La Unión Deportiva Las Palmas chocó ayer con un muro. El Atlético de Madrid, líder de Primera División y quijote de la Liga frente al apetito pantagruélico y los posibles económicos de Barça y Real Madrid, tiró de rigor y pegada para apagar el conato de incendio que el equipo amarillo trató de montarle en el césped con la pelota pegada al pie. Jugó mucho y bien el conjunto de Quique Setién, pero no lo suficiente para hacer algo más que cosquillas a un rival granítico. Tana, Dani Castellano y Roque rondaron el gol ante Oblak -portero colchonero-, pero entre Filipe Luis y Griezmann (2) -autores de los goles- desarmaron a la UD y convirtieron en materia sólida la teórica diferencia entre ambos equipos.

La solidez del Atlético ni es una broma ni es una leyenda. Eso se puede verificar. Anoche lo sufrió la Unión Deportiva. Basta con cruzarse en un terreno de juego con el equipo del Cholo Simeone que ayer, en el Estadio de Gran Canaria, negó al equipo amarillo. Le bastó con ejecutar su método a la perfección: no discutir mucho con el contrario por la posesión del balón, presionar como una jauría de lobos al rival cuando cruza la línea de mediocampo, castigar al máximo exponente los errores ajenos, apenas mostrar fisuras en su defensa y tener la misma fuerza en la pegada que el campeón mundial de los pesos pesados.

De lateral a lateral

Era superior Las Palmas, tan feliz con la pelota al pie y tan radiante por merodear la portería de Oblak, cuando el Atlético sacó el martillo pilón y castigó al conjunto de Setién. El reloj marcaba el minuto 17 cuando Juanfran se lanzó al ataque por su banda y dibujó un centro que buscaba a Vietto pero que encontró en el otro extremo a Filipe Luis. De lateral a lateral. El futbolista brasileño, libre de toda marca, controló el balón, acomodó el cuerpo y soltó un latigazo que se superó a Javi Varas (0-1, min. 17) y entumeció el ambiente de fiesta.

Hasta ese punto, el partido era una ilusión: la Unión Deportiva pensaba que lo tenía todo bajo control y el Atlético sólo aguardaba su momento. Como en la selva, donde la cebra se cree a salvo del león camuflada por sus rayas pero donde siempre gana el rey de la jungla. En ese tramo inicial, Las Palmas jugó bien al fútbol, fue mejor que su contrincante y hasta rondó el gol. En el minuto 12, en una inesperada aventura ofensiva de David García, a Oblak le tocó demostrar por qué es el portero menos goleado de Primera División. El capitán ganó metros, generó una situación de superioridad por la zona para los intereses amarillos hasta dar con El Zhar que, con un caracoleo dentro del área, habilitó a Tana. El mediapunta de San Cristóbal, solo, chocó contra el guardameta eslovaco.

No tardó la Unión Deportiva en recomponerse tras el tanto de Filipe Luis. Lo hizo a través de la pelota, ese elemento con el que se siente seguro a sus pies. Ayudó a que el equipo amarillo recuperara el pulso que el Atlético bajara la intensidad a la hora de presionar al jugador local de turno que intentaba dar salida al balón en ataque. Entre una y otra cosa, Roque y Vicente trataron de poner sentido al fútbol. Con los dos centrocampistas al rescate, Las Palmas intentó buscar una brecha en la muralla rojiblanca, un ejercicio que saca de quicio a cualquiera.

Para hacer frente al líder, Setién recuperó a su unidad habitual para los partidos de Liga pero con un asterisco en la alineación: retiró del once a Sergio Araujo y le dio la condición de titular a Willian José. En el resto del equipo, lo esperado: seis cambios con respecto al partido de vuelta de la Copa del Rey contra la SD Eibar -regresaron al campo Varas, Aythami, Roque, El Zhar, Tana y Viera- y David fue el elegido para sustituir a David Simón -sancionado- en el lateral derecho.

