Sin nada más en juego que la honra, la Unión Deportiva Las Palmas descubrió ayer en La Rosaleda que sin intensidad sobre el terreno de juego no es nadie. Con la pelota pegada al pie, si junta y ordena a todos los futbolistas de ataque que tiene a través del balón, puede llegar a ser un equipo magnífico, capaz de pintarle la cara a cualquier rival, pero si a eso no le añade una cucharadita de energía y un punto de mala leche se convierte en un conjunto vulgar, en uno del montón. Conviene recordar la lección porque todo eso, ese maridaje de conductas y talantes, se dio la mañana de este domingo en el partido que cerró el curso 2015-16, un encuentro que resolvió el Málaga CF con una goleada (4-1) justo cuando el cuadro amarillo optó por bajar la guardia y adelantar unos minutos su salida de la oficina para iniciar las vacaciones.

El resultado, una exageración por los méritos contraídos por ambos bandos, sirve como aviso para el futuro. Nada más -ni nada grave-. No empaña ni emborrona la trayectoria trazada por la Unión Deportiva durante los últimos meses, un tramo del campeonato en el que sumó más victorias de las requeridas para abrazar la permanencia en Primera División -el reto que se marcó en agosto al iniciar el camino y que alcanzó sobrado- y en el que jugó tan bien al fútbol que deja algunos momentos para el recuerdo. Porque si algún día se conmemorará a este grupo de jugadores y técnicos será más por la evocación de momentos puntuales -el meneo al Valencia CF en la segunda parte del duelo disputado en el Estadio de Gran Canaria, el baño al RCD Espanyol o los apuros en los que puso al Real Madrid con la pelota en medio- que por los resultados encadenados.

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Eso es lo que deja en la memoria una temporada que acabó ayer con una fiesta en La Rosaleda -la afición local, durante varias fases del encuentro, entonó el "Pío pío" -, celebración en la que Guillermo Ochoa -portero del Málaga CF- firmó una exhibición. Porque si bien es cierto que Las Palmas sufrió un bajón para replegar, defender y presionar al rival, también lo es que el guardameta mexicano -suplente habitual de Kameni en las filas del conjunto costasoleño- lo paró casi todo para ser el mejor de su equipo. Contra su figura chocaron El Zhar -en varias ocasiones-, Tana, Momo y Willian José y por ahí, en parte, también se diluyeron las opciones de victoria para el representativo grancanario, que en la última jornada de la campaña buscaba la posibilidad de acabar noveno en la clasificación y con una suma de 47 puntos en la mochila.

Para alcanzar ambos desafíos, Quique Setién no se dejó nada en el vestuario. En liza puso un once que pudo ser titular en los días de vino y rosas de la Unión Deportiva. Mantuvo a Raúl Lizoain bajo el arco, juntó a Mauricio Lemos -de vuelta tras dos semanas de baja- y Pedro Bigas en el centro de la defensa, dispuso a David García y Dani Castellano en los laterales, clavó en el centro del campo -con poderes de ordeno y mando- a Roque Mesa, dio los extremos a El Zhar y Momo, mezcló en la mediapunta a Jonathan Viera y Tana y en la delantera le dio el nueve y todos los minutos a Willian José. Sobre el campo, pese a que no había nada en juego más allá de algunos guiños para la estadística, el entrenador cántabro puso lo mejor de lo mejor. Y eso, de entrada, provocó que Las Palmas suscribiera un buen arranque de partido.

Porque la composición de la alineación amarilla, toda una declaración de intenciones, combinó bien con la ambición local. El Málaga CF, en una situación casi idéntica a la de la Unión Deportiva -con un punto más al inicio de la jornada y sólo con el honor en disputa-, salió bravo, con las líneas adelantadas, lanzado en la presión sobre la salida de balón del conjunto insular y dispuesto a morder en cada acción. Ese arrojo pilló por sorpresa al cuadro de Setién, al que algunas pérdidas de la pelota en los primeros compases del envite le generaron algún dolor de cabeza -Charles y Cop, en los minutos 2 y 10, dispusieron de dos buenas oportunidades de gol que resolvió bien Raúl Lizoain-.

Un cabezazo de Willian José, tras uno de los medidos centros de Momo que parecen eternos y que repelió un poste (min. 20), fue lo mejor de Las Palmas al inicio del baile, intervalo en el que el Málaga CF marcaba el compás con tres sencillos movimientos: Camacho o Recio rebañaban la pelota por la medular, algunos de sus jugadores de banda colgaban el balón al área y por allí aparecían Charles o Cop, con la caña dispuesta, para pescar una oportunidad. Así, más o menos, llegó el 1-0. Aunque en esta ecuación toca añadir otro elemento: el error propio del conjunto insular. Dani Castellano perdió la posesión del esférico en una zona caliente, Miguel Torres centró y Cop, en acrobático remate, firmó la primera diana del pulso (min. 25).

La Unión Deportiva aceptó el desafío y, después de varios zarandeos, no se achicó. Se levantó del suelo, se sacudió el polvo de los hombros, se arregló el peinado y se puso manos a la obra. Empezó por la pelota, que se la quedó. Y por ahí comenzaron a carburar Roque, Jonathan Viera y Tana. Los tres aparecieron para encarar al Málaga CF, para ser verticales y para lanzar al equipo. Momo y El Zhar asomaron por los extremos y Willian José, tras ensayar y errar, firmó el empate cinco minutos después del tanto de Cop.

El Zhar lanzó un córner largo y bombeado hasta casi una punta del área, por donde estaba Tana que, con un toque preciso, casi de cirujano, encontró al delantero brasileño que, en el otro palo, remató a bocajarro para batir a Ochoa (1-1, min. 30). Fue la única ocasión en la que el portero mexicano aceptó la derrota, empeño que marcó el siguiente ramal del partido, un tramo en el que desbarató dos ocasiones -casi seguidas- de El Zhar y Tana para sostener en pie a un Málaga CF que, antes del descanso se cobró ventaja en el marcador a partir de un penalti inexistente -el balón golpeó en el lomo de Lemos, no en su brazo, tras un remate de Juanpi en la frontal del área-. Charles, en el alargue del primer tiempo (min. 45+1) transformó la pena máxima.

Ahí se acabó la resistencia de Las Palmas, que en la reanudación se puso a pensar en la toalla, la hamaca, la crema solar y los merecidos baños de verano en el mar. Poco a poco, el equipo de Setién se dejó llevar. Dejó de presionar, permitió un pasillo de transiciones rápidas y retiró la pierna para robar balones para acabar arrollado por el Málaga CF, que en los últimos minutos del partido penó la desidia amarilla con dos dianas más: Atsu (3-1, min. 83) y Charles (min. 85).