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Vicente Gómez completa el milagro y la UD sale intacta

El equipo amarillo ha sobrevivido a la baja de otro de sus pilares, que la próxima semana estará disponible

Vicente Gómez completa el milagro y la UD sale intacta

Un mes. Es el tiempo que ha acortado Vicente Gómez de su lesión en el hombro, una rotura de tres ligamentos de la clavícula izquierda. Se le pronosticó, tras su operación el pasado 22 de enero, un período de baja de entre dos y tres meses. Y lo dejará en dos meses porque la próxima semana, de cara a preparar el choque ante el Valencia del 2 de abril, ya estará disponible. El mediocentro ha completado tres sesiones de entrenamiento con el resto del grupo y solo le queda ponerse a punto. El drama ha terminado más rápido de lo esperado.

La felicidad es plena en la entidad y en el cuerpo técnico por la velocidad en su recuperación. Vicente se ha machacado en el gimnasio y en la piscina para recuperar lo más pronto posible la movilidad total en su hombro izquierdo y ya choca con los compañeros sin ningún problema. Los objetivos que le han ido poniendo cada semana los ha ido cumpliendo siempre con antelación y gracias a su disciplina y trabajo duro ya está en forma.

Su lesión fue una tragedia. Pocos contaban con tenerle en condiciones antes de que acabara la temporada, sobre todo después de la experiencia del curso pasado con Nauzet Alemán. El de Las Mesas, que sufrió la misma lesión, también se recuperó en tiempo récord pero le costó volver a rodar con sus compañeros. En el caso de Vicente ha sido distinto, pues el de Schamann ha entrado con fuerza a trabajar con el grupo. Así, si el entrenador lo considera conveniente estará disponible para jugar el partido siguiente al de este sábado contra la Real Sociedad. Será contra el Valencia el sábado 2 de abril, después del parón por selecciones. Si fuera la semana que viene ya estaría en condiciones de jugar, pero esos días extras le servirán para coger más ritmo.

La pieza con más minutos

Volvería, de esta manera, contra el mismo rival ante el que se lesionó. Fue el 21 de enero en la ida de cuartos de final de Copa del Rey en Mestalla, cuando en la primera parte le derribó Danilo Barbosa y en una mala caída se rompió los ligamentos del hombro. La cara de Quique Setién era un poema en la rueda de prensa posterior al encuentro, cuando todavía no se conocía el alcance exacto de su lesión pero sí se temía que fuera tan grave como al final se confirmó.

Y no era para menos el cabreo del técnico cántabro. Porque Vicente Gómez era un fijo, el único que no se había perdido ningún partido desde la llegada de Quique Setién, ni siquiera los de Copa del Rey. Era, así, el jugador que más minutos había disputado en la era del nuevo entrenador.

Desde el primer día Vicente pasó del destierro a la titularidad indiscutible. Solo había disputado 36 minutos en las 8 jornadas con Paco Herrera al mando. Pero en el debut de Quique Setién fue titular en el doble pivote junto a Roque Mesa. Fue sustituido en la segunda parte y desde entonces no se perdió ningún minuto en Liga. El conjunto insular tenía problemas para jugar en el centro del campo, pero Setién vio la solución en la pareja formada por el de Schamann y el teldense, que formaron el corazón del equipo hasta la lesión del '4'.

Por todo ello el panorama que se abrió tras su lesión era terrible. Su ausencia dejaba al equipo muy tocado. De hecho el cuerpo técnico y la dirección deportiva se pusieron manos a la obra y cuatro días después de la intervención aterrizó en la Isla Ángel Montoro. No estaba previsto un refuerzo para el centro del campo, pero la previsión de perder a Vicente para toda la temporada obligaba una reacción urgente. Y así ocurrió con el fichaje del mediocentro del Almería.

Un cambio de sistema

La primera solución de Setién para arreglar el centro del campo fue juntar a Roque Mesa con Valerón. Pero la prueba no funcionó y la UD cayó en el campo del Levante por 3-2. La semana siguiente ante el Celta debutó Montoro y se dio continuidad al doble pivote. Sin embargo, al filo del descanso se lesionó el valenciano, entró Momo y el cuadro insular formó un 4-1-4-1 con Roque como único pivote. Era el prólogo del mejor momento de la UD esta temporada.

Luego llegó, de nuevo con un doble pivote formado por Valerón y Roque, otra derrota en Vallecas. Así que en Sevilla volvió Setién a retocar el sistema y dejar a Roque como único pivote. El equipo perdió, como ante el Barcelona la semana siguiente, pero ya veía la luz.

Los números sin Vicente eran por entonces un desastre: 3 puntos de 15 posibles. Sin embargo, cuando el 4-1-4-1 con Tana y Jonathan Viera como interiores cogió rodaje y los rivales no eran tan poderosos como Real Madrid y Barcelona la UD aprendió a sobrevivir. Nuevos mecanismos, nuevos jugadores con la entrada de Wakaso, Momo y más recientemente Nili en los puestos de extremo, pero misma filosofía. El equipo se ha hecho más ordenado y disciplinado para lograr tres victorias seguidas y sumar 12 puntos de 27 sin Vicente.

Así, la UD sobrevivió sin el de Schamann, como antes hizo con Pedro Bigas. El mallorquín recuperó el sitio, pero David Simón todavía espera por su puesto. El tiempo dirá cuál es la elección de Quique Setién cuando Vicente esté a tope. Que será muy pronto.

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