La Provincia - Diario de Las Palmas

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Contracrónica

La estrella es el telonero

Momo brilla en la noche del regreso de Valerón a Riazor

Juan Carlos Valerón, ovacionado por Riazor, salta al césped. J. ROLLER / LA OPINIÓN DE LA CORUÑA

A los aficionados del Deportivo de La Coruña que ayer, en solemne peregrinación, fueron a Riazor para ver jugar a Juan Carlos Valerón les ocurrió lo mismo que a todos los espectadores que en octubre de 1964, con motivo del TAMI Show, se plantaron en el Santa Monica Civic Auditorium (California; Estados Unidos) para escuchar a los Rolling Stones: fliparon con el espectáculo ofrecido antes por James Brown, que actuó como telonero de Sus Satánicas Majestadas por imperativo del mánager de la banda británica. Anoche, lejos de aquel recuerdo musical, a orillas del Océano Atlántico, sucedió algo similar: mientras las miradas buscaban al 21 de la Unión Deportiva Las Palmas en su vuelta a Galicia como si se tratara del mismísimo Mick Jagger, las meigas bailaron el I Feel Good al son que impuso Momo, convertido en la reencarnación del Padrino del Soul, sobre el césped.

Transformado en un equipo corriente por repetición y horizontalidad, ahogado entre pases cortos que le llevaban de banda a banda sin hacer cosquillas al adversario de turno, la Unión Deportiva palmaba al inicio de la segunda parte sin saber muy bien qué había hecho para merecer eso. Un pelotazo de Fernando Navarro, con el exterior del pie izquierdo, cayó con escarcha y granizo en el corazón del área de Las Palmas para habilitar una carrera, casi por casualidad, de Lucas Pérez. El delantero, tocado por la divinidad este curso, firmó el 1-0 (min. 47) para el Deportivo y penalizó la poca maldad del equipo amarillo, feliz con la pelota, pero desdentado para morder en ataque.

La posesión del balón, a esas alturas de la película, era de la Unión Deportiva -el 65% del total- y el triunfo virtual colgaba del cuello del Dépor, un desajuste que corrigió Momo, casi de inmediato, con una obra de arte. Porque así, como una maravilla, es la única manera de describir el pase que el extremo de Las Torres -ya más tiralíneas que velocista- dibujó al desmarque de Araujo para que el delantero argentino, que no celebraba una diana propia desde el 30 de diciembre del año pasado, rompiera su sequía goleadora en su regreso al once titular -Willian José fue baja por sanción-.

Diagonal perfecta

El reloj señalaba el minuto 58 cuando Momo, lejos de la zona de ataque, se dejó caer por la posición de medio volante. Allí, escorado ligeramente hacia la izquierda, trazó una diagonal con su zurda que dejó al aire las vergüenzas de toda la defensa local. Tras el toque del futbolista de Las Torres con su pie siniestro, tan delicado como lleno de maldad, la pelota circuló unos veinte metros a ras de césped y a su paso se desmoronaron, como las piezas de un dominó que se desploman detrás la primera ficha, todos los futbolistas blanquiazules que estaban en el radio de acción del balón y acabaron rendidos a la evidencia: el esférico era inalcanzable, igual que la carrera de Araujo hacia Manu Fernández. El Chino, mano a mano, remató, registró en la caja el empate y recordó a aquel atacante que iluminó el camino del ascenso hasta la Primera División.

Momo, al igual que Valerón, regresó anoche a Riazor. Momo, a diferencia de Valerón, no triunfó en el Deportivo de La Coruña. Y Momo, a diferencia de Valerón, ayer fue decisivo en el partido que cerró la jornada 32 de la Liga BBVA, esa especie de Reserva de la Biosfera futbolística que el próximo año volverá a ser el hábitat de la Unión Deportiva que, con 39 puntos en el bolsillo, ya celebra la permanencia virtual en Primera División -la zona de descenso está a 11 puntos de distancia cuando restan por disputarse seis partidos-.

Birlado a Las Palmas en 2004 por Augusto César Lendoiro, a cuenta de aquella deuda casi eterna por el traspaso de Gabi Schürrer, Momo no gozó de oportunidades ni de continuidad para brillar vestido de blanquiazul. En otro Dépor, que por aquel entonces aspiraba a pelear los títulos a Real Madrid y FC Barcelona, el futbolista de Las Torres sólo pudo disputar cinco partidos con el conjunto gallego durante la campaña 2005-06. Sin hueco en las plantillas del equipo coruñés, el extremo grancanario acumuló cesiones -Albacete y Racing de Santander- hasta encontrar su sitio en el Xerez Deportivo.

La delicia de Momo, además de lanzar a Las Palmas hacia la conquista de Riazor -faena que luego remataron David García y Araujo con otros dos goles-, describe mucho más. Hace cinco meses, cuando entre los parroquianos amarillos sólo se escuchaba un temor -"se acerca el invierno", miedo que se repetía en las gradas del Estadio de Gran Canaria entre ataques de pánico como si todos fueran habitantes de Invernalia-, el extremo aparecía señalado como si se tratara ya de un exfutbolista en esa extraña tendencia del entorno de la Unión Deportiva por lanzarse a los extremos -del drama ante la derrota a la euforia por la victoria-.

Momo aguardó por su oportunidad, no se desesperó plantado en el fondo del banquillo, como una vieja prenda perdida en un armario, y cuando Quique Setién le dio una plaza en el once titular rebuscó en su valija y puso a disposición del grupo su talento y su experiencia. Con 33 años, demostró que al fútbol aún se juega a través de la pelota. Y a partir de esa lectura entendió como pocos el método del entrenador que ha certificado la continuidad de Las Palmas entre la élite.

Si buena es la noticia que la Unión Deportiva ya tiene la permanencia en el bolsillo, excelente es comprobar que ha alcanzado esa hazaña, al igual que Momo juega al fútbol, sin renunciar a su manera de ser. Ha reservado plaza en Primera División para el próximo ejercicio con una plantilla repleta de jugadores canarios, sin perder el norte ni el sosiego cuando se abrió la ventana del mercado de fichajes en enero y sin renunciar a la pelota como aliada. La apuesta por Quique Setién, la tozudez de Toni Cruz -director deportivo del club- y Luis Helguera -secretario técnico de la entidad- por elegir al cántabro pese al anhelo de Miguel Ángel Ramírez -presidente- por recuperar a Miguel Ángel Brindisi, ha resultado ganadora.

La UD Las Palmas, en La Coruña, firmó un bello capítulo de su historia, una especie de entremés hacia algo más grande que le reserva el futuro. Lo hizo en una noche especial, la de la vuelta de Valerón a Riazor. La misma en la que Momo demostró que se es grande por una cuestión de actitud, la misma que demostró James Brown en aquel festival de California. Jamás volvió a ser telonero de los Rolling Stones.

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