Por lo que cuentan sus compañeros, