Jonathan Viera contestó ayer que cuando la pelota rueda él es el jefe. El de La Feria respondió al castigo disciplinario dando un festival de fútbol y liderando la goleada de la UD Las Palmas sobre un flojo Granada (4-1) con dos asistencias y un gol de penalti. El mediapunta se echó el equipo a la espalda y a sus hombros se subieron Tana y Sergio Araujo, dos piezas claves para Quique Setién que participaron con los dos primeros goles que les dan un empujón de confianza que pedían a gritos. No fue la noche más precisa de los amarillos en el juego, ni siquiera el partido en el que más ocasiones generaron, pero sí fue el más efectivo. Lo necesitaba el cuadro insular tras un gigante paso atrás en Cornellà-El Prat y para afrontar la cuesta de enero fuera de los puestos de descenso por primera vez en nueve jornadas y además con dos puntos de diferencia.

Se habían acostumbrado los amarillos a dormir en puestos de descenso, siempre un mal compañero de viaje por mucho que las sensaciones acompañen. Y ayer le dijo adiós, al menos de momento, con una exhibición de puntería, la mayor del año. Ha jugado mejores partidos la UD, pero ninguno deja tantas buenas noticias como el de ayer. Porque sigue haciendo de su casa un fortín, porque tiene mordiente, porque sale del descenso y porque recupera para la causa a varios jugadores necesitados de una buena actuación, pues además de los tres goleadores firmaron un más que aceptable nivel David García y Javi Garrido, la enésima pareja de centrales de la temporada. Tanto el capitán como Sergio Araujo tuvieron que entrar en la primera parte por las lesiones de Hernán Santana -pinchazo en el gemelo- y Willian José -golpe en el tobillo-, las dos únicas consecuencias negativas de la cita, pero tras las primeras exploraciones ninguna parece grave. A eses dos reveses también supo reaccionar la UD.

El partido, sin embargo, tuvo un nombre propio que brilló por encima del resto. Fue Jonathan Viera, que acaparaba los focos antes del duelo por el castigo disciplinario que recibió de Quique Setién. El de La Feria respondió con madurez en sus declaraciones en Cornellà y con magia sobre el césped del Gran Canaria. Nadie como Paco Jémez le ha sacado tanto rendimiento a Viera en su carrera. El actual técnico del Rayo Vallecano, a base de palmadas en la espalda y muestras de firmeza, le exprimió en dos etapas. Setién ha mostrado en estas últimas semanas la misma receta y ayer encontró como respuesta uno de los partidos en los que Viera ha sido más decisivo. Porque si la UD ganó ayer el encuentro fue gracias a él. Con dos asistencias magistrales habilitó a Tana y Araujo, autores de los dos primeros goles, y anotó el tercero de penalti para matar las ilusiones de un Granada que daba sensación de peligro a mitad de la segunda parte gracias al gol de Peñaranda y la entrada de El Arabi.

Pero la noche estaba reservada para Viera, que incluso tuvo el premio de acabar en la mediapunta, el sitio que más le gusta y una variante, con Wakaso de extremo izquierdo, para tomar nota de cara a las próximas semanas. La fiesta, entre las protestas del Granada por una pésima actuación arbitral que perjudicó a todos, la cerró en el descuento un autogol de Lombán tras una recuperación de balón de Araujo cerca del área contraria. Los rojiblancos ya jugaban por entonces con diez por la expulsión de Biraghi en el minuto 86.

La nada en media hora

Pese al abultado resultado final el partido había comenzado como quería el Granada. El equipo amarillo notó el parón navideño y le faltó frescura y precisión en los primeros minutos, en los que el rival nazarí tuvo más intención. Presionó con afixia a los insulares, huérfanos de una brújula que no podía ser Roque ni Vicente, sometidos al incordio constante de los mediocentros y atacantes rivales. Ocurre que Hernán y Garrido mantenían a raya a un Peñaranda que no apareció hasta el gol. Sin El Arabi, Rochina ni Success en los costados, la UD agradeció la presencia de Édgar y Nico López, que tienen poca mordiente y no terminaron de dar el último pase o el remate que pedían algunos de los ataques visitantes.

