Brillaba el sol y el césped del Estadio de Gran Canaria lucía algo mejor que en los últimos días. El esfuerzo de los técnicos de la empresa encargada del mantenimiento del verde -llevan más de dos semanas esforzándose en que el tapiz del recinto de Siete Palmas entre cuanto antes en un estado óptimo para el fútbol- ha tenido frutos. La mayoría de las calvas habían disimulado su aspecto y estaban mejor pobladas de hierba. La imagen de la izquierda corresponde al mediodía de ayer, cuando la tromba de agua que inundó Gran Canaria aún no había aparecido por la parte alta de la capital. Hoy queda por ver si el efecto del enorme chaparrón que cayó con mayor intensidad en el norte de la Isla ha dañado al césped del Estadio, que había sido tratado con mimo hasta que en la tarde de ayer, la lluvia sorprendió a todos.