El perdón del monarca de los 25 goles de plata. El delantero de la UD Sergio Araujo -la gran estrella del pasado curso del ascenso- se dirigió ayer a la grada para hacer público su arrepentimiento, tras salir la noche del sábado para festejar los carnavales y acudir indispuesto a la sesión de trabajo del pasado domingo en Barranco Seco. "Estoy muy arrepentido, quiero pedir disculpas a mis compañeros, a la afición, a mis compañeros, solo queda estar callado. Y hablar en el campo".

Descartó que estuviese metido en una pelea en la discoteca Chester. "No voy a pegarme con nadie". Y reconoce que no tenía permiso del club para salir la noche del sábado. "No tenía permiso para salir, hablé con el míster y se lo dije. Ya me comentó que cuando saliera fuese sincero, salí y mi idea era quedarme dentro -del vestuario el pasado domingo-. Tengo que pedirle disculpas a mis compañeros porque nos jugamos mucho".

Añadió que no vio a Nauzet Alemán, que fue agredido en el mismo establecimiento, tras el lanzamiento de un vaso en su rostro, que le dejó 18 puntos de sutura. "No lo vi, la agresión no la vi. No te puedo contar mucho de esa situación. Se ha dicho que si me he peleado con él, y tengo una relación muy buena. Estoy entero, no le puedo pegar a nadie, solo hay que verme. Fíjense en mis manos", bromeó.

Reacción inmediata

El artillero argentino califica su actuación de "falta de respeto" y reconoce que será la última vez: "No volverá a pasar, quiero ser el mejor para la salvación". Asegura sobre su rol en estas últimas, cuando restan trece jornadas para el final de Liga.

Es consecuente con el daño que le ha hecho a la afición del Gran Canaria, que el pasado sábado despidió al equipo con una ovación, tras acariciar al hazaña ante el Barça (1-2). "No era un momento para salir -de fiesta de Carnaval-, y ahora voy a hablar en el campo. No daré más declaraciones sobre este asunto. Solo me queda callar", explica.

Además, desconoce el grado de la sanción, que queda vinculado a la resolución del expediente. "La publicará y hará oficial el club, hay que esperar. Quedará entre el club y yo. Tampoco hay que darle más vueltas, hay que centrarse en lo importante y es la marcha de la UD".

En relación a si considera que merece ser apartado, deja la sanción en manos del presidente y de los principales mandatarios. "Eso lo decide el club y el presidente -Miguel Ángel Ramírez-. Quiero demostrar lo gran jugador que soy; nunca me fui, me quedan 13 partidos en esta temporada. Volveré a mi mejor nivel, he dejado sensaciones buenas ante el Barça -disputó los últimos 15 minutos y gozó de tres buenas ocasiones ante Bravo-.

Asume el reto de portar el timón de la nave amarilla en esta fase crítica del campeonato. " Cada vez me encuentro mejor, ya no sirve hablar". Y finaliza con que tiene "más ganas que nunca". "Siempre que se comete un error, sales con más fuerzas; en los primeros partidos me va a costar. Solo toca callar, escuchar y aprender. Y romperme los huevos en el campo", añadió con firmeza.

Cuestionado sobre en qué estado llegó al entrenamiento, Araujo zanjó el tema admitiendo que aterrizó en el laboratorio con escasas horas de sueño. "Salí y dormí poco; pero ya está...Me tengo que ir a entrenar", concluyó el argentino.

En un laberinto

El enigma Araujo. El argentino -que suma cuatro dianas- encadena seis jornadas lejos del once titular. Se ha convertido en carne de banquillo.

Su última alineación de inicio se remonta al 10 de enero ante el Málaga en el Gran Canaria -19ª jornada de competición-. En este tramo de ostracismo, computa únicamente 55 minutos. Incluso se perdió la visita del Celta por unas molestias. Con el 'killer' en la grada, la UD superó al Celta con un gran Willian José. Sin Araujo, el delantero brasileño, ex del Madrid y Zaragoza, se ha vestido de pistolero salvador.

El gigante de Porto Calvo ha logrado cuatro tantos en las últimas cinco jornadas. Con Araujo fuera de forma, Willian ha aprovechado su oportunidad a las mil maravillas. El es gran desafío del Chino, recuperar la titularidad y mandar al banquillo al nuevo ídolo de la afición isleña.

El acto de indisciplina ha quedado sin castigo. Un desplante por el que ha pedido perdón, en un gesto de valentía. Aún tiene otra cuenta pendiente con la grada. Su pólvora debe ser crucial por la salvación.