Solo los chispazos de Jonathan Viera y la presencia de Willian daban oxígeno a las posesiones de balón de la UD en un partido aburrido hasta el gol de Tana. Fue después de la lesión de Hernán, que había mezclado buenas con malas decisiones. Su salida dio paso a David García, uno de los pocos que no se había estrenado con Quique Setién en el banquillo y que respondió al examen con buena nota. Diez minutos más tarde, a la media hora, llegó el momento que cambió el ánimo de la UD.

Fue Jonathan Viera de nuevo quien cambió el ritmo en una jugada larga, hizo una pared con Tana y se la devolvió para que el de San Cristóbal, solo en el corazón del área, estrenara su casillero de goles en Primera. En el inicio de la combinación se lesionó Willian el tobillo derecho tras pisar mal. Entró Sergio Araujo y, después del gol, el panorama cambió. El Granada mostró fragilidad mental, le pesaron las piernas tras el esfuerzo del inicio y no contestó a una UD que se vino arriba. Se acabó el escenario de pérdidas de balón de los amarillos, que encontraron la fluidez en su juego, esa de los mejores días, y disfrutó durante unos minutos.

Jonathan Viera comenzó a hacer suya la noche y Tana, con el tanque de la confianza repleto, le acompañaba. Vicente Gómez y Roque Mesa respiraron aliviados y con ellos como centro neurálgico la UD jugó con comodidad hasta el descanso. Cuando el doble pivote funciona, algo que ya es habitual, todo es más fácil para los amarillos.

Se prolongó ese estado de gracia al inicio de la segunda parte, con una UD sonriente y un Granada de brazos cruzados. Era la noche de Jonathan Viera, y de su mano el resto se subió al carro. Lo hizo con Sergio Araujo, al que dio una asistencia magistral con el exterior del pie y el balón en el aire. Vino, como casi todo anoche, de Vicente Gómez, que le encontró haciendo un sombrero a un rival y el de La Feria, sin dejarla caer, habilitó a Sergio Araujo. El argentino no falló. Hizo lo que se le pide, marcar las ocasiones claras que tenga. La bajó con el pecho y definió de tiro cruzado a la salida de Andrés Fernández.

El Granada se encontró entonces con un gol que merecía. Tras una pérdida de Dani Castellano y con un gran pase del tinerfeño Edgar el equipo visitante acortó distancias gracias a la velocidad y el acierto de un Peñaranda letal. El venezolano, pese a todo, estaba siendo bien tapado. Lo demostraron David García y Garrido de ahí en adelante, cuando los visitantes más exigieron. Y es que al gol le acompañó la entrada de El Arabi, que se juntó con Peñaranda, Rochina y Edgar para formar una amenaza muy seria.

El partido se abrió y el Granada fue un incordio por primera vez para Javi Varas, que hasta entonces solo había intervenido en un despeje a un remate flojo de Edgar. Los amarillos sufrieron ante la presión visitante y David García se tuvo que emplear a fondo para evitar dos goles que parecían cantados, primero ante El Arabi y después frente a Peñaranda. La entrada de la segunda acción debió ser penalti, pero para entonces el delantero debía estar en el vestuario ya que Jaime Latre, en su desastroso arbitraje, le perdonó antes la segunda amarilla, una más de las muchas amonestaciones que no sacó a los visitantes por su juego duro.

La UD había perdido el control del encuentro y veía peligrar el resultado, pero entonces llegó otro error arbitral que le favoreció en un penalti a Wakaso. Jonathan Viera no falló y sentenció el marcador. Los amarillos se pudieron dar un festín pero El Zhar fue egoísta y previamente, todavía con 2-0, David Simón erró una clara ocasión. El 4-1 lo puso Lombán en propia meta tras un robo de Araujo a Rubén Pérez. La UD despide un histórico 2015 con otra alegría.