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El 'Flaco', sin gas en el costado derecho

Valerón sufre para burlar la vigilancia desplegada por los granotas Verza, Camarasa y Lerma

El mediapunta de Arguineguín de la UD Las Palmas, Juan Carlos Valerón, ayer en Valencia. LOF

En el once de gala desde el pitido inicial. El Flaco saltó al césped del Ciudad de Valencia, motivado para ayudar al bloque amarillo proseguir con su racha de sólo una derrota en los cuatro últimos choques ligueros, y con la responsabilidad de dirigir a los suyos con tino, tras ver cómo sus rivales directos para la salvación ganaron sus duelos. Un extra de presión para el mago de Arguineguín. Quizás demasiada para sus piernas durante los 90 minutos que le concedió ayer Quique Setién.

En esa misión contó con Roque como aliado en la medular, pero su conexión apenas se dejó ver ni en la primera mitad ni en la segunda. Mucho más atrasado que en su habitual ubicación por detrás del ariete Willian José, Valerón optó por buscar huecos por el costado derecho con las subidas de David Simón y el apoyo de otro socio ofensivo: Jonathan Viera.

Asimismo, Tana era el lazo de unión con el eje ofensivo liderado por el atacante brasileño. Por momentos, Valerón se vio un poco desubicado, la velocidad de anticipación del mediocampista granota Camarasa le hizo perder un balón arriesgado en el centro del campo. Pero el Flaco lo quiso enmendar. Aún la constancia y el afán de superación circulan por su sangre isleña, y en la siguiente jugada asistió un balón envenenado a Viera, que el discípulo del CD Árbol Bonito de Vegueta no rentabilizó.

Mientras, el plantel de Rubi, colista y hambriento de puntos, seguía con su presión alta y las peligrosas internadas del extremo izquierdo Morales, que amenazó a la zaga grancanaria en varias ocasiones y que atrapó su recompensa en el minuto 25, cuando mandó a la red de Varas un rebote al palo tras una falta ejecutada por Verza.

Fue entonces cuando el dorsal 21 de la UD Las Palmas decidió cambiar el rumbo del juego para la izquierda, en teoría la banda más débil del Levante, para conectar con Dani Castellano y otras veces con Wakaso. Pero Deyverson aprovechó su lentitud para robarle la posesión. El equipo de Pío XII no encontraba espacios ni esa profundidad que se esperaba con Valerón sobre el césped.

Verza y Camarasa desplegaban vigilancia estrecha sobre el mediapunta de Arguineguín, muy limitado en movimientos. El acercamiento de Tana al Flaco para desatascar el embrollo permitió a la UD recuperar algo de verticalidad y generar alguna ocasión en sus botas.

Pero al descanso, los objetivos de televisión mostraron a un Valerón incómodo y preocupado con su rendimiento, por su expresión facial camino del vestuario. En la reanudación del encuentro, Setién mantuvo al veterano jugador sobre el terreno, que presenció cómo en apenas 20 minutos, el choque se disparó con dos goles por ambas partes. Un toma y daca.

El Flaco era un querer y no poder. Cada vez que bajaba a recibir el cuero de la retaguardia amarilla, Verza le asfixiaba. También sufrió con el cerco que le puso Lerma, más ágil de piernas y atento a las imprecisiones del mimbre de Arguineguín, que ejerció una posición más central en el mediocampo en la segunda mitad.

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