Transición finalizada. Los archivos que tenía Quique Setién en el Lugo ya se han volcado con éxito en el disco duro de la UD Las Palmas. Willian José era el programa que le faltaba al entrenador cántabro para hacer del equipo amarillo una versión calcada y mejorada de su Lugo de Segunda División, la obra por la que le reclutó el club insular. Es una copia perfecta.
En el Anxo Carro contaba Setién en sus distintos proyectos con un delantero corpulento, que se movía con comodidad dentro del área para rematar los centros laterales y que lejos de la portería se pegaba con los centrales para atender a balones directos. Es el prototipo que considera ideal para su fútbol. Sergio Araujo no estaba cumpliendo en ese rol y ahora Willian ha aprovechado su oportunidad.
Su presencia ha enriquecido el juego de la UD en el último mes. El estilo sigue siendo innegociable. La primera opción e la salida de balón en corto, esa que tan rápido adquirió el equipo gracias a las dobles sesiones en Maspalomas nada más aterrizar Setién. Pronto Roque, Vicente y Tana comprendieron el plan y la UD triunfó ante la Real Sociedad y se paseó en Mestalla en el primer mes del cántabro. El ADN del futbolista canario facilitó la adaptación al nuevo sello.
Pero faltaba algo. Cuando equipos como Deportivo de La Coruña, Sporting de Gijón, Espanyol o Málaga presionaban con intensidad y de manera coordinada la UD se atragantaba. Ahora, para esos contextos está Willian José. El brasileño ya mordió a Giménez y Godín, el jueves a Abdennour y Mustafi y ayer sacudió a la pareja formada por Cabral y Hugo Mallo.
Berizzo había pedido a Aspas y Orellana que incordiaran a David García y Aythami Artiles en la salida de balón como antes habían hecho Lucas Pérez, Sanabria o Griezmann. Pero ahora la UD Las Palmas tiene respuesta, y es una tan sencilla como efectiva. Con Willian el equipo amarillo limita las pérdidas de balón en zonas de peligro, ese recurso del que tanto se han alimentado los rivales, incluido el Levante el pasado lunes.
Había puesto sobre aviso Setién a sus centrales, que sobre todo en los primeros minutos del partido recurrieron al juego directo. El Celta salió a por todas y tras el gol tempranero de Bongonda mantuvo el guión. Pero el equipo amarillo fue despertando poco a poco gracias a que Willian producía para Tana, Jonathan Viera y Wakaso. Y viceversa. La conexión entre el brasileño y los mediapuntas de turno es de ida y vuelta. Balón largo de un defensa, luchar la posición, recibir, controlar y entregar de cara o darse la vuelta si es posible. Es la premisa para Willian.
Así, con balones verticales la UD fue ganando metros al Celta. Y las ocasiones llegaron a base de disparos lejanos, arte en el que el brasileño también suma. Lo demostró con el latigazo que envió desde su casa al larguero de Sergio Álvarez. Antes lo habían intentado Tana y Jonathan Viera, también sin éxito. Tras ese arreón llegó el tanto de penalti del de La Feria, consecuencia de un gran saque de esquina sacado por Montoro. La UD ya se había enchufado al partido.
Del juego directo al salón
En la reanudación comenzó otro encuentro. Después de presumir de variedad de recursos a base de balones largos en la primera parte la UD practicó baile de salón en la segunda. El foco en ataque dejó de ser Willian y las luces fueron para Roque, Momo, Tana y Viera, brillantes en el juego de posesión con el Celta metido en su campo. Desapareció el cuadro vigués, bien frenado por la zaga amarilla cuando intentaba salir al contragolpe.
El protagonismo de Willian se había reducido, le costaba participar con pocos espacios ya que la UD, pese a su dominio, no ponía centros al área. Es una asignatura pendiente. Pero Roque le encontró a tiempo y Willian se revolvió, metió el cuerpo y remató en plena caída. Héroe por segunda vez, como ante el Betis. Ya van cuatro puntos. Es el hombre del momento.
