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El rival

Un sonoro gatillazo

La UD, en 1996, llegó a anunciar el fichaje de Galca, con el que se cruzará mañana en Cornellà

Galca, en 1996, con el Mallorca. LP / DLP

El 12 de julio de 1996, con una firma en un precontrato, en la Unión Deportiva Las Palmas celebraban el fichaje de un centrocampista, de 24 años, que despuntaba en el Steaua de Bucarest, que empezaba a asomar la cabeza por la selección absoluta de Rumanía y que respondía al nombre de Constantin Galca. La confianza era plena. Tanto que desde la entidad de Pío XII se dio oficialidad a su contratación -junto a la del mediapunta Dragan Radojicic-. La operación, sin embargo, acabó en drama para los intereses del club amarillo: el RCD Mallorca, al tanto del último movimiento grancanario -y que mantenía conversaciones con otro agente-, se trasladó hasta Rumanía y, con la bolsa de dinero en la mano (200 millones de pesetas), cerró la incorporación de Galca, que ahora, casi 20 años después, se vuelve a cruzar en el camino de la UD: esta vez, mañana (17.15 horas, Canal+Liga)), como entrenador del RCD Espanyol.

La jugada de Bartolomé Beltrán, entonces presidente del RCD Mallorca, dejó a la Unión Deportiva colgada del techo con la brocha en una mano: sin Galca, su primera opción para apuntalar el centro del campo, y con un rival directo en la pelea por el ascenso a Primera División reforzado con un futbolista de máximo nivel. Las Palmas, luego, completó una temporada disparatada -tres entrenadores, Pacuco Rosales, Ángel Cappa y Paco Castellano, pasaron por su banquillo- y por el vestuario amarillo llegaron a desfilar hasta 38 futbolistas; el Mallorca, con Galca como uno de sus pilares, certificó su regreso a la élite -al superar al Rayo en la promoción-.

Problema de agentes

Dos décadas después, las personas que participaron en aquella rocambolesca operación recuerdan al detalle el pulso con el RCD Mallorca. Ángel Luis Padrón, hombre de confianza de Ángel Luis Tadeo en la directiva de Las Palmas, llevó el peso de las negociaciones. Incluso cerró un acuerdo, pero con el agente equivocado: mientras la UD mantenía conversaciones, Galca -en paralelo- dejó sus asuntos en manos de otro representante, que fue el encargado de cerrar la marcha del centrocampista rumano al RCD Mallorca.

El intermediario que negoció con la UD llegó a amenazar con llevar al RCD Mallorca al juzgado, pelea de la que se desentendió Las Palmas, que entonces fichó a Walter Pico.

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