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UD Las Palmas La contracrónica

La raza gana a la excelencia técnica

El punto será más recordado por el gol de fe de David García que por el monólogo de los amarillos

La raza gana a la excelencia técnica

Plegados a la tiranía del resultadismo, el punto conquistado por la UD Las Palmas en Pamplona será recordado más por el gol de raza de David García cuando el encuentro agonizaba que por el dominio abrumador que ejerció el conjunto grancanario sobre el tapete de El Sadar. La superioridad amarilla sobre Osasuna fue manifiesta desde el minuto uno hasta el pitido final. Y durante todo ese periodo de tiempo, los de Quique Setién siempre quisieron hacer más cosas por ganar que un rival sin argumentos futbolísticos de peso, y que corre un peligro evidente de no permanecer una temporada más en la máxima categoría. Cómo estarán las cosas en el cuadro navarro, que un tanto en el primer minuto a favor casi provoca un infarto en su entrenador, Enrique Martín; si hubiese sido en contra, igual a estas horas seguía ingresado en la UVI de cualquier hospital local.

A pesar de las adversidades, con dos lances trágicos para la UD en momentos sicológicos del encuentro -el primero sin tiempo para colocarse sobre el terreno de juego y el segundo cuando el descanso tocaba a las puertas-, Las Palmas no varió el guión que le ha llevado a ser reconocible en todo estadio que pisa desde que apareció en escena su actual entrenador.

El dato de posesión de balón en el choque de ayer en El Sadar resulta inapelable (79,5 por ciento de los insulares por el 20,5 de los pamplonicas). Los más agnósticos, los que disfrutan menos del famoso tiqui taca y más si como en esta ocasión se mostraba inoperante, criticarán la falta de pegada, pero se les puede dar varios argumentos para desbaratar sus tesis.

Uno, ante un rival arrinconado en su propia portería, con una acumulación de jugadores bárbara delante de su portero, el buscar el hueco para sorprender y crear peligro se hace casi imposible. Otro, el control del balón; si tienes al rival corriendo desesperadamente durante sesenta o setenta minutos de partido tras la pelota, lo más lógico es que se vaya mermando su poder físico -a no ser que sus futbolistas sean corredores de fondo-, y entonces esos huecos que lleven a la portería aparecen como por arte de magia.

Si no hubiese aparecido la inocente mano de Prince en los albores del encuentro y si Aythami no hubiese cabeceado hacia atrás su despeje cuando la primera parte languidecía, el dominio de la UD seguramente hubiera dado sus frutos como los dio finalmente en El Sadar. Y no en forma de empate, sino de victoria. Porque Osasuna, aparte de los goles anotados y que supusieron un 2-0 inmerecidísimo, no hizo nada de nada en el apartado de ataque.

Por ello, hay que aplaudir la tarea de Quique Setién a la hora de que sus jugadores crean en el estilo futbolístico que él propugna, y que ellos tengan fe en esa filosofía, sin abandonarla sea cual sea la situación del encuentro. Por ejemplo, ayer, viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos, se les podría haber pasado por la cabeza renunciar a la circulación de pelota, a la búsqueda de la asociación con otro compañero como vía para crear peligro, e intentarlo con un fútbol directo en pos de la llegada rápida al área rival. No fue así, pero la apuesta tuvo su efecto, aunque tardara mucho en llegar.

Rotaciones

Podemos decir que en El Sadar, Quique Setién, por segunda vez esta temporada, tiró de las ya manidas rotaciones, ya sea por un motivo u otro. Y cuando cayó el 1-0 nada más arrancar el choque, la mente de muchos rememoraba lo ocurrido hace poco más de una semana en Anoeta, cuando los amarillos claudicaron ante una Real Sociedad que les pasó por encima.

Felizmente, eso sí ante un rival muy inferior al que fue el conjunto donostiarra, la UD supo rehacerse del mazazo inicial y mostró otras hechuras muy distintas a las que exhibió en Donosti, donde el descalabro resultó mayúsculo.

De no haber aparecido David García en Pamplona para erigirse en salvador de las huestes que él capitanea, a estas horas las orejas del entrenador cántabro arderían ante las críticas que se estarían vertiendo en contra de su decisión de hacer los cambios que realizó ayer en el once titular que opuso a Osasuna en tierras navarras.

El técnico de la UD Las Palmas, con estos retoques y con los que ha ido haciendo a lo largo de las siete jornadas consumidas hasta ahora en LaLiga Santander, quizás se contradice en una de sus peticiones antes de comenzar la temporada, cuando reclamaba una plantilla corta.

Pues bueno, por una cosa u otra se encontró con un plantel de 25 jugadores sobre la mesa. Pero hete aquí que ya a estas alturas, el entrenador amarillo ha utilizado a 23 hombres. Únicamente Hernán Santana y Javi Castellano, que están lastrados en la rotación por las lesiones importantes que padecieron en el inicio de la temporada, no han jugado ni un solo minuto.

Este dato también viene a demostrar que Quique Setién es un tipo sincero, porque a los jugadores que preveía que iban a contar con menos minutos durante la presente campaña les animó a no perder la ilusión y les solicitó la máxima intensidad en los entrenamientos para que el día que les llegara la oportunidad de saltar al terreno de juego para echar una mano al equipo, estuviesen preparados para dar el máximo. Ejemplos, Tyronne, Mateo, David Simón y, desde ayer en Pamplona, el Búfalo Asdrúbal.

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