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La contracrónica (34a jornada)

La nada y el efecto Vicandi

La UD, que no tiró a portería, se replegó tras la roja del árbitro vasco a Aythami

La nada y el efecto Vicandi LOF

Fin de fiesta con el esmoquin de visitante. Game over para el matagigantes foráneo más despiadado del planeta glamour. La UD puso fin ayer a su racha explosiva de cuatro triunfos consecutivos lejos del Gran Canaria -ante Eibar (0-1), Villarreal (0-1), Real Sociedad (0-1) y Dépor (1-3)- tras sucumbir, con diez, ante un Real Betis renacido tras la roja de Aythami Artiles. Ese fatídico minuto 40 marcó un duelo soporífero en su primera media hora, que se animó a golpe de tarjeta. El colegiado vasco Vicandi Garrido amonestó por partida doble al zaguero sureño (32' y 40') y en el 83 llegaría el tanto definitivo de Van Wolfswinkel.

Willian José (68') y Cejudo (80') también se 'ganaron' la amarilla. En la desastrosa actuación del juez de la contienda, obvió una entrada criminal de Molinero al lateral vasco Javier Garrido que se quedó en mera anécdota. Fue en el minuto 17 y pudo marcar un encuentro, en el que el afamado Vicandi sí acertó al anular un tanto en posición de fuera de juego de Rubén Castro.

Al término del duelo, David García, para la televisión de la Liga, Nili y Tana, en la emisora oficial del club amarillo, se hacían eco del terremoto Vicandi y su efecto devastador. Un elemento crucial en la derrota. "Ha marcado el encuentro con la expulsión. Ahí cambio todo; hemos tenido que completar un gran trabajo en inferioridad", resaltaba el capitán de Maspalomas. "Fue desde el principio", advertía Tana, que se quedó en la caseta en el 45, para dar entrada a David Simón, inédito en la UD desde la visita a El Madrigal (5 de marzo). Por su parte, el extremo Nili tampoco salía de su asombro y lamentaba la falta de criterio.

El Betis-UD, que estaba marcado en la hoja de ruta como un duelo sin tensión, con dos conjuntos prácticamente salvados, dejó 26 faltas -14 de los béticos-. En ese choque de trenes, la UD salió mal parada por la controvertida determinación en el minuto 40. Aythami, tras dejar los tacos en el muslo de Petros, de forma involuntaria, trató de frenar una cabalgada de Rubén Castro, nueve minutos después. La acción, casi cómica -un leve empujón, a lo que cabe sumar la habilidad del Moña-, dejó a la zaga amarilla en cuadro.

Nuevo orden defensivo

¿Qué pasó tras el terremoto Garrido? ¿Cómo reacción la pizarra mágica de Setién? Entraría el citado Simón, seis jornadas después, en el 46 como recambio en el costado derecho. El técnico cántabro eliminó la opción Mauricio Lemos -que había jugado de inicio en las últimas cinco jornadas a un nivel brillante- y trasladó a David García a la posición de central. Bigas y Garrido seguirían hasta el final de la batalla.

Cabe recordar que el capitán de Maspalomas no jugaba en la posición de central desde la 22ª jornada ante el Celta de Vigo en el Gran Canaria (31 de enero). Sin Aythami, y con Tana en la caseta, la UD careció de profundidad. Tampoco la tuvo antes de la roja, para acabar el duelo con la pobre cifra de tres remates -ninguno a portería-.

La propuesta barroca de Setién, que ha logrado 38 goles, seis victorias en las últimas nueve jornadas, pasó de puntillas. Los ejecutores, como Willian José, Tana, Momo, Vicente Gómez o Nabil El Zhar, no pudieron probar los reflejos de Adán. En pocos partidos, se ha quedado el ejército amarillo con un '0' en el casillero de pólvora. Y eso, que en la primera media hora, el dominio fue para los de Setién de forma insultante. Acariciaron el 70% de balón, una cifra imperial que desató una tormenta de silbidos y críticos en el Villamarín. Estaba muerto el Betis.

Con Vicente y Montoro, haciende Jonathan Viera y Roque Mesa -que se quedaron en la Isla por determinación técnica-, la UD marcó la pauta del pulso con su etiqueta de sinfonía. Tras el gol anulado a Rubén Castro, los de Setién se animaron. Un centro de Momo, que estuvo a un nivel notable, se quedó por el camino ante la llegada de Aythami Artiles en el punto de penalti.

Solo la osadía de Tana portaba la antorcha para acabar con la dictadura de las tinieblas. En el minuto 27, Raúl Lizoain tuvo que lucir los puños ante la insistencia de Rubén. Petros forzó el tercer saque de esquina consecutivo. Era minutos de asedio. Un infierno para Raúl, pero que supo manejar son aplomo.

Dominio y castigo

Cuando los amarillos lucían un 68% de posesión y la película era de Walt Disney, despertó el pánico. Aythami Artiles padecía en nueve minutos una expulsión récord. El contacto con Petros -que le dejó la marca en el muslo al centrocampista brasileño- activó la pesadilla. Llegaría un balón largo de Ceballos y el ligero empujón que aprovechó Vicandi Garrido para expulsar al marcador central sureño. Mutaron los roles de forma radical. El Betis se hizo el amo y señor. La UD, marcada por el agotamiento, quiso esperar una contra de fuego para asestar una puñalada definitiva. Como ya pasó en Balaídos, bajo la mano de Paco Herrera, cuando los amarillos con Simón pusieron patas arriba el templo celeste en la primera vuelta. El resto de las incorporaciones en ese acto de padecimiento -Nabil y Hernán- apenas pudieron lucir su poderío. El Betis monopolizó todo el bagaje ofensivo con un recital de valentía en el segundo acto.

Musonda, una bala, cedida por el Chelsea al ejército de Heliópolis, Van Wolfswinkel y Álvaro Cejudo saltaron al verde. En el costado derecho, el internacional belga y el ex de la UD provocaron que Garrido luciese su impronta de pit bull. Un animal de presa, que se dejó el alma para taponar toda las penetraciones. Pero fue Ceballos, con un pase interior de genio, y que pilló con el pie cambiado a David García y Bigas, lo que dejó una autopista libre para el pistolero holandés.

Van Wolfswinkel, tras un gran control en la frontal, burló la salida de Raúl Lizoain. El guardián del infierno amarillo no pudo con una pelota imposible que se coló en su jardín. Soberbia acción técnica del bético, que fue el epitafio a la resistencia de una UD eterna. El esfuerzo terminó en tragedia. Un patinazo sin efectos colaterales. Con la salvación en la mano (40 puntos), la UD ya reta este viernes al Espanyol en el Gran Canaria. La falta de pegada y el efecto Vicandi Garrido arruinaron el sueño de un vestuario eterno. La etiqueta de matagigantes fue presa de las llamas. A la quinta salida consecutiva, llegó el fin.

Y no fue en un escenario cariñoso para la legión de gofio. Una maldición llamada Benito Villamarín. La propuesta de seda de la UD saltó por los aires en el templo verde. El cuadro de Setién, que no gana en Heliópolis desde 1978, tendrá que seguir esperando. El rigor defensivo -en esta fase mágica que se inició en Ipurua ante el Eibar (26 de febrero) solo han recibido los tantos de Lucas Pérez en Riazor y el de ayer- sufrió el examen más titánico. Joaquín, Rubén Castro, Ceballos, Musonda... La invasión verdiblanca resultó imposible de frenar. Venganza ante el Espanyol. La UD se levanta para repetir su estirpe de inmortal.

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