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UD Las Palmas La crónica (24ª jornada)

Hasta que Vitolo apretó el gatillo

La UD resiste una hora en el Pizjuán y termina abatida por los tantos de Banega y Gameiro

Jonathan Viera dispara desde la frontal y el esférico se estrella en el palo del meta sevillista Rico. JULIO MUÑOZ

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La épica tenía fecha de caducidad. Una hora, apenas 68 minutos, tardó la UD en saltar por los aires en el Sánchez Pizjuán tras completar un primer acto repleto de glamour. Los amarillos exhibieron un cambio radical, de propuesta y actitud, en relación al calvario de Vallecas, pero acabaron arrollados por el Sevilla de Emery en siete minutos macabros -los andaluces suman de esta manera la undécima victoria consecutiva en casa-. Banega y Gameiro liquidaron la contienda, que terminó por caer del bando local justo cuando el grancanario Víctor Machín Vitolo, ex de la UD, pisó el césped en el minuto 56.

En el 69, primero el mediocentro argentino, con un tiro de acero desde la frontal, y en el 75, con la diana definitiva del francés, a pase de Vitolo, se orquestó el desplome. La UD se cita ahora el sábado con el Barça de Messi (15.00 horas, Movistar Plus) en el Gran Canaria, un duelo de impacto mundial y al filo del abismo. Los de Setién han encajado cuatro derrotas en las últimas seis jornadas. Y para colmo de males, Hernán Santana, que ayer regresó, en el segundo tiempo, tras dejar atrás un mes y medio de baja, se resintió de la lesión. A falta de las pruebas definitivas, estará dos semanas en el dique seco. Roque Mesa, con una dolencia sin gravedad, también abandonó el terreno de juego. Su presencia ante los culés no corre peligro. Volverá a llevar el timón.

Se estrenó Nili en la máxima categoría y Jonathan Viera, colosal, estrelló un balón en el poste en el primer tiempo. Y más polémica, de nuevo la UD se ve salpicada por una decisión arbitral. Los de Setién reclaman una pena máxima a Prieto Iglesias y la expulsión de N'Zonzi.

El dibujo de las mil variantes

Setién agitó la chistera. La enésima vuelta de tuerca a un sistema infinito. Dejó al artista Valerón en el banquillo -no pudo firmar su partido 400 en la liga de las estrellas- y apostar por una línea de tres fantasiosos como Roque Mesa, Viera y Tana. Con Wakaso, gran primer tiempo en la izquierda, y Nabil, por la derecha, la UD clonó su versión supersónica mostrada lejos de la Isla ante Valencia o Athletic. Toque y verso para dejar en evidencia a un Sevilla inerte, con Reyes y Konoplyanka como puñales de plástico.

Por tanto, Viera recuperó su hábitat natural. En su oasis de gloria, con libertad de espacios, firmó un primer tiempo imponente. La sinfonía de Setién asumía la posesión, esencia barroca, y el propio atacante de La Feria acarició el 0-1 tras un centro de David García -titular ante la lesión de Simón en la derecha-.

Con el primer saque de esquina, la UD confirmaba a los cuatro vientos y de forma ágil que no era la versión pusilánime de Vallecas. La semana de la reflexión y los matices, tras el estallido dialéctico de Aythami Artiles, caló hondo. Había partido, había un rival herido, dispuesto a romper las quinielas desde la poesía. Pura propuesta de Setién, un renacentista sin resultados.

Tras ese mordisco de Viera, respondía el Sevilla. Con Banega de cerebro y Gameiro de ejecutor, los de Emery esperaron a un fallo de Garrido en el carril zurdo -Dani Castellano también estaba de baja-. Reyes sacó la recortada pero el disparo se estrelló en un compañero.

Con los galácticos Vitolo y Krohn-Dehli en el banquillo, Emery apostó por las rotaciones. Y le concedió ventaja a la UD en un duelo loco, sin colonizador. Wakaso tuvo que ejercer de bombero para abortar una cabalgada de Gameiro -minuto 13-. Un centro de Konoplyanka trazó la línea argumental de la mejor ocasión local en el primer tiempo. El bicampeón de la Liga Europa, que disputará la final de la Copa del Rey, despertó de la siesta. Reyes golpeó el balón con violencia y Varas sacó una mano prodigiosa.

Setién, en la banda, miraba al cielo. Solo restaban 80 minutos de padecimiento. Bigas, enérgico, dejó seco a Gameiro y la agonía cambió de acero. Superado el cuarto de hora, aparecieron los pitos en el Pizjuán y un grado extraño de perplejidad.

