La Provincia - Diario de Las Palmas

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El análisis táctico

Como cuchillos en la mantequilla

Los estropicios que Viera y Tana creaban entre líneas, los 'reponía' atrás una UD muy endeble

Cristiano Biraghi escapa de Tana

Noche de contrastes en Granada. Apareció la UD de las dos caras. Con chispa y electricidad cuando sus estiletes rompían al Granada entre líneas, y la más sombría a la hora de recular y mostrarse expeditiva. En ambas áreas, los atacantes eran como cuchillos haciendo sangre constantemente a su rival.

El vendaval amarillo en los albores del choque en el Nuevo Los Cármenes de Granada hacÍa presagiar una noche de gloria. La apuesta de Quique Setién en la medular amarilla, con Roque Mesa brillando como director de orquesta y la fogosidad y acierto ante el gol de Jonathan Viera, con las aportaciones de Tana en sus incursiones hacia el centro, parecía un acierto.

La imagen del primer tanto de los amarillos era la clara expresión de un equipo que quería morder. Presión, toque fácil y llegada en tropel de la medular. La magia de Jonathan Viera puso el resto. Y sin tiempo para digerir el papazo del de La Feria, otro, aunque eso sí, con más suerte que magia.

Pero esa lucidez ofensiva se tornaba en endeblez cuando tocaba defender, porque la medular de la UD Las Palmas tampoco podía frenar el juego a la espalda de Montoro y Roque. Y la cosa aún se complicaba más con la indolencia de los insulares a la hora de defender los balones a balón parado.

Con el paso de los minutos, ambos aspectos se fueron agrandando. El centro del campo dispuesto por Quique Setién, con Tana abandonando constantemente la línea de cal de la banda derecha para engarzar jugada al pase corto con el mediocentro teldense y su compi Jonathan Viera. Toque al pie, fútbol de apoyo y rapidez. En busca de ese balón final para Araujo... Otro gallo hubiese cantado si El Chino hubiese explotado su olfato goleador de antaño, pero no acaba de encontrase ni se le espera, parece, de aquí al final.

Quizás, al juego interior de los amarillos en ataque le faltó más profundidad por las bandas, con las apariciones sobre todo de David Simón por la banda derecha aprovechando el pasillo que dejaba Tana en sus diagonales en vertical hacia el centro. Por la sinestra, entre Wakaso y Javi Garrido apenas producían.

Pero ese desparpajo ofensivo de la UD Las Palmas no estuvo acompañado de la tensión competitiva que se debe tener en las tareas de destrucción a fin de mantener el equilibrio necesario para sumar. Y más cuando el conjunto de Quique Setién se puso con 0-2 a los doce minutos de juego.

Tanto extrañaba esa falta de ímpetu de los amarillos como el de su rival, que se jugaba la vida y parecía no morder como se le presupone debe hacerlo alguien que está asomado al abismo. Tuvo la fortuna el cuadro granadino de, casi en los mismos minutos que su adversario, restablecer la igualdad.

Para más inri, la endeblez insular alcanzó su máxima expresión en el empate a dos goles. En una jugada a balón parado con un rival anotando en el área pequeña libre de marca, o sea, lo que en todos los manuales se indica no hacer en un lance de este estilo.

Con la magua de dilapidar una ventaja que esta UD Las Palmas no hubiese dejado escapar hace sólo algunas jornadas, el descanso dio una tregua a ambos contendientes sobre el césped del Nuevo Los Cármenes. A los que creían en un cambio de escenario para la segunda mitad, equivocaron sus presagios.

Posesión, juego de toque y rapidez de las acciones, de nuevo con el protagonismo de Jonathan Viera y Tana, bastaban a la UD Las Palmas para meter el miedo en el cuerpo al Granada, que tampoco tenía que hacer grandes alardes para conseguir poner en apuros a Raúl Lizoain y una defensa a la que le temblaban las piernas.

Quique Setién se decidió por oxigenar al equipo, pero sin variar el dibujo táctico. Y la primera en la frente, ya que justo después de que Hernán entrara por un mermado Montoro, en otra cantada de la zaga, el Granada se ponía por delante. Luego intentó encontrar la profundidad de Momo por la zurda, por donde los amarillos apenas habían inquietado.

Y para colmo, en una decisión poco comprendida por muchos, Quique Setién decide terminar el encuentro con un eje de la medular tan inédito como sorprendente. La aparición de Ángel López, casi sin minutos durante toda la temporada, por Roque Mesa, bastión del entrenador cántabro en lo que llevamos de campaña, parecía, y fue, una claudicación, o muchos lo entendieron así.

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