La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

UD Las Palmas La crónica (23ª jornada)

El Rayo le pinta la cara a la UD

El equipo amarillo es atropellado en Vallecas (2-0) y sigue sin ganar fuera de casa en toda la Liga P Los goles de Miku y Bebé devuelven a los de Setién al descenso

El Rayo le pinta la cara a la UD

[if IE 9]><link<br />rel="stylesheet" type="text/css" href="http://widget.cloud.opta.net/2.0/css/ie9.widgets.opta.css" media="screen"/><!<br />[endif][if IE 8]><link rel="stylesheet" type="text/css"<br />href="http://widget.cloud.opta.net/2.0/css/ie8.widgets.opta.css" media="screen"/><![endif][if IE 7]><link<br />rel="stylesheet" type="text/css" href="http://widget.cloud.opta.net/2.0/css/ie7.widgets.opta.css" media="screen"/><!<br />[endif]A la Unión Deportiva Las Palmas le pintaron anoche la cara en Vallecas. En un partido con cierto aroma de final en la carrera por permanecer en Primera División, el equipo de Quique Setién no dio señales de vida. El Rayo, más entero, más ambicioso, más enchufado, más consciente del valor de cada punto en juego de aquí hasta el final del curso, pasó por encima del conjunto amarillo desde el minuto uno hasta el 90 y se llevó una victoria que vale doble: por los tres puntos y por dejar atrás y tocado a un adversario directo por eludir el descenso. Largo, apático, irreconocible, triste, mojigato, el representativo grancanario cayó (2-0) y, sobre todo, dejó malas señales por andar jugando con fuego.

Plantó Setién a Juan Carlos Valerón en el centro del campo, de entrada, y con esa decisión el entrenador despejó una de las incógnitas que acompañaban a la Unión Deportiva camino de Madrid y, de paso, lanzó al aire una declaración de intenciones. Primero, porque mantuvo en pie el dibujo táctico con el que desde octubre ha dado forma a su idea al mando del equipo amarillo; y segundo, porque dejó bien claro, ante un rival que aparece en el mapa como una especie de replicante -mismo método, misma fórmula- que quería la pelota para buscar el primer triunfo del curso como visitante.

Un comienzo eléctrico

El plan de Setién, en el que también aparecieron como titulares Pedro Bigas -en el centro de la defensa- y Momo -en el extremo derecho-, se desplomó como un castillo de naipes al primer soplido. El cronómetro de Iglesias Villanueva, árbitro del encuentro, sólo había consumido dos minutos cuando Trashorras se quedó con la pelota y paró el tiempo. El mediocentro del Rayo, sin necesidad de mirar, como si tuviese cada metro cuadrado del campo registrado en su cabeza, dibujó un pase hacia la banda izquierda del ataque franjirrojo que fue medio gol.

Por allí, como una exhalación, apareció Bebé que, al lado de David Simón, a la carrera, dio la sensación de ser una locomotora. El extremo portugués dejó atrás al lateral derecho de Las Palmas, avanzó, se coló en el área y, de tan despejado que se encontró el camino, hasta se dio un homenaje: buscó la portería, a pesar de estar algo escorado, con un chut que Varas, con la mano blanda, no atajó. Todo lo que vino después, con el balón perdiendo fuerza camino del gol, fue un drama: Bigas, en línea, llegó para detener la pelota pero se resbaló en el intento de despejar. Y ante tanto despropósito Miku, que anda en racha, no desaprovechó el regalo: remató a bocajarro y firmó el 1-0 (min. 2).

La diana del Rayo, y la manera en la que sucedió todo dinamitó a la Unión Deportiva, que en la primera parte se convirtió en una especie de alma en pena, sin chispa ni materia gris para hacer suyo el partido. La presión local aisló a Valerón y Las Palmas se quedó sin salida de balón, se convirtió en un equipo largo, con sus centrales encajados en la frontal del área, con Roque Mesa obligado a recorrer kilómetros de más con el balón al pie, con Tana fuera de sitio -y lejos del ataque-, con sus extremos desconectados y con Willian José condenado al exilio fuera de toda acción del juego. Un juguete en manos de su rival.

