En la tierra de las hazañas la UD Las Palmas mendiga. En las últimas 32 ediciones de la Copa del Rey el equipo amarillo solo ha superado una vez los octavos de final. Queda demasiado lejos esa bonita historia de la 1996-97, cuando el equipo amarillo eliminó a Valencia y Espanyol, entre otros, y desafió al Barcelona de Bobby Robson, un desconocido José Mourinho y Ronaldo en semifinales. Esas alegrías que se recuerdan para toda la vida. Esas alegrías que se suelen descartar porque provocan lesiones o despistes sobre el principal objetivo, pero que dan un prestigio que nunca sobra.
La cita de mañana, la eliminatoria que ofrece el Eibar (19.30 horas), predispone al equipo a soñar con superar rondas. Es una de las revelaciones de la Liga y se encuentra en un estado de forma espectacular, pero está al alcance de los amarillos. Y llegar a los cuartos de final es casi una garantía de encontrarse con un grande o con otra oportunidad de soñar más alto.
Y pocas veces ha soñado tan alto la UD en Copa en toda su historia. En la 1983-84 alcanzó las semifinales, donde le eliminó de nuevo el Barcelona. Cerró así un ciclo de diez años en los que superó en cinco ocasiones los octavos de final. En la 73-74 le dejó en la cuneta el Real Madrid de Santillana por un global de 7-1. El mismo verdugo apareció al curso siguiente en cuartos de final, mientras que en la 75-76 la Real Sociedad paró los pies a los amarillos también en cuartos. La mayor aventura de la UD Las Palmas en Copa es la final de 1977-78, una de las páginas más brillantes de su historia.