Con la guadaña

El sello renacentista de Setién había empequeñecido al ogro. El monarca de las finales estaba contra las cuerdas. El tanto amarillo era una cuestión de fe. David García sacó la lanzadera y probó los reflejos de Rico. Mano prodigiosa y balón a la red lateral. La película estaba clara, un poderoso contra las cuerdas y el grito de un modesto irreverente.

Pero el Sevilla tenía escondida la guadaña. Una cabalgada de Gameiro fue congelada por Garrido y Bigas volvió a lucir su nervio. En la otra trinchera, Tana completa un pase de oro para Willian José, pero el punta se quedó sin cobertura. Una acción que resume el partido del brasileño: voluntad sin petróleo. Menuda agonía para el killer, siempre desasistido, en un agujero negro.

Sin saber traducir el dominio en pólvora, la UD tiró al contenedor hasta tres acciones de peligro. La más potable, un tiro de Tana, que atrapó Rico, junto al poste. Wakaso, siempre incisivo, se puso la medalla de un asedio despiadado.

En esa fase tropical, Viera desperdició la más clara del primer acto con un disparo seco desde la frontal que se estrelló en el poste de Rico -minuto 42-. Se hizo el silencio en la caldera de Nervión. Temblaba La Giralda, incrédula ante la dictadura del ejército de gofio. Aythami Artiles mandó a córner un tiro de Gameiro y llegó el descanso: 0-0.

El parón fue una picadura de tarántula para la UD. Los de Setién sufrieron mareos y una firme descomposición. Era el inicio del fin. Bigas se adelantó a Reyes y Emery llamó a Vitolo (56'). Un gesto clave. El extremo internacional del barrio de San Cristóbal entró aclamado por la parroquia local y la amarilla. Lluvia de aplausos para el gladiador que cambió el rumbo del encuentro.

El lanzamiento de Konoplyanka lo desbarató Varas (60') y el primer aviso de Banega termina en un suspiro de Varas. Un pisotón de N'Zonzi a Tana fue reclamado como la segunda amarilla del sevillista por el capitán David García. Y Vitolo, por el costado derecho, seguía armándola. Toque y desborde, había entrado el exponente más diabólico del campeón de la UEFA. Una pesadilla. Y más madera, Emery llamaba a filas a Krohn-Dehli y retiraba a un desacertado Konoplyanka. La primera línea del Sevilla marcó las diferencias y acabó con el tedio. El registro más funcional de uno de los grandes del fútbol nacional.

El hundimiento

Una respuesta felina de Javi Varas agrandó su leyenda. Por un segundo, aparecieron sus paradas con los guantes del Sevilla para conquistar una Copa y una Liga Europa. Formado en la cantera hispalense, afrontaba su gran noche. Pero llegó el bofetón de N'Zonzi, otro acometida salvaje para dejar a la UD contra las cuerdas. Paradón tras paradón del meta amarillo tras el remate del mediocentro local y Garridazo. El lateral zurdo despejó sobre la línea de gol un remate de Gameiro. En esa fase de asedio, Banega controló el balón en el área, algo esquinado, armó el tiro y puso el esférico en la escuadra (68'). Golazo.

Con mandíbula de cristal, ese golpe en el corazón de la UD fue fatal. Cianuro Banega. La aparición de Vitolo, amarillo de corazón, resultó una catástrofe. A contracorriente, los amarillos fueron invisibles. Con ustedes, el desplome.

Tras el caer de la guillotina, Roque Mesa abandonó el escenario del crimen por precaución. Se dispararon todas las alarmas, ante el inminente duelo ante el Barça. Sin el teldense, reaparecía Hernán, un mes y medio después, y lo hizo con sobresaliente. Vaya despliegue.

En ese 75, un misil de Tana se estrelló en una mano de un jugador del Valencia. Penalti como un castillo que Prieto Iglesias hurtó a los grancanarios. Una penetración de Vitolo orquestó la 2-0. Gameiro empujó el balón a la red y entró Nili, que dejó destellos de osadía -así como un balón al palo-. La recaída de Hernán generó el deshielo. Pánico en la marea amarilla -hasta 400 fieles-. Inicio poético y castigo de un gladiador del Roque Nublo. En tinieblas, la UD dejó síntomas de recuperación. Es el único consuelo ante la visita de Messi y su legión de estrellas.

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