Antes del descanso, se jugó a lo quiso el Rayo. Trashorras sacó la batuta y todo el mundo bailó al son que marcó el centrocampista gallego. Con superioridad en la medular, por número de futbolistas y por fútbol, el conjunto de Paco Jémez entendió que todos los caminos llevaban hasta Varas. A la Unión Deportiva, inferior, no le quedó otra que perseguir sombras, incapaz de contener a Hernández, Bebé, Jozabed y Miku, que se colaban por cualquier rincón para poner en jaque a la zaga amarilla.

Ni siquiera se inquietó el Rayo después de que David Simón, acto seguido del 1-0, se plantara solo delante de Juan Carlos y tuviera el empate a una pulgada de distancia. En el mano a mano con el guardameta, el lateral salió perdedor: su tiro, ajustado al palo largo, lo despejó el portero. Hasta ahí llegó Las Palmas, un equipo famélico, temeroso de sus propios complejos y agobiado más de la cuenta cuando se viste de visitante.

Dispuso el Rayo de varias oportunidades para convertir en algo material, tangible, su superioridad. Jozabed, en el minuto 15, estrelló el balón contra el larguero tras una recuperación -la enésima- en la medular y pillar adelantado a Varas. Escapó Las Palmas por la falta de puntería local y, sobre todo, porque a Bebé no le dio por convertir su banda en una autopista -para desesperación de Jémez en el banquillo- ante la pasividad de Momo para ofrecer ayudas a David Simón en el lateral derecho.

La Unión Deportiva naufragó desde el pitido inicial y, con todas las vías de agua al descubierto, con la proa rumbo a marisco en todo momento, tampoco tuvo capacidad de reacción para contener al Rayo y escapar viva de Vallecas. Con Valerón desconectado, superado en un partido que se disputó a todo trapo por la convicción del cuadro local, Setién no dio con la tecla para recomponer las filas amarillas. No lo hizo durante el primer tiempo, con algún movimiento táctico, ni tras el descanso con las tres sustituciones a mano.

La merecida sentencia

Mantuvo, en la reanudación, el técnico de Las Palmas el mismo once y el mismo plan y el resultado, ante un Rayo agarrado a su método con toda la fe del mundo, fue el mismo: nada más arrancar la segunda parte, el equipo franjirrojo ya volcó la acción del partido sobre el área del equipo amarillo al que, como ocurrió en los primeros 45 minutos, no le quedó otra que ponerse a achicar agua.

No varió nada tras el descanso. La UD saltó al terreno de juego con la misma actitud, el mismo plan y así, frente a un rival que mantuvo en marcha el rodillo, sucedió lo mismo que en el primer acto: el Rayo quiso la pelota, quiso jugar bien al fútbol y quiso ganar. Y con todo eso tan claro en la cabeza, hizo pleno. Jugó y ganó.

No movió ficha Setién, con poca pólvora en el banquillo, hasta el minuto 60, cuando retiró a Valerón, desconectado todo el partido, y dio entrada a Wakaso. El cambio, además, varió ligeramente el dibujo: Roque se quedó solo por delante de la defensa, Momo se dejó caer por el interior y el internacional ghanés pasó al extremo izquierdo. El resultado de la apuesta fue la nada. Nada hizo Las Palmas por mejorar y nada frenó al Rayo.

De tanto empujar, de tanto estar en campo contrario, de tanto exigir a Varas, el equipo de Jémez liquidó el partido en el minuto 73. Fue Bebé, un incordio todo el partido, el que hizo el 2-0 para lanzar al Rayo en la carrera por la permanencia y para poner a la Unión Deportiva frente al espejo. Y lo que se ve, en el reflejo, preocupa.

Compartir el artículo

stats