Hace ya casi 30 años, el 29 de marzo, el Estadio Insular presenció una de esas noches mágicas que se presencian en contadas ocasiones. La UD Las Palmas logró una de las victorias más complicadas de toda su historia ante el Real Madrid de la Quinta del Buitre liderados por Hugo Sánchez, Butrageño, Míchel y Martín Vázquez.

El equipo, dirigido con Ruiz Caballero en el banquillo, y Germán Dévora como asistente, perdía 1-3 a falta de ocho minutos para el final. El público había bajado los brazos y la posibilidad de una hazaña era impensable en el antiguo feudo amarillo

Las Palmas se adelantó en el marcador por mediación de Narciso, pero en nueve minutos, entre el 65 y el 76, el conjunto merengue de Leo Beenhaker dio la vuelta al partido con dos tantos de Cholo, y otro de Butrageño, de penalti. En ese momento, las gargantas amarillas enmudecieron.

Poco le duró la alegría al conjunto de Concha Espina. En tres minutos llegaron los goles amarillos. Koke Contreras iniciaría la remontada y Santís firmaría el empate.

Cinco minutos después, Gallego provocó un penalti claro al hábil extremo grancanario Juani. Se hizo el silencio en el Insular. Koke Contreras se dispuso a tirar la pena máxima, para batir a Agustín con un disparo fuerte a media altura. Los miles de aficionados estallaron en euforia. Acababan de presenciar una de las noches más inolvidables de la historia del equipo amarillo.

La UD Las Palmas logró convertir en realidad lo que parecía un sueño imposible conseguir. Para sorpresa de muchos, el partido finalizó con una inesperada victoria amarilla (4-3), que unida a la del FC Barcelona (3-0) jornadas atrás, fueron unos puntos vitales para lograr la salvación.