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UD Las Palmas La contracrónica, datos y vestuarios (Cuartos de final, vuelta)

Placer y realidad

La UD, con 18 puntos al inicio de la segunda vuelta de Liga, se despide de la Copa en los cuartos de final

Germán, máximo goleador y futbolista con más partidos en la UD, le hizo entrega a David García de una camiseta conmemorativa por sus 400 partidos con el club grancanario. QUIQUE CURBELO

El funcionamiento mental de las personas, según defienden las teorías concebidas entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX por Sigmund Freud -médico austriaco que ejerció como padre del psicoanálisis-, se rige sobre dos principios: uno de placer y otro de realidad. El primero explica que "el conjunto de la actividad psíquica tiene por finalidad evitar el displacer y procurar el placer" y el segundo, que ejerce como contrapeso del primero, apunta que "forma un par con el principio del placer, al cual modifica: en la medida en que logra imponerse como principio regulador, la búsqueda de la satisfacción ya no se efectúa por los caminos más cortos [sueños o apartarse de las impresiones penosas], sino mediante rodeos, y aplaza su resultado en función de las condiciones impuestas por el mundo exterior".

Recurrir a Freud para analizar a la Unión Deportiva no es una frivolidad. Cualquiera que considere al club de Pío XII como un miembro más de la familia debe admitir que tanto uno mismo -el fiel seguidor de las aventuras y desventuras amarillas- como el propio equipillo -con todo lo que le rodea- tendrían que ser, tarde o temprano -y sobre todo por una cuestión de salud-, carne de diván. Porque ser aficionado de Las Palmas, montado siempre en esa especie de montaña rusa que se forma en el aire a partir de los resultados, es un sinvivir. Y más, como ahora, cuando pintan bastos.

El universo de la Unión Deportivo es el de las veletas: la idea, las teorías, las sensaciones, la euforia y la decepción, el orgullo, la pasión, el estilo, el juego y hasta el nivel de patriotismo futbolero lo marca el viento, no la pelota. El asunto, dentro del negocio, es universal -"en el fútbol se pasa de puta a monja en cinco minutos", palabra de Joaquín Caparrós cuando entrenaba al Athletic-, pero en Las Palmas la volatilidad del ánimo es una cuestión mayor. Y para intentar comprender ese fenómeno tan extraño y perverso vale recurrir a Freud y los principios de placer y realidad.

El fútbol, por su condición de juego -esa "recuperación semanal de la infancia" que un día apuntó el escritor Javier Marías- sirve como base para desarrollar el principio de placer. Y en la Unión Deportiva eso se mueve sobre arenas movedizas: el juego en sí -con todo lo que se proyecta a partir del balón- y un glorioso pasado sobre el que muchos aficionados reclaman un lugar dentro de la aristocracia futbolera del país, un mal asunto si se repara de dónde viene el club -en los últimos 30 años sólo ha competido en Primera División seis temporadas- y cuál es su potencial real tras salir el otro día de las cloacas del fútbol nacional.

Plomo en los bolsillos

"Evitar el displacer y procurar el placer", como apuntaba Freud, es una aspiración conveniente a partir del principio del placer para la parroquia de Las Palmas, pero rehuir del principio de realidad -"la búsqueda de la satisfacción ya no se efectúa por los caminos más cortos, sino mediante rodeos, y aplaza su resultado en función de las condiciones impuestas por el mundo exterior"- sería caer en la ruina.

La Unión Deportiva es lo que es, un equipo recién ascendido a Primera División con una plantilla marcada por varios condicionantes: la orden del presidente de acudir al mercado de fichajes con plomo en los bolsillos -en lugar de una buena cantidad de dinero para pujar alto-; la presencia de varias hipotecas en el grupo -jugadores a los que Paco Herrera ya quiso descartar y que siguen en el equipo por decisión presidencial o de la comisión deportiva-; y las lesiones.

Con ese panorama, un chute de realidad para rebajar ciertos niveles de euforia, en el entorno de Las Palmas sería recomendable aceptar lo que hay. Sobre todo, por lo que se aproxima: un calendario cruel -con la silueta de equipos como el Sevilla, Barça, Villarreal o Real Madrid en el horizonte-, una serie de momentos delicados -después de cada una de las derrotas que vendrán- y muchas finales -frente a Rayo, Granada, Getafe o Sporting-. Y para afrontar ese trance, nada mejor que una buena dosis de unidad.

El aficionado de turno tiene total libertad para abuchear a Culio -o al futbolista que toque- si no está satisfecho con el rendimiento del jugador argentino; otra cosa es la cuota de sensatez y responsabilidad que quiera aportar y asumir en esta historia. Primero, porque debería entender dónde está el límite de su propio equipo -a mí también me gustaría ver a Iniesta en lugar de Culio vestido con la camiseta de Las Palmas (el contrapeso entre el principio de placer y el principio de realidad)-; y segundo, porque debería apuntar bien al pedir responsabilidades por el potencial de esta Unión Deportiva.

"Dime con qué mediocentro andas y te diré qué equipo eres". Eso aseguró un buen día Juan Manuel Lillo y esa reflexión vale para comprender el resultado de anoche entre Las Palmas y el Valencia. Gary Neville, técnico del conjunto ché, plantó en la medular a Parejo, Enzo Pérez y André Gomes, tres futbolistas de primer orden a nivel mundial; Setién, en la misma parcela, alineó a Roque Mesa y Culio en el doble pivote y formó con Momo, Tana y Jonathan Viera en la mediapunta. ¿Dónde creen que hay más fútbol? Si esto fuera el patio del colegio y usted fuera 'capitán de uno', ¿a quién elegiría? Y es más, si en agosto le dicen que la UD, en enero, tiene 18 puntos y se ha colado en los cuartos de final de la Copa, ¿firmaría? Ahí, tal vez, está el límite entre el placer y la realidad.

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