La Provincia - Diario de Las Palmas

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La crónica (30ª jornada)

La UD es una constante matemática

El equipo de Setién gana a la Real Sociedad (0-1), firma su tercera victoria consecutiva fuera de casa y suma 33 puntos - La zona de descenso, a cinco puntos de distancia - Willian José firmó el gol

La Unión Deportiva Las Palmas, con Quique Setién al mando, es como el número Pi: una constante matemática. Es, en definitiva, un valor fijo. Anoche, en Anoeta, el conjunto amarillo ganó a la Real Sociedad (0-1), con un gol de Willian José (min. 39), encadenó su tercera victoria consecutiva lejos del Estadio de Gran Canaria -una hazaña nunca antes alcanzada-, demostró que su progresión es un síntoma y no una casualidad y despejó su camino hacia la permanencia en Primera División. Lo hizo, asaltar San Sebastián, tras firmar un partido tan serio como efectivo. Tanto que incluso miró para otro lado cuando el rival le quitó la pelota. Ejecutó un plan B, buscó el contragolpe y demostró que ahora es un señor equipo.

Un mes sin ganar, a estas alturas de la película, provoca taquicardias y un mosqueo general en cualquier rincón de la Liga. Da igual que el equipo de turno se mueva en tierra de nadie en la clasificación o esté metido de lleno en una guerra -ya sea por rascar un título o eludir el descenso-. Siempre hay algo por lo que pelear, aunque el asunto suene a quimera. En esa situación andaba metida ayer la Real Sociedad, que antes del partido ante la Unión Deportiva, tras acumular cuatro jornadas consecutivas sin ganar, quería mirar hacia los puestos que dan acceso a la Europa League sin perder de vista la zona roja de la tabla.

Apurada, empujada por la responsabilidad de mejorar su nota tras un año por debajo de las expectativas creadas a su alrededor, la Real Sociedad salió a jugar con la idea de hacer recular a Las Palmas. El conjunto donostiarra adelantó las líneas, presionó muy arriba la salida de balón del cuadro amarillo, se molestó en tapar a Roque Mesa -ya fuera con Rubén Pardo, Xabi Prieto o Illarra- y se empeñó en quitarle la pelota al representativo grancanario. Ese plan, hace un par de meses y en cualquier lugar del mundo, habría provocado un cortocircuito en el fútbol de la Unión Deportiva porque hace nada, de tanto perder, el grupo que entrena Setién era un equipo escuálido, famélico, que perdía con nada.

Poco tiene que ver ahora Las Palmas con aquel mal recuerdo. No es una banda, no baja los brazos ante el primer golpe, no tiene la mandíbula de cristal y no se desordena por cualquier contratiempo. El equipo amarillo está de dulce, corre como pocos, acumula kilómetros por solidaridad y no se encoge ante nadie. Ni siquiera contra un adversario, como la Real Sociedad ayer, que afrontó el encuentro sin reservas. No se guardó nada el cuadro local y no se achantó la Unión Deportiva que, dominada sin el control del balón, apretó las líneas, tapó los huecos, tiró de ayudas para contener el empuje del contrincante y salió al contragolpe para liarla en Anoeta.

Andaba la Real Sociedad volcada sobre el campo visitante cuando Las Palmas, bajo el txiribiri -llovizna-, encontró un hueco para provocar un ataque de nervios en Anoeta. Tras un saque de esquina provocado por Momo -el balón salió fuera después de que Mateu Lahoz se comiera una pena máxima por mano de Pardo-, el balón cayó en un pico del área en los pies de Aythami. Al central le salió alma de delantero y en el hueco de una baldosa le hizo un traje a Íñigo: primero, regate; luego, penalti.

