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Análisis El Real Madrid, línea por línea (centro del campo)

La pieza que no encaja

El equilibrio del Real Madrid se rompe por la medular: si Zidane alinea a Casemiro obtiene orden, pero pierde imaginación; si apuesta por James e Isco gana en talento pero descuida la armonía

Casemiro protege el balón ante El Shaarawy. KIKO HUESCA / EFE

Dar forma a una alineación del Real Madrid es como intentar encajar todas las piezas de un complejo puzle. Lo normal, en cualquier equipo, sería poner sobre el terreno de juego a los mejores en cada puesto, pero en la Casa Blanca importan otros detalles: el técnico debe saber gestionar el ego de tanta estrella, tiene que complacer los gustos de un presidente que ejerce de director deportivo -"para fichar a Bale no hace falta un director deportivo", admitió Florentino Pérez en El Larguero hace unos meses- y está obligado a saciar el apetito voraz de la grada del Bernabéu. Y así, en ese contexto, el banquillo del equipo merengue se ha convertido en una especie de trituradora de entrenadores durante la última década.

Eso, por experiencia propia, lo saben bien Carlo Ancelotti o Rafa Benítez. El primero, el preparador que llevó al Real Madrid hasta la consecución de la décima Copa de Europa, fue destituido el verano pasado porque, según palabras del presidente, era "el momento de dar un nuevo impulso que nos permita conquistar nuevos títulos". Y el segundo, la apuesta del jerarca blanco para relevar al italiano, cayó porque su situación dentro del club se volvió insostenible: rechazado por parte de la afición, sin el respaldo mayoritario de la plantilla y tocado desde la última exhibición del FC Barcelona en el Bernabéu (0-4, el 21 de noviembre de 2015, con Leo Messi de suplente).

Aquel día, la jornada de la debacle del Madrid ante el Barça, Rafa Benítez lanzó un órdago a Florentino Pérez y el orden mediático a través de su alineación: renunció al orden táctico a partir de la elección de los centrocampistas titulares y concedió a sus críticos la presencia en el once de Luka Modric, Toni Kroos, James Rodríguez, Isco y Bale para formar en una medular en la que desapareció Casemiro. El resultado de esa apuesta contra natura -según el método del propio Benítez- fue un baño azulgrana: Rakitic, Busquets, Sergi Roberto e Iniesta se pusieron a carburar sin oposición y Neymar y Luis Suárez remataron a un rival al que no le quedó otra que entregar la cuchara.

Vuelta a los orígenes

El detalle de aquel día se convirtió en síntoma para explicar el funcionamiento del Real Madrid a lo largo del curso. En la escuadra blanca, con estrellas en todas las líneas, la pieza que no encaja se localiza en el centro del campo al oscilar entre la necesidad de ordenarse a partir del rigor táctico o la opulencia de juntar galácticos. Y, atrapado en esas dudas, el conjunto merengue se ha dejado media Liga por el camino -está a 12 puntos de distancia del Barça en la clasificación-.

Esa escabechina, que ha dejado al FC Barcelona lanzado hacia el título de campeón en Primera División, ha dejado en el camino las primeras víctimas. James Rodríguez, que se pasó fuera de forma en el primer tramo de la temporada -en las últimas semanas ha llevado a cabo un plan específico para recuperar el tono- e Isco, lejos de su mejor nivel durante todo el curso, ya han sido señalados y en la prensa nacional, durante las últimas semanas, se ha especulado con su salida del club si no mejoran su rendimiento.

Fuera de la Copa del Rey -por la alineación indebida en Cádiz de Denis Cheryshev- y con la Liga como una quimera en el horizonte -muy lejos del Barça y detrás del Atlético de Madrid-, el Real Madrid se abraza a su competición fetiche: la Liga de Campeones. Y ahí, a la hora de la verdad, a Zidane le ha dado por recuperar la fórmula que mejores resultados dio con Rafa Benítez al frente: alinear siempre a Casemiro en el centro del campo -junto a Modric y Kroos- para dotar de armonía al balance defensa-ataque del equipo blanco y escoltar a la BBC: Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo.

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