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UD Las Palmas El análisis

La UD se pierde ante el espejo

El equipo amarillo asistió a una clase maestra de cómo desplegar su filosofía de juego sobre el verde

Javi Varas despeja el balón ante el intento de remate de Jozabed en uno de los numeros ataques del conjunto rayista. LOF

La UD Las Palmas se enfrentó ayer al Rayo Vallecano, un conjunto con el que comparte muchas virtudes en el terreno de juego: amor por el balón, toque en corto, comandancia desde el centro del campo y pausa en el ritmo de circulación de pelota.

Dos equipos que bien ejemplifican la filosofía del tiki-taka. Y a través de esa tónica de juego tan caracterizada por Paco Jémez en los últimos años en Vallecas, el representante insular asistió a una clase maestra de cómo desplegar dicha filosofía sobre el verde.

Batalla en el centro del campo

Quique Setién apostó ayer por mantener el dibujo táctico que lleva desplegando la UD desde su llegada a las filas amarillas. Carentes de hombres puros en la posición de medio centro, Roque Mesa y Juan Carlos Valerón acapararon la responsabilidad de llevar la manija del equipo al sacar el balón jugado desde la línea defensiva.

Por delante de ellos, en la media punta, como de costumbre, Tana, al que se le notó falto de entendimiento con los hombres que tenían que hacerle llegar el balón desde atrás. Ante tal desconcierto en la medular, los hombres de Jémez, con un Roberto Trashorras imperante en la zona, se hicieron dueños del control del partido.

Desde los primeros compases de juego ya se notó el vacío que había en la zona céntrica del campo, y fue así como llegó el primer tanto del encuentro. Trashorras, al que se añora entre los seguidores amarillos, no se encontró con alguna oposición que le impidiese habilitar el balón a Bebé en la fatídica acción para la UD.

Y es que, aunque el atacante portugués venciera en velocidad a David Simón por el flanco derecho, la carencia de hombres que plagaran la zona para que los cuchillos que Jémez puso ayer por banda no vivieran plácidamente, era más que evidente.

El equipo se hizo largo. Roque tuvo un sobreesfuerzo enorme al tener que desempeñar varias funciones en la zona media. Circular el balón, bascular, ordenar, filtrar pases entre líneas? excesiva responsabilidad para un solo hombre. A la vez, Juan Carlos Valerón intentaba dar la pausa necesaria para que los hombres de ataque se ofrecieran para recibir el balón o bien tiraran desmarques hacia portería contraria.

Pero ayer, el comportamiento amarillo distó del que ha desempeñado desde que el técnico cántabro cogió las riendas del conjunto. Se traicionó a sí mismo y en muchas acciones se le vio abusar del balón en largo. Algo que este equipo no está acostumbrado a reproducir sobre un terreno de juego.

Laboratorio Jémez

Una de las causas por las que los hombres de Setién traicionaron su estilo de juego pudo llegar por el exhausto estudio que hace Paco Jémez de sus rivales, y ayer, ante un equipo en el que las mayores diferencias vienen dadas por la distinción del color de camisetas -a excepción de los ocasionales planteamientos camicaces rayistas- debió sentirse como el padre que se enfrenta a su hijo.

Curtido en mil batallas, y conocedor de las virtudes del sistema, el lampiño entrenador supo perfectamente como anular a los amarillos.

Si bien en ataque forma con un despliegue 4-2-1-3, con los extremos muy abiertos; cuando toca defender, los franjirrojos adoptan un carácter compacto en la línea de medular. Como si de un acordeón se tratase, el dibujo varía al 3-5-2.

El pivote se incrusta entre los centrales y forma línea de tres hombres; los laterales se incorporan a la línea divisoria, y cae uno de los extremos a la ristra de centrocampistas que ejercen la asfixiante presión sobre los centrocampistas rivales.

De esta forma, el Rayo Vallecano se compacta y es capaz de ejecutar los automatismos que tienen adoptados los jugadores en sus entrenamientos.

Lección de futuro

El de ayer seguramente fue uno de los peores partidos de la Unión Deportiva Las Palmas en lo que va de temporada. Pero más allá del resultado, el equipo debió salir con la lección aprendida de Vallecas y así poder ponerla en práctica en los próximos partidos.

Ahora le espera a los amarillos el Ramón Sánchez Pizjuán la siguiente jornada, ante un equipo totalmente contrario al que se vio ayer en el feudo madrileño, y en el que los hombres de Quique Setién tendrán la oportunidad de defender una vez más que la filosofía de amar el balón es la viable para conseguir el objetivo, que como bien ha demostrado Paco Jémez los últimos años, le ha servido para seguir en la máxima categoría del fútbol español.

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