El 3 de diciembre, en el primer partido de Copa del Rey, al Estadio de Gran Canaria se le cortó la respiración cuando Pedro Bigas se fue al suelo tras un mal apoyo de su rodilla izquierda. El mallorquín, el único central que lo había jugado todo, el más regular de la temporada, una de las mejores noticias del equipo en todo el curso, se retiró en camilla y lloró por el dolor en el vestuario. Ante esa reacción todos, incluido él, se temieron lo peor y parecía que no volvería a jugar hasta la próxima temporada. Sin embargo no hubo rotura y sí un esguince colateral interno en su rodilla, por lo que el período de baja era de entre cuatro y seis semanas. Aún así era un drama.

Sin embargo la defensa amarilla, a pesar de que Alcaraz solo ha participado en un partido desde entonces y a que David García se perdió los primeros encuentros después de la lesión del mallorquín, ha resistido. Aythami Artiles se ha tenido que multiplicar, el capitán ha elevado su protagonismo y tanto Hernán como Javi Garrido se adaptaron y dieron una buena impresión como centrales.

La UD ha encajado 17 goles en los 10 partidos sin Bigas, una cifra que se ha elevado tras los duelos ante Atlético y Levante, los peores de la defensa en este tiempo. Tras volver a la convocatoria ante el Valencia, Bigas está más cerca de jugar. Mañana tiene otra oportunidad.