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"Oye tú, FC Barcelona, yo soy la UD Las Palmas". Es lo que le dijo el equipo amarillo, mirándole a los ojos y con el cuchillo entre los dientes, al mejor del mundo. Esa personalidad no le sirvió para sumar puntos (1-2) por culpa de la inagotable puntería de Luis Suárez y Neymar, que invalidaron el gol de Willian José, pero sí para convencerse de que está en el buen camino. Y de paso para mostrar al planeta todas las virtudes del fútbol grancanario y honrar a su historia. En un partido de alcance universal no hay mejor publicidad que la que se hizo ayer a sí misma la UD. Y no fue uno de esos anuncios engañosos que enseñan los cuestionables beneficios de un producto para bajar de peso. Lució palmito el equipo amarillo, palmito del de verdad porque la UD, a pesar de los resultados, tiene mucho más de lo que dice la clasificación.

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Porque en un partido con Leo Messi, Luis Suárez y Neymar en el campo, los que más brillaron fueron Jonathan Viera, Roque Mesa, Tana y Momo. Y eso, por mucho que los culés jugaran con el freno de mano pensando en el Arsenal, no es poca cosa. El espectáculo, para diversión de los 26.591 espectadores en un recinto renovado, lo dieron los amarillos, que se permitieron el lujo de soñar con el empate en varias ocasiones de Sergio Araujo en el tramo final. El Barcelona, huérfano de Busquets y Piqué, acabó pidiendo la hora.

Para llegar vivo hasta ese momento la UD Las Palmas no podía tan solo, claro está, mostrarse fino con el balón en los pies, lo que le identifica, lo que le da vida. Sin el cuero, el conjunto de Quique Setién resistió. El técnico cántabro mantuvo su apuesta por los 'pequeños' en el centro del campo, como ante el Sevilla, pero multiplicada por la clase de Momo en el lugar de la potencia de Wakaso. Así que, sin señales de mediocentros defensivos en el campo, a los aficionados les tocaba salivar por ver tanto talento junto. Y a ellos remangarse. Porque la única manera de que el planteamiento le saliera bien a la UD era añadiendo solidaridad, compromiso y mucho orden. Y la aparición divina de Javi Varas, que no faltó a su habitual cita como ogro de las estrellas.

Incluso reaccionaron los amarillos al peor de los escenarios: un gol tempranero. Luis Suárez dio un bofetón a los seis minutos con un gol en el que la defensa se lo puso demasiado fácil, cosa que no ocurrió a menudo. Iniesta encontró un pasillo para Jordi Alba ante la pasividad de David García y El Zhar. El lateral catalán, al primer toque, habilitó a un Luis Suárez que estaba totalmente solo en el corazón del área. Bigas también se durmió y el uruguayo no desaprovechó el caramelo. Pero la UD había salido a cumplir la hoja de ruta de Quique Setién y así siguió. Porque en los primeros tiró dos veces a portería.

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Llegar y tirar, una orden

Advirtió el cántabro de que una de las premisas a cambiar con respecto a la actuación en el Sánchez Pizjuán era acabar los contragolpes y rematar más a portería. Y sus chicos, obedientes, a los tres minutos ya habían buscado a Bravo en dos ocasiones. La puesta en escena había sido correcta y para tutear a cualquiera es obligado no dejarse intimidar. Eso hizo la UD, que por la vía rápida empató. Fue tras una jugada larga que resume la aportación de Willian José en los últimos meses. Javi Varas, ante la presión del Barcelona, sacó en largo y el brasileño, de espaldas a portería, bajó el balón y tocó para El Zhar. En la banda derecha combinó el marroquí con Tana, que vio a Jonathan Viera desmarcado en la frontal. Rodeado, el de La Feria sacó la chistera. Estaba Messi sobre el campo y tenía que marcar territorio, así que con un taconazo espectacular asistió a Willian. El brasileño, en posición de '9', fusiló a Claudio Bravo. Vuelta a empezar, pero con la alegría de haberle marcado otro gol al Barcelona.

Y volver a empezar significaba coordinarse en la presión en campo contrario, juntar las líneas en campo propio y combinar con velocidad cuando encontrara el balón. Todo ello con descaro y carácter, aspectos en los que a día de hoy no hay nadie en la UD Las Palmas como Roque Mesa. El teldense se ha adaptado al puesto de mediocentro posicional a la perfección, lo que ha permitido a Setién juntar la poesía de Tana y Viera en el medio. Así, con el Barcelona buscando la jugada que le permitiera desconectar, Roque derribó a Neymar en las inmediaciones del área y se encaró con él. Fue la fotografía de que la UD no le iba a poner la alfombra al vigente campeón de Europa.

Ya antes Momo había rematado a las nubes, tras un control exquisito, un contragolpe que le concedió Jonathan Viera. Y poco después Luis Suárez falló un cabezazo en boca de gol a envío lateral de Messi. El ritmo del partido era altísimo pero los amarillos intentaban mantener las costuras unidas. Mientras, el Barça echaba de menos a Sergio Busquets porque Sergi Roberto, Arda Turan e Iniesta, sin ayuda de los puntas, sufrían para detener las combinaciones de los amarillos.

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Disfrutaba la grada, que había empezado la noche pitando a Miguel Ángel Ramírez por los precios de las entradas, con los detalles técnicos de los amarillos, que se atrevían con posesiones largas pero también con la verticalidad, como la que tuvo Garrido en una internada por la izquierda para centrar a Willian. Al tiro del brasileño en boca de gol acudió como un rayo Mascherano para evitar males mayores para los culés. Un minuto después de ese susto llegó el segundo del Barcelona, de nuevo cosa de Luis Suárez. El uruguayo, el más hambriento del trío ofensivo, acudió a la espalda de la defensa, tanto que estaba en fuera de juego por milímetros. Dejó en el suelo a Bigas, encontró a Messi con fortuna y el balón, tras el paradón de Varas, cayó a los pies de Neymar, que empujó a la red. Fue la dosis de fortuna de los campeones. No acabó la primera parte hasta que Roque, en plan Braveheart, se adentró en el área y buscó el empate con un disparo que salió cerca del poste. Con ese mismo resultado acabó el partido, pero no el espectáculo. Ni el sueño.

Porque en la segunda parte aceleró el Barcelona, que quiso impedir una sorpresa. Pero Messi y Neymar, además de estar bien tapados por la defensa adelantada de la UD, no tenían el día. Y cuando lo intentaron surgían de nuevo Roque, Bigas o Aythami para salir al cruce, o un imperial Javi Varas en última instancia. El sevillano respondió a Luis Suárez en la reanudación antes de que el partido bajara el ritmo.

A los amarillos les faltaba el aire y se centraban en llegar vivos al tramo final, tarea para lo que otra parada de Varas fue imprescindible. Y para ayudar a Roque hizo Setién debutar a Lemos por la lesión de Jonathan Viera. Al de La Feria se le subió el gemelo pero estará en Eibar.

Superado con éxito el tramo más delicado, la UD se vino arriba en el último cuarto de hora, ya con Sergio Araujo en escena. El argentino jugueteó con la épica, como en la noche del ascenso, ya que tuvo dos ocasiones claras. La primera, tras una combinación entre Tana, Lemos y Willian. El disparo se le marchó cruzado. Y la segunda, después de una genial asistencia de Roque, como ante el Celta. Pero Araujo, en posición de Willian, no llegó a rematar con comodidad.

Fue una derrota, pero no una cualquiera. El partido sirve para reconciliarse consigo mismo, con la afición y, en una cita tan señalada, también con la historia. Para demostrar que no hay otro camino que el que está recorriendo: la apuesta por el talento de Roque, Tana, Viera y compañía es la única manera. Con orden, pero sin ataduras. Como Dios les trajo al mundo.

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