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Ángel, el último superviviente

El único jugador en la historia del club que había competido en Primera con la UD tanto en el Insular como en el Gran Canaria rescinde su contrato

Un hilo muy fino unía esta etapa de la UD Las Palmas en Primera División con la anterior, la de comienzos de siglo. En nada se asemeja esta aventura con la que duró dos cursos, entre 2000 y 2002. Ni la UD es el mismo club ni esta Primera División se parece a aquella. La entidad juega en otro estadio, ha saldado su deuda, apuesta por la cantera y está en el camino hacia una necesaria modernización. Todo ello se lo ha permitido su gestión, pero también la nueva dimensión en la que se encuentra la Liga. Es otro mundo.

Aún así, había algo que servía de nexo entre ambas etapas. Un punto de romanticismo. Hasta el martes. Porque Ángel López, de 35 años, llegó a un acuerdo para rescindir el año de contrato que le quedaba. El desenlace estaba cantado desde que a final del curso pasado, en el que apenas disputó tres partidos por una serie de lesiones, Quique Setién le explicara que no contaba con él. De esta manera se acaba la segunda etapa en la UD del jugador de Pozo Izquierdo. El lateral era el último superviviente, un jugador que quedará en la historia del club por, entre otras cosas, ser el único que ha jugado de amarillo en Primera División tanto en el Estadio Insular como en el Estadio de Gran Canaria.

Se va con un registro de 144 partidos disputados con el primer equipo, entre ellos 63 en Primera División. Llegó al club siendo un niño y pasó por todas las categorías de base del mismo hasta su debut, todavía con 19 años, el 23 de septiembre de 2000. Fue en la tercera jornada, con el equipo ya en Primera División, y en un duelo ante el Valladolid en el Insular.

Formó parte de la camada de canteranos, junto a Jorge Larena, Antonio Guayre, Rubén Castro, Orlando Quintana, Alberto Hernández y Carmelo que se asomaron a la élite con la UD en Primera División. A Ángel, único internacional de esta generación junto a Guayre, le hizo debutar Sergio Kresic muy pronto. Empezó como interior derecho y también ha jugado como mediocentro, pero con el paso de los años se asentó en el lateral derecho, demarcación en la que ha logrado sus mayores éxitos.

Titular indiscutible en la UD con sólo 20 años, en su segundo curso en Primera de la mano de Fernando Vázquez, el club insular sufrió el descenso a Segunda. Pero Ángel, con muchas ofertas para seguir en Primera, aguantó medio año de amarillo. Fue en el mercado de enero de 2003 cuando se marchó al Celta de Vigo por 1,4 millones de euros. Su último encuentro de amarillo lo disputó ante el Tenerife en la 20a jornada de Liga.

En el conjunto gallego fue titular desde su llegada y pasó del cielo de jugar la Liga de Campeones al infierno del descenso a Segunda en poco tiempo. Su rendimiento le valió para debutar con la selección española en noviembre de 2006 y acabó participando en cinco partidos con España.

En 2007, tras un nuevo descenso, se marchó al Villarreal por una cantidad que rondaba los 6 millones de euros, uno de los traspasos más altos de la historia de un jugador grancanario. En el conjunto de El Madrigal consiguió también grandes éxitos, alcanzando el subcampeonato de Liga y los cuartos de final de la Champions. Tras una de sus graves lesiones de rodilla y el descenso a Segunda en 2012 se marchó al Betis, con el que jugó otros 11 partidos en Primera.

Perdida ya la continuidad en la máxima categoría, Ángel firmó con la UD Las Palmas, un movimiento más de la lluvia de retornos de jugadores de la casa a la Isla. Se reencontró así con Momo, Aythami Artiles, Nauzet Alemán o Juan Carlos Valerón para formar parte del núcleo duro del vestuario. Su ascendencia sobre los demás siempre ha sido una de las más sanas dentro del grupo. Líder silencioso, también ha sabido cuándo levantar la voz para poner orden.

En los dos primeros cursos de su regreso fue indiscutible con un total de 70 partidos. Con Sergio Lobera fue incuestionable en el lateral derecho, su posición natural, y sufrió en sus carnes sobre el césped el Cordobazo. Pero al curso siguiente se desquitó. Ante la pujanza de David Simón y las lesiones de Dani Castellano le encontró Paco Herrera un hueco en la izquierda. No estaba acostumbrado a ese rol, pero dio una gran estabilidad a la defensa del equipo, una de las claves en la promoción de ascenso.

En este último curso otra grave lesión de rodilla en pretemporada le condicionó y apenas jugó 3 partidos, aunque pudo llegar a la redonda cifra de 300 partidos en Primera y convertirse en un jugador único en la historia de la UD.

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