La Provincia - Diario de Las Palmas

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Las Palmas sigue en su nube

La UD vence al Valencia (2-1) tras remontar el gol inicial del cuadro che para sumar cinco triunfos en los últimos seis duelos - Viera, de penalti, y Mustafi, en propia puerta, pusieron los goles amarillos

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Ser feliz. Esa es una de las máximas que se presentan en cualquier existencia. Un punto de plenitud personal donde todo, sin casi excepción, sale bien. Los momentos malos se sobrepasan con creces para al final del día, acabar con la satisfacción de que las cosas caminan por donde te gustaría. En ese instante de totalidad se encuentra instalado desde hace más de un mes la UD Las Palmas. El equipo de Quique Setién sobrepasó ayer el gol inicial del Valencia -fruto de un error propio- para ganar por 2-1 otro partido y acumular cinco victorias en las últimas seis jornadas del campeonato. Una racha de triunfos que deja al cuadro amarillo ocho puntos por encima del descenso antes del término de la jornada, motivo más que suficiente para sentirse bien cuando faltan siete partidos para acabar el curso.

Antes de llegar a ese punto donde la UD se congratuló por el trabajo realizado, el equipo amarillo tuvo que pelear un partido que se enrevesó y de qué manera. Si Las Palmas pasa por días de lucidez con un estado de ánimo por las nubes, el Valencia es su antítesis. El cuadro ché, acostumbrado a lidiar en más días de gloria que de pena, está anclado en una temporada gris, casi negra. Ayer se plantó en el Estadio de Gran Canaria con su cuarto entrenador del curso. Esta semana, Gary Neville -el tercero de la campaña tras Nuno y el interino Voro González- abandonó el barco. El tiempo del inglés en Mestalla se acabó para dejar paso a Pako Ayestarán, que vivía ayer su primer partido como primer entrenador en España tras años a la sombra de otros estrategas. Un giro más en la banda para intentar cambiar la cara del Valencia. La incógnita táctica y anímica de los valencianistas suponía todo un reto para la UD.

En el otro lado, de entrada, Setién apostó por dar continuidad a la pareja de centrales que ganó en Anoeta con Aythami Artiles y Mauricio Lemos. Un hecho que dejó sin hueco a Pedro Bigas, el hombre fuerte de la zaga en este retorno a Primera, que no vio el partido ni desde el banquillo. El central balear se quedó en la grada un choque más tras perderse el partido ante la Real Sociedad por sanción.

El guión inicial del partido apenas tenía variación con respecto a lo que ha sido la UD Las Palmas en su feudo desde hace semanas. En Siete Palmas, la iniciativa y el balón es amarillo. No tenía por qué ocurrir nada. Del lateral derecho al izquierdo y viceversa. Roque en medio pidiendo el balón. Era una de esas circulaciones que Las Palmas repite una y otra vez en cada partido. Movimientos automáticos de un equipo que sabe a lo que juega desde hace tiempo.

No había pasado todavía, pero tanto en la grada como en el banquillo, sabían que lo que iba a ocurrir podía pasar. Porque sí, a veces las cosas salen mal. En uno de esos balones que rondan de costado a costado y pasan por Varas, la historia cambió. El guardameta sevillano, en su esquina del área pequeña, apuró demasiado el control y pase para continuar con la circulación del balón. Rodrigo metió el pie lo suficiente para que el balón, franco, se quedara sin oposición a la portería.

Todavía no se habían cumplido los tres minutos y la UD cargaba con la losa del gol que llevaba intrínseca su forma. Quedaba tiempo y Las Palmas quería resarcirse cuanto antes. Ávidos por enmendar aquel tanto, al equipo al cuadro de Setién no le sentó bien aquello. Porque las ganas por recuperar cuanto antes el pulso en el marcador dejaron a la luz un equipo ansioso sin las buenas mañas de los últimos partidos. La conducción del cuero suplió a la asociación. Viera, El Zhar, Tana y Willian entraron en eslálones inertes. Solo cuando los de delante intentaron combinar, la UD dio la sensación de llevar un peligro real. Así lo hicieron Willian, Viera, El Zhar y Roque. La clásica apertura en banda del brasileño se encontró con el '20' que, tras bailar a un par de defensores con sendos recortes abrió el balón para el francomarroquí. El pase extra llegó a los pies de Willian que disparó alto.

