La Provincia - Diario de Las Palmas

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La crónica (14ª jornada)

Sanabria desnuda a la UD

Tres goles del delantero paraguayo del Sporting dejan al equipo de Quique Setién en una delicada situación (3-1) - La expulsión de Aythami, en el minuto 70 y con 1-1 en el marcador, marca el duelo

El centrocampista de la UD Hernán Santana toca de cabeza el esférico, ante la presión de Castro. Alberto Morante/EFE

Si el partido de anoche en El Molinón era una final, la Unión Deportiva Las Palmas entonces tiene un problema serio. Ante un rival directo, de mismo pesaje y similares circunstancias, el equipo de Quique Setién sufrió un ataque vértigo que evidencia problemas en su estructura más graves que las grietas que se ven sobre la superficie. En un partido resuelto como una pelea callejera, a todo trapo, sin medias tintas, a navajazos y pecho descubierto, el conjunto amarillo se mostró débil: frágil cuando el adversario llevó el duelo a su terreno y enclenque cuando tuvo la pelota y el escenario era ideal para sus intereses, una situación favorable que se evaporó tras la expulsión de Aythami Artiles en el minuto 70 y con empate aún en el marcador (1-1). Luego, el descalabro total: dos goles de Sanabria, a dos pases de Jony, que dejan a la UD en el fondo de la clasificación y muy tocada anímicamente.

No inventó nada Quique Setién al plantarse en El Molinón. Del once titular, lo esperado. Garrido, y no Hernán, fue el compañero de baile de Aythami Artiles en el eje de la defensa y El Zhar recuperó su plaza en el extremo derecho. En el resto de posiciones, esparcidos a partir del orden impuesto por el entrenador cántabro desde hace semanas, formó un grupo de futbolistas que empieza a dar continuidad a una idea fija. Vicente tiene voz de mando en el centro del campo, Roque da sentido de verticalidad al juego, mientras que Tana y Jonathan Viera tienen licencia para mezclar arriba -o bien para buscar a Araujo o bien para desequilibrar en solitario-. Así, Las Palmas había mejorado su cara durante las últimas semanas y así, sin sorpresas mayúsculas en la alineación pese al buen rendimiento ofrecido por la segunda unidad en la Copa del Rey ante la Real Sociedad y con las partituras muy claras sobre el atril, se plantó en Gijón para retar al Sporting y jugar un duelo que, en diciembre, ya tenía cierto aroma a final.

En medio de esas primeras angustias clasificatorias, anoche, en El Molinón, chocaron dos mundos diferentes. Y eso dejó un partido enorme, más por la disparidad de recursos utilizados que por el talento a disposición de cada causa. Ante la propuesta de fútbol de asociación de la Unión Deportiva, con pausa y orden para ganar terreno línea a línea, el Sporting de Gijón propuso todo lo contrario: caos y ritmo para llevar el pulso al filo del precipicio. Y ahí, subido una especie de montaña rusa, en un encuentro de ida y vuelta, jugado al límite, de ritmo trepidante, peleado a todo trapo, sin concesiones ni respiros ni tiempo para hacer prisioneros, de puro vértigo, el equipo rojiblanco fue mejor y salió airoso. Fue más intenso cuando el asunto se puso bravo, estuvo más acertado en cuestión de pegada y cometió menos errores. El abecé para salir triunfador en este tipo de escaramuzas.

La pelota generó la primera colisión de estilos. La Unión Deportiva la quiso para sí, cosida al pie; y al Sporting, vertical como una jauría de lobos, le sobraron los preliminares con el balón. Intentó el conjunto amarillo poner su maquinaria en marcha, con Vicente, Roque, Viera y Tana mezclados en el centro del campo con la tarea de habilitar pasillos por los que hacer circular el juego como bandera. Pero lo que se toparon por allí los mediocentros de Las Palmas fue un campo de minas. Ante un rival montado, pieza a pieza, para presionar, robar el balón y salir disparado hacia la portería del rival, el duelo se convirtió en una especie de fiesta patronal para un Sporting que mordía en cada acción.

Rival vertical

Abelardo, que varió la disposición de su zaga al desplazar a Luis Hernández al lateral derecho y fijar a Meré -de 18 años- como uno de los centrales, juntó en ataque a sus cuatro futbolistas más determinantes, Jony, Halilovic, Sanabria y Ndi -tras ocho meses apartado del equipo por declararse en rebeldía contra el club, el camerunés volvió al once titular-, y ordenó que la pelota cayera cuanto antes en las botas de alguno de ellos. El plan, tan sencillo como rudimentario, fue ejecutado a la perfección. Con una defensa adelantada, donde el colombiano Bernardo ejerce de jefe y los movimientos corales se completan con precisión milimétrica, el Sporting llevó a Las Palmas a una trampa: achicó espacios, redujo el campo de acción, convirtió la medular en una ratonera y tiró de pico y pala para sacar del partido, durante un buen rato, a un rival desubicado por tan poca cortesía.

Halilovic, tan talentoso como individualista, fue el primero que puso en un apuro a la UD. Fue en el minuto 8 y en un contragolpe de manual. Bernardo pescó la pelota cerca de la zona ancha y lo entregó con rapidez para que Mascarell, casi como un autómata, lanzara el contraataque con un balón en largo hacia la banda derecha, por donde apareció el futbolista croata -cedido por el Barça- que, en el espacio de una baldosa, le tiró un caño a Dani Castellano y forzó un córner que acabó con un cabezaco de Meré al larguero.

El empuje del Sporting desarmó a Las Palmas, que perdió el balón, la posición y el norte para acabar persiguiendo sombras durante un buen rato. Fue en ese primer acto en el que Jony y Sanabria marcaron la primera muesca del día en sus botas: en el minuto 17, Jony se fue de David Simón -que se trastabilló y no pudo seguir la jugada- y, ya dentro del área, se sacó un chut, duro y por abajo, que Javi Varas no atajó. El despeje del portero andaluz cayó a los pies de Sanabria que, en boca de gol, sólo tuvo que empujar el balón para firmar el 1-0.

El golpe, entre el ímpetu local y el tanto del atacante paraguayo, no desfiguró a la Unión Deportiva. Al mismo tiempo que el Sporting -generoso en el esfuerzo- perdía fuelle, al conjunto Setién le duraba más la posesión de la pelota. Vicente se armó en el centro del campo, Roque empezó a adelantar metros y Jonathan Viera se descolgó al centro para ayudar a superar la presión rojiblanca. Y, en ese escenario y salvo dos contras lanzadas por Halilovic (mins. 30 y 35), a Las Palmas se le empezó a sentir cómoda pese a la desconexión de Araujo, que parece vivir en un mundo paralelo al que desarrolla el resto del equipo, y la intermitencia de Tana.

De tanto tener el balón y de tanto empujar, al Sporting no le quedó otra que recular. Y, en ese movimiento, a Garrido -de oficio, lateral izquierdo- le dio por descolgarse y dibujar un centro perfecto desde la banda que Nabil El Zhar, tras marcarse una diagonal de velocista, remató en el corazón del área y entre los centrales del cuadro asturiano para superar a Cuéllar y marcar el inicio de un partido nuevo (1-1, min. 38).

El gol de El Zhar amansó al Sporting, que de repente perdió todo el brío. Y multiplicó la autoconfianza de Las Palmas, que llevó el partido a su terreno: tocar y tocar. Durante 25 minutos, los primeros de la segunda mitad, en El Molinón, se jugó a lo quiso la Unión Deportiva que, con todo a favor -con el desarrollo del partido en el punto de cocción que más le convenía y ante un adversario repleto de dudas-, fue incapaz de encontrar el camino para firmar su primer triunfo fuera de casa. El equipo de Setién, al final, cayó en Gijón por un cúmulo de errores propios: por un exceso de horizontalidad en el juego, por una mala selección de cambios -Culio ni igualó ni mejoró el rendimiento de Roque- y por el cante que dio Aythami en el minuto 70 que, con una tarjeta amarilla, cometió una dura falta sobre Jony en el centro del campo y acabó expulsado. Ahí, para Las Palmas, se acabó la fiesta.

Momento clave

El Sporting, con superioridad numérica y ante un rival sin centrales, olió la sangre. Halilovic y Jony abrieron el campo hasta el extremo por las bandas, Mascarell y Nacho Cases subieron un punto la intensidad en la medular -donde Valerón sufría sin el balón- y lo que llegó después fue el naufragio total. Culio, al perder la posesión en el centro del campo, provocó que una acción sin trascendencia se convirtiera en un drama. Jony, después de una rápida combinación de primeros toques, trazó en el cielo de Gijón un centro que Sanabria, en el área pequeña, remató de cabeza para hacer el 2-1 (min. 78).

Con todo en contra, el marcador y el número de efectivos, Las Palmas entregó la cuchara. A seis minutos para el final, Sanabria -otra vez a pase de Jony- hizo el 3-1 y dejó con las vergüenzas a la Unión Deportiva, víctima de un ataque de vértigo.

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