso de Hernán Santana, que ha sido reconvertido a mediocentro defensivo por las circunstancias.

La dirección deportiva no atendió a la petición de Herrera al considerar que el centro del campo de la UD es "muy potente para nuestras posibilidades", declaró Toni Cruz el día de la presentación de Willian José, antes de la lesión de Javi Castellano. Fue uno de los primeros capítulos de la falta de entendimiento entre los dos estamentos, y seguramente es el que peores consecuencias ha tenido en el terreno de juego.

Confianza en los fichajes

Sí hubo sintonía en las incorporaciones que llegaron, pues Paco Herrera puso en liza a todos en este inicio de curso. Incluso Javi Garrido, el único que quedaba por estrenarse, fue de la partida en Getafe. Mientras, Javi Varas, Alcaraz y Bigas han sido indiscutibles mientras han estado disponibles, y tanto Willian como El Zhar se han convertido en recursos habituales para las segundas partes. Wakaso, el último en llegar, también ha recibido el respaldo de Herrera, que sin embargo ha echado de menos más incorporaciones.

Otra de las brechas ha estado en la política de renovaciones. El entrenador no ha tenido problemas a la hora de expresar que desconocía que Roque había firmado un nuevo acuerdo o que Tana estuviera negociando una prolongación de su contrato. Incluso evidenció que no fue informado de la llegada de Luis Helguera a la dirección deportiva. Y dos de los jugadores por los que más ha apostado el club este verano, Vicente Gómez y Asdrúbal, han quedado relegados. Mientras el de Schamann ha participado en apenas dos encuentros, el de Guanarteme todavía no ha ido ni siquiera convocado.

El capítulo de la renovación de David Simón también evidenció que la comunicación era nula. Y es que Herrera se enteró a través de los medios de que el lateral no iba a ser inscrito en la Liga como arma en la negociación, algo que el club corrigió tras el cabreo del técnico.

Ocurrió en medio de una pretemporada con muchos otros episodios de desentendimiento entre el club y el entrenador que llevó a Primera a la UD Las Palmas. El equipo acabó disputando un solo amistoso ante un rival de Primera y realizó desplazamientos incómodos, como el viaje entre Madeira y Almería. El enfado en cuerpo técnico y plantilla fue monumental cuando se enteraron de que el club planeaba un vuelo de Madeira a Lisboa y desde allí desplazarse en carretera hasta la otra punta de la Península. Finalmente, como ocurrió con la renovación de David Simón, el club modificó su postura y contrató un vuelo chárter. Aún así, el número de amistosos y la entidad de los rivales no fue del agrado del cuerpo técnico.

Gestión del grupo

El estado del césped, tanto en el Gran Canaria como en Barranco Seco, ha sido otro de los focos del divorcio. Ha repercutido directamente en los partidos y en el día a día del equipo, que esta semana volverá a entrenar en Maspalomas, donde la UD está de alquiler. Allí, el primer equipo se ha entrenado en estas dos últimas semanas y en el club consideran que se realizaron pocas sesiones, sobre todo teniendo en cuenta el cambio de sistema planteado en Getafe.

También hubo una fuerte división de opiniones en la gestión de grupo, pues Paco Herrera quiso multar a varios jugadores -Araujo y Nauzet, entre otros- por llegar con sobrepeso a la pretemporada y por salidas nocturnas, pero el club no siempre lo consideró oportuno. La autoridad del entrenador en el vestuario quedó en entredicho y la relación con la entidad se descosió poco a poco.

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