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UD Las Palmas Un grande visita Gran Canaria

La leyenda negra de Sergio Marrero

Defensa exquisito, fue traspasado al Atlético y dejó el fútbol con 26 años

Sergio Marrero, con la elástica de la UD, despeja de cabeza, ante el acoso del ya fallecido Arteche en el Calderón, el 17 de abril de 1988 en la derrota (1-0). LP / DLP

El ídolo que conoció al diablo. En la historia de intercambio de cromos, entre UD y Atlético de Madrid, en ese tren aéreo del Estadio Insular al Vicente Calderón, hay una historia alérgica al olvido. Siniestra y demoledora. Sergio Marrero, la película de un defensa talentoso, tocado por los dioses, con dos escudos, el amarillo y colchonero. Sumó solo 127 encuentros y colgó las botas. Un viaje supersónico del todo a la nada. Del cielo y la fama al infierno.

Este guión maldito vuelve a la primera línea con la visita esta tarde del Atlético en Primera, 28 años después. Marrero, junto a Javier Campos, Julio Durán y Mayé, conformaban la muralla amarilla de la UD del técnico Germán Dévora en el curso 1987-88 (que terminaría en descenso). Y fueron arrollados por los Futre, Julio Salinas y López Ufarte. Los de César Luis Menotti se impusieron (0-3) con los goles de Arteche y Alemao (2), aquel 13 de diciembre de 1987. Pero llegó el descenso como colista. Y Marrero tomó el puente aéreo a Manzanares. Fue traspasado al Atlético por 30 millones de pesetas (180.000 euros).

Debutó ante el Cádiz en el Vicente Calderón (3-0), en la quinta jornada de aquel curso 1988-89, y solo completaría otros tres partidos más de rojiblanco ante Espanyol (6-1), Sporting de Gijón (0-0) y Celta de Vigo en Balaídos (0-3). A su escaso recorrido liguero -272'-, cabe añadir un encuentro europeo de la Copa de la UEFA ante el Groningen holandés por (2-1). Y nada más.

La frase de Arencibia

Tras rescindir su contrato, colgó las botas en el verano de 1989 con 26 años. Bajaba la persiana en la esfera profesional. Unas declaraciones del presidente de la UD en aquel curso, Fernando Arencibia, quedarían marcadas en el currículum del defensa: 'Le hemos endilgado un drogadicto al Atlético de Madrid'. La acusación enojó al homónimo colchonero Jesús Gil que puso fin a la aventura de Marrero. Las sospechas del prometedor marcador central en la Isla quedarían confirmadas en Madrid. Poco a poco, se fue elaborando el epitafio de una carrera que estaba diseñada para el éxito. Luego cayó en el abandono, y llegaron las drogas y detenciones, como ilustraron las páginas de sucesos de la época. Esclavo de la fama, fue la diana perfecta.

Dejó varias toneladas de su talento en sus tres campañas con la UD en Primera División. Fue una pieza clave en el ascenso en el Bernabéu, tras empatar (0-0) ante el filial del Madrid el 13 de abril de 1985. Dirigido por el ya fallecido Roque Olsen, estuvo acompañado por esta hazaña por Pérez, Javier Campos, Felipe, Juanito, Benito Morales, Farias, Félix, Koke Contreras, Santís, Saavedra, Alexis Trujillo o Narciso.

En la máxima categoría, alcanzó la cifra de 84 participaciones, y brilla en su hoja de servicios la victoria con la UD (3-0) ante el Barça en el Estadio Insular -16 de febrero de 1986-. El equipo culé, dirigido por Terry Venables, caería tres meses después en la final de la Copa de Europa en los lanzamientos de penaltis ante el Steaua en el Pizjuán.

Se han escrito ríos de tinta de las aventuras y andanzas de Marrero. Menudeo, robos, juicios, la cárcel, el abrazo perverso de la droga... La pesadilla de un alma de otro tiempo, que casi 30 años después vuelve a retar al gigante colchonero. El regreso bajo una tormenta de flashes de Simeone, evoca la fama que destrozó al isletero. Dotado de un corte quirúrgico, era la pesadilla de los delanteros más atómicos.

Mareado por las cifras del portaaviones del Manzanares -cobraba unos 120.000 euros por curso, como detallaban los medios de información de la época-, Marrero fue hipnotizado. De La Isleta al infierno. Y vuelta a las catacumbas. El viaje trágico de un soñador, un bailarín con el balón. Estandarte de cantera, que en 1987 retó al Atlético.

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