La mejor respuesta estaba en el fútbol, pero el Valencia tampoco lo ponía sencillo. Ayestarán plantó un centro del campo áspero, de guerra. Javi Fuego, Parejo y Danilo formaban un muro duro en la medular. Además, por delante, Alcácer, Rodrigo y Piatti presionaban bien. Un efecto que no dejaba espacio para que fluyera el balón, con el que solo Viera era capaz de conectar con constancia. Poco para acercarse con peligro al área de Diego Alves, titular ayer en lugar de Ryan.

Tampoco el Valencia era capaz de ofrecer muchos más argumentos futbolísticos para llevarse el partido. Con el botín del 0-1 y la velocidad de Piatti, Alcácer y Rodrigo le valía. Otra vez el '17' estuvo a punto de anotar en una jugada donde Aythami Artiles hizo lo suficiente para evitar el gol. Salvo eso, nada más. Posiblemente, los de Ayestarán se sentían complacidos con lo que veían. Tenían un gol nada más salir del túnel del vesturios y apenas habían encontrado dificultades en su portería. Tal y como se habían dado los últimos partidos, el 0-1 del descanso era una bendición.

Porque a partir de ahí todo cambió. Esos quince minutos de espacio que llevan una parte a la otra revolvieron las ideas de la UD, que hizo una mirada retrospectiva y recordó sus principios futbolísticos, los que mejor le han sentado. Si antes Las Palmas fue la que erró de manera inocente, el Valencia le devolvió el favor nada más comenzar la segunda mitad. Porque Javi Fuego agarró el brazo de Tana dentro del área y de espaldas a la frontal, de una manera tan clara como tonta. Con el penalti en el bote, faltaba meterlo. Hace quince días, Viera erró el último en Anoeta. La imagen previa a aquel disparo era la de Willian José pidiéndole el balón. Ese deja vú rondó de nuevo a la UD. Otra vez, los dos futbolistas, con Momo de por medio, buscaban el balón.

Una cuestión de galones que volvió a ganar Viera. Enfrente, Diego Alves, el portero que más penaltis ha parado en la historia de la Liga. El guardameta aguantó hasta el final, lo mismo que Jonathan Viera para decidirse. Un centímetro más y el brasileño hubiera sacado el balón con su pie. Pero no, el esférico entró. Empate a la vista.

La liberación

Aquel gol era justo lo que necesitaba la UD Las Palmas para olvidar lo que había sucedido en los primeros segundos del partido. Así, la vida volvió a sonreír para los de Setién. Empezando por Javi Varas, que remendó su error con una excelente intervención a Pablo Piatti nada más conseguir el empate. Presión liberada, la UD se centró en el fútbol que crecía por momentos. Eléctrico, el ritmo amarillo llevaba a acciones largas, basadas en el control y el pase con el talento de Viera, Roque, Tana o Momo como catalizadores. De esta manera, las buenas ocasiones empezaban a caer una tras otra sin acierto ante un gran Diego Alves que negó el gol a la UD.

Tuvo que ser un rebote el que pusiera por delante a los de Setién. Santos despejó un centro de Momo directo a la espalda de Mustafi. El balón tomó buena altura y Alves no lo alcanzó. Esta vez el azar -siempre buscado por el equipo insular- tocó a Las Palmas para poner el 2-1. Un resultado que pudo ampliar más si Araujo hubiera aprovechado un par de buenas ocasiones para reconciliarse con el gol, con la grada, pero sobre todo consigo mismo. Con Vicente de vuelta, Lemos sobrado o Momo ovacionado, la felicidad, otro partido más era propiedad de la UD Las Palmas.

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