La Provincia - Diario de Las Palmas

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El análisis táctico de una noche mágica

Romario-Bigas, la sociedad perfecta

Viera y el defensa participaron en dos de los goles amarillos - Talento y físico acudieron al rescate

Viera pugna con Hernán Pérez. Q. Curbelo

Los roles de una noche de éxtasis. Las vidas de una estrella y el efecto devastador de un zaguero con alma de artillero. La aportación del mediapunta Jonathan Viera resultó crucial para derribar la resistencia periquita. Un gol, dos asistencias y la sombra de atacante sublime. En la zaga, encontró al mejor amigo.

El latir de la bestia amarilla. Festival pirotécnico de pólvora para sellar el pasaporte hacia el paraíso eterno -solo falta el tropiezo del Sporting de Gijón esta noche en el Camp Nou para que ya sea matemático-. Esta racha bendita [siete triunfos en las últimas diez jornadas] han servido para dilapidar los fantasmas de la categoría maldita. Llega un final plácido de travesía. Se acercan tres jornadas para estirar la hoja de ruta experimental. La dictadura de las rotaciones seguirá su curso.

Un baile de piezas, que ayer tuvo un nuevo capítulo de frenesí. En referencia al penúltimo once ante el Betis en el Villamarín, Setién incorporó hasta seis novedades -David Simón, Lemos, Dani Castellano, Roque Mesa, Jonathan Viera y Nabil El Zhar-. Tras una puesta en escena poderosa, la UD se fue diluyendo con el paso de los minutos. Durante algunas fases, la sombra tenebrosa del empate ante el Sporting sobrevoló el partenón amarillo. Simón y Diop fueron amonestados. Corría el minuto 10 y algo fallaba en la sala de máquinas grancanaria. La propuesta de caviar sufría un virus informático. Pánico en el partenón. La presencia del atleta Diop secó a Roque, que tuvo que cambiar su posición con Vicente Gómez (33').

Atasco en la medular

La UD de Setién terminó con 14 remates -9 a portería- y lució el 62,2% de la posesión ante el RCD Espanyol. Cuatro dianas en 49 minutos. El primer gol de Nabil El Zhar (46') marca el despegue definitivo. En el último suspiro del primer tiempo, los amarillos encontraron la perfección. Pero antes, para darle cuerda al enemigo. Los de Setién cayeron en la trampa. No vieron la luz en el laberinto. Caían los minutos y no había forma de poner en apuros al arquero Arla. Un tiro de Nabil (18'), otro de Viera (21') y poco más...

La batalla tenía mala pinta. El bloque isleño completó más faltas -14 por 9 de los periquitos- y en esa primera media hora perdió el control del pulso. La fórmula Roque-Vicente-Viera no fue el atajo hacia la tierra prometida. Hernán Pérez, Marco Asensio y Burgui revolucionaron la propuesta de Galca. Tras la marcha del lesionado Abraham (13'), los visitantes desperdiciaron su instante. Y entonces, la sinfonía brasileña recuperó su partitura de fuego.

Majestuoso Romario

Superado el kilómetro 40 del encuentro, Jonathan Viera dinamitó la maldita ley de la táctica. Fue el amo y señor del encuentro, con un pase de genio para Nabil El Zhar. Habilitó de forma imperial para que el marroquí fusilase a Arla de tiro cruzado. Ahí se acabó la resistencia del Espanyol y comenzó la fiesta de gofio. Vendaval de talento. En un ejercicio de arrogancia, demostrando su fantasía, logró su octavo tanto y brindó otra asistencia a balón parado. ¿Quién para a Romario?

Nueve por sorpresa

Central con alma de artillero. El zaguero mallorquín Pedro Bigas fue eterno con una actuación memorable. Completísima en las dos facetas, tanto en la defensiva, en su lucha por congelar a Gerard, como con la entrada de Mamodou en el tramo final de la batalla. Y en ataque, con unas subidas claves en la gestación de los dos primeros goles de Nabil El Zhar y Jonathan Viera. Su lectura prodigiosa del juego le hizo convertirse en una herramienta mortal. Apariciones milagrosas, fuera del curso natural para reventar la línea defensiva de un Espanyol, que se matuvo vivo durante 40 minutos.

A la poesía de Romario, Bigas fue la pieza clave en el resurgir. Que aportó rigor y cordura en los instantes más dramáticos. Así como el tanto de Wakaso, que terminó aclamado. Una volea a la escuadra, tras un toque de cabeza de Willian. El ghanés se lo dedicó a Juan Naranjo, fisioterapeuta del club amarillo.

Hernán para todo

Al cambio de posición de Roque Mesa -se adelantó para dejarle a Vicente el timón-, cabe reseñar la entrada de Hernán Santana. Completó el triángulo mágico -con Roque y Viera- pero tuvo que terminar de central tras la retirada por lesión de Lemos. Valerón terminó de mediapunta, con Willian como referente ofensivo. Un sello despiadado, que alcanza la orilla de forma insultante. Todo gracias a Romario.

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