Rulli, protagonista

La pena máxima, cuando el crono solo había consumido 13 minutos, la lanzó Jonathan Viera. El canterano repitió el método que tan buenos resultados le ha dado durante este ejercicio: con calma, hasta cierta parsimonia, apuró la carrera previa a la espera de ver las intenciones del portero, pero Rulli -el guardameta de la Real- aguantó aún más la mirada y ganó el duelo: se lanzó a su derecha y despejó el lanzamiento de Viera.

El revés no alteró a la Unión Deportiva que, entera, de una sola pieza, siguió a lo suyo. No le importó, ni siquiera, que la Real Sociedad se quedara con la pelota. El conjunto que dirige Eusebio Sacristán quiso hacer, pero a la hora de la verdad se quedó en fuegos de artificio. Rondó la portería de Javi Varas, buscó a Jonathas -su delantero centro-, pero apenas creó un problema serio al equipo amarillo que, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, se desperezó y encontró el camino para morder en Anoeta.

Con Tana de vuelta al once titular -Setién dejó en el banquillo a Montoro-, la línea de media puntas iluminó el camino de Las Palmas. Momo, Viera, El Zhar y el propio futbolista de San Cristóbal empezaron a combinar y de cada una de sus mezclas salía una jugada de peligro. En el minuto 37, tras un pase de Viera, el extremo franco-marroquí exigió un paradón de Rulli. Y dos minutos después, la Unión Deportiva insistió, volvió a la carga y cantó bingo: Íñigo Martínez casi le arranca la cabeza a Tana en la frontal del área pequeña, Mateu Lahoz señaló libre indirecto y Willian José prolongó su idilio con el gol, tras un toque de Momo, para hacer el 0-1 (min. 39).

La diana serenó a Las Palmas y amilanó a la Real Sociedad. Durante seis minutos, desde el tanto hasta el descanso, la Unión Deportiva hizo lo que quiso sobre el terreno de juego. Firmó un fútbol de nivel. Combinó al primer toque, con rapidez, sentido y criterio para desarmar a un rival al que no le quedó otra que plantarse en el campo a verlas venir y tratar de salir indemne. Se juntaron Viera, Momo y Tana y el juego pareció un asunto de dibujos animados. A la fiesta solo le faltó un final feliz: otro gol para liquidar el duelo. La oportunidad la tuvo El Zhar (min. 45), de nuevo tras un pase de Viera y de nuevo el extremo se topó con las manos de Rulli.

A falta de buenas ideas para romper la resistencia amarilla, la Real Sociedad tiró de orgullo para arrinconar al representativo grancanario en la reanudación. Empujó el conjunto txuri urdin con todo. Buscó las bandas para desbordar y encontrar a Jonathas, embistió con los mediocentros para ganar metros, adelantó la línea de la defensa para achicar espacios. Aplicó la teoría, cada uno de esos movimientos, con buena letra. Pero pese a ese esfuerzo, pese a tanta corrección estratégica, al equipo de Eusebio Sacristán le faltó talento para hacer realidad esa superioridad.

La reacción de la Real Sociedad se quedó en nada. Dio hasta la sensación de que el partido se podía alargar hasta el amanecer y que el conjunto local, con todo el tiempo del mundo por delante, sería incapaz de batir a Javi Varas, inmune entre tanto córner (10) y balón colgado sobre su área. Nunca puso en apuros el equipo vasco al portero de la Unión Deportiva. Jamás le exigió un paradón, una estirada imposible o un mano a mano definitivo. Y eso que lo probó todo Eusebio Sacristán que, durante el segundo tiempo, puso más talento sobre el césped. Dio entrada a Zurutuza y Granero, tal vez para ordenar por dentro el juego de su equipo -volcado por los extremos- pero el desenlace siempre fue el mismo: un caótico empeño por empatar.

Frente los arreones de la Real Sociedad, la Unión Deportiva impuso el sentido común. No concedió ni un solo error, jamás perdió de vista al rival y buscó alguna contra para acabar con la discusión. Aguantó en pie el equipo de Setién, que con 33 puntos en la mochila anda feliz por el mundo.

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