Ante la crisis, más paladas de talento. Si hay incertidumbre, se multiplica la apuesta por el fútbol de toque. Con esa premisa la UD Las Palmas ha salido con vida de las dos últimas semanas a pesar de las derrotas ante Sevilla y Barcelona, en las que parece haber plantado más semillas para el futuro. Tras la debacle en Vallecas se vivió una semana peliaguda por el toque de atención de Aythami Artiles y las declaraciones desestabilizadoras del representante de Sergio Araujo. Dos misiles a la línea de flotación del proyecto de Quique Setién. Un jaque porque a la vuelta de la esquina esperaban dos de las potencias del fútbol español, pero el maestro del ajedrez ha salido reforzado del aprieto.
El resultado es de sobra conocido. Dos derrotas con dos nuevos notables en imagen, el resumen más repetido por la UD en los partidos de esta temporada. Y además estas dos jornadas han venido acompañadas de más puntos de los rivales, por lo que la entidad insular está a una mayor distancia de la salvación que tras el desastre ante el Rayo Vallecano -entonces estaba a 1 punto y ahora a 4-. Pero el equipo de Quique Setién fue despedido con aplausos tras caer con honor ante el Barcelona. Un premio merecido porque la afición ha interpretado una progresión en muchos aspectos.
En esa contradicción se mueve la UD Las Palmas, que espera a la próxima cita en Eibar para recoger lo que ha sembrado. Hay razones para el optimismo a pesar de lo que diga la clasificación. Y sobre todo ha quedado una certeza: no hay otra manera de salir del pozo que a través de la filosofía de Quique Setién. La plantilla está hecha para eso. El estilo es innegociable, pero también el único con el que estos jugadores pueden llegar a la orilla.
Y ese poso es el que queda porque la UD Las Palmas ha sido capaz de mirar a la cara al Sevilla y al Barcelona elevando su apuesta por el fútbol ante tanta ausencia, pero también mejorando varias de sus lagunas principales. En el Sánchez Pizjuán y en Siete Palmas este sábado mostró una actitud a años luz de la de Vallecas. Ya sea por el toque de atención de Aythami Artiles o porque el vestuario se conjuró, pero la intensidad que exhibieron los amarillos ante los dos grandes es la que está obligado a poner en práctica. El equipo compite, es serio y está vivo.
Una de las advertencias del capitán estaba relacionada con juntar las líneas cuando jugaban sin balón. Cuando el Rayo Vallecano tenía la pelota se encontraba con autopistas. La defensa se quedaba vendida. Y ante el Barcelona la zaga insular se mostró unida. Desde la baja de Vicente Gómez no había encontrado Quique Setién un pegamento. Esa función se la ha encomendado en las dos últimas citas a Roque Mesa, que se ha puesto otro vestido al que siempre había tenido en su carrera para convertirse en el jugador más completo de esta UD.
El centro del campo, la clave
El teldense se está situando en el puesto de mediocentro posicional y desde ahí contagia carácter a sus compañeros del centro del campo y tapa las vías de agua. Y, como viene haciendo toda la temporada, saca la pelota jugada mejor que nadie. Es el equilibrio.
Su impagable trabajo es lo que permite a Quique Setién jugar al doble o nada juntando a Jonathan Viera y Tana por el centro, un cambio táctico que ha provocado que la UD genere muchas ocasiones antes dos ogros. Si su apuesta no se ha convertido en un farol es porque Roque Mesa es siempre una carta ganadora. Una garantía.
Y tras pecar de inocentes en el Pizjuán perdiendo muchos balones en área contraria ante el Barcelona la UD tiró once veces a portería, cuatro de ellas en los primeros quince minutos. Otra señal de mejoría. Con Eibar y Getafe en el horizonte es la hora de que la UD, de momento el pagafantas de Primera, no se quede con ganas de más.
