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UD Las Palmas La historia y el reportaje

Historia de una grave protesta

En 1962, hace hoy 54 años, el árbitro aragonés Martín Álvarez concedió un gol inexistente al Córdoba en el Insular que encendió totalmente a los aficionados de la UD Las Palmas

Guedes y Tonono.

Se cumplen hoy 54 años de una fecha que los viejos del lugar recuerdan como si hubiese ocurrido ayer. El 4 de marzo de 1962 fue un día que se vivió fútbol en el vetusto Estadio Insular pero, también, fue un día en el que la afición amarilla y el pueblo de Gran Canaria se rebeló contra la opresión que sufría por parte de las más altas instancias del Estado.

Fue uno de esos días en los que el fútbol sí tiene que ver con la política, aunque lo normal es que nada deberían tener en común, como tampoco lo tienen la velocidad con el tocino, como recuerdan muchos otros también en cualquier tertulia, si bien en ellas también se concluye que el fútbol no es solamente fútbol y a su alrededor hay otras muchas connotaciones.

Un gol fantasma concedido al Córdoba, rival aquel día de hace 54 años de la UD Las Palmas, dio pie al levantamiento de los aficionados no sólo para defenestrar al colegiado del encuentro, el aragonés Alberto Martín Álvarez, sino contra lo que entonces se consideraba, como cita la revista Panenka en un reportaje recogido en su último número, de febrero, sobre el tema, algo más que un agravio.

Así, Panenka señala que "En los aliseos que ventilan Las Palmas flotaba aquella noche un ambiente eléctrico, un sentimiento de agravio de orígenes múltiples y confusos y, en definitiva, un cabreo de campeonato".

Comienzo alegre

Lo cierto es que el día futbolero comenzó con una gran alegría. Un repleto Estadio Insular, a pesar de lo tempranero del horario, porque el fútbol juvenil, el fútbol de cantera, abarrotaba siempre el primer recinto deportivo de la capital grancanaria -como recoge en su crónica de Diario de Las Palmas el desaparecido periodista Luis García Jiménez-, vivía el triunfo de la selección juvenil grancanaria, la que con posterioridad sería denominada como los diablillos amarillos y que de la mano de Luis Molowny se proclamaría campeona de España semanas después.

Los diablillos se deshacían esa mañana -"sin hacer un partido completo", señalaba entonces García Jiménez- de la selección de Cantabria, a la que endosaban un claro 4-1. Los goles fueron anotados por Germán (2), Lolín y Lasso para los de Molowny, y por Goñi para los cántabros.

Era un buen comienzo y, tras el almuerzo, esperaba un partido de suma importancia para la UD Las Palmas.

Choque de trenes

Los amarillos, dirigidos desde el banquillo por el grancanario Paco Campos -que había sustituido al frente del equipo a Casimiro Benavente en la jornada 19-, iban terceros en la tabla clasificatoria y recibían, en un partido denominado como un choque de trenes, al líder, el Córdoba, que se encontraba a dos puntos y, al final, acabaría logrando el ascenso como campeón. La UD Las Palmas finalizaría en la cuarta posición con 35 puntos, a cinco puntos del Córdoba.

El cuadro de la ciudad del Califato estaba dirigido desde la banda por quien luego sería gran conocido de la afición amarilla, el hispano-argentino Roque Olsen, y en sus filas tenía primordial protagonismo un jugador grancanario, ex de la UD: Ricardo Costa.

Vergonzoso atropello

Tras el pitido inicial, los dos equipos apenas se inquietaron entre sí, si bien cabe señalar que los amarillos tuvieron un serio hándicap dentro de esta primera parte y la UD Las Palmas "hubo de luchar contra la adversidad", como recoge en su crónica en Diario de Las Palmas el Premio Canarias Antonio Lemus. Y es que "desde los veintiocho minutos", señala Lemus, la UD se vio "con la baja de Espino, conmocionado al disputar un balón por alto, teniendo que pasar a la enfermería. Esto desmanteló la formación, jugándose el resto del primer tiempo con diez hombres". Indica el cronista que el jugador amarillo se reincorporaba tras el descanso, pero sensiblemente mermado.

Inicia su crónica Lemus señalando que "contra viento y marea ganaba ayer la Unión Deportiva Las Palmas su partido con el Córdoba a tres minutos del final. Lo ganaba por la voluntad ardorosa de sus jugadores roto al fin, con el espléndido gol de Guedes, el fuerte bloque defensivo visitante"; para añadir más adelante, después de loar el juego amarillo en la segunda parte, que "pero la victoria se la sustraerían a la UD de forma vergonzosa. Fue un atropello indisculpable forjado en la más descarada y sospechosa parcialidad arbitral y que no podemos pensar pueda tolerarse en las alturas nacionales semejante desafuero, de proporciones excepcionales, creador de un serio conflicto de orden público, de excitación de masas indignadas".

Porque, en el minuto 87 de partido, el colegiado Martín Álvarez concedía al Córdoba "un gol inexistente", como indicaba Lemus en su crónica de Diario de Las Palmas, que titulaba "La que era justa victoria de Las Palmas fue sustraída por el árbitro". "El vergonzoso atropello provocó el mayor escándalo en la historia del fútbol canario, alterándose seriamente el orden público", señalaba el cronista en el subtítulo de la misma.

Porque desde el lanzamiento de objetos al terreno de juego, hasta incluso la entrada al campo de un aficionado con ánimo de agredir al colegiado, siendo interceptado por las fuerzas del orden público, fue a lo que dio pie la actuación arbitral. Tan nefasta que, en las mismas páginas de Diario de Las Palmas se recogía asimismo un comentario que el también prestigioso periodista radiofónico José María Ayaso había leído en los micrófonos de Radio Las Palmas en su programa de la noche, tras el encuentro.

Entre otras cosas, Ayaso señalaba que "Casi estábamos por no hacer esta crónica, en señal de airada protesta por la inconcebible monstruosidad perpetrada esta tarde en el Estadio Insular por el árbitro de turno, el más desdichado juez que hayamos topado en nuestra ya dilatada labor de críticos deportivos".

Los altercados se sucedieron incluso en los aledaños del recinto de Ciudad Jardín, donde resultaron afectados varios vehículos por los lanzamientos de objetos como consecuencia de las airadas protestas de los aficionados amarillos por el atropello del que habían sido objeto.

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