Un cuarto de hora fue el tiempo que tardó la Unión Deportiva en volver a exigir al Atlético, que se tomó el ímpetu amarillo como parte de la rutina en la carrera por porfiar el título de Liga a transatlánticos como FC Barcelona y Real Madrid. Pasada la media hora de partido (min. 32), Dani Castellano pescó un balón -escorado hacia la izquierda, en la frontal del área- que, tras un zurdazo, despejó a córner Oblak con un paradón.

Ni esa ocasión ni la propuesta de Las Palmas alteraron el orden del Atlético. Nada, ni una catástrofe -tipo huracán o terremoto- parece capaz de tirar abajo el monolito que ha facturado con sus propias manos Simeone. En pie en todas las competiciones -líder de la Liga, en cuartos de la Copa y en octavos de la Liga de Campeones-, el técnico argentino parece haber dado con la fórmula para, al menos, seguir firme en la cabeza de la clasificación de Primera División.

Rodillo 'colchonero'

Simeone repitió el once titular que empleó la semana pasada en Balaídos. Alrededor de Oblak dispuso a una defensa que, de tanto usarla, ya sale casi de carrerilla: Juanfran, Godín, Giménez y Filipe Luis. Además, plagó el centro del campo de futbolistas, un plan que condensó el tráfico por la zona y entorpeció el juego amarillo. Por allí, para dar equilibrio -y sentido- al Atlético figuraron Augusto Fernández, Saúl Ñíguez, Gabi -con Griezmann y Koke dejándose caer por las bandas-. Y en punta, con Fernando Torres de baja por lesión y Jackson Martínez en permanente estado de melancolía en el banquillo, el puesto de delantero del líder lo ocupó Vietto.

A su estilo, el Atleti es un rodillo. No toca como el Barcelona, no parece una manada en estampida como el Real Madrid al contragolpe, pero es el rey a su manera. Es un bloque robusto, al que por momentos parece imposible hincarle el diente; es denso en su disposición por el campo, lo que le convierte en un rival incómodo y pegajoso; y arriba escupe veneno como una mamba negra. Tan lícito como las atractivas propuestas de Barça y Madrid y, de momento, más rentable que todas las demás. A este Atlético no se le discute, no hay quien le tosa.

Y eso que lo probó con todo la Unión Deportiva. E incluso lo tuvo en su mano. Fue a partir de una genialidad de Jonathan Viera, un futbolista que esté mejor o peor, más o menos acertado, es el más desequilibrante de toda la plantilla amarilla y el único capaz de inventarse situaciones de juego fuera de lo normal. En el minuto 68, un taconazo suyo desató una tormenta sobre el área visitante. Su toque hizo bueno el desmarque de Dani Castellano por la banda izquierda, por donde el lateral izquierdo ganó la línea de fondo para trazar un pase que encontró a Willian José en el corazón del área. El delantero brasileño, rodeado por Giménez y Godín, optó por la generosidad: le dejó, de cabeza, mansa, la pelota a Roque Mesa, que llegaba lanzado. El remate del centrocampista de Telde se fue fuera por cuestión de milímetros y justo ahí, en ese momento, se acabó el partido para Las Palmas.

Perdonó la Unión Deportiva y, en la siguiente jugada, apenas unos segundos después, Griezmann hizo el 0-2 (min. 68). El delantero francés, que en lo que va de campaña ya ha celebrado 18 dianas -12 en Liga-, se plantó solo delante de Javi Varas -lanzado por un pase perfecto al hueco de Koke- y en el arte del mano a mano demostró quién está de dulce ahora mismo: picó el balón lo justo para superar al portero.

Griezmann, casi al final (min. 89) y después de que Vicandi Garrido se comiera un claro penalti de Gabi por mano dentro del área, hizo el 0-3, pero la fiesta ya se había acabado mucho antes. Justo cuando la UD Las Palmas se dio cuenta que le tocaba pagar la cuenta de la juerga a la que le había invitado el Atlético de Madrid. Así se las gasta el líder de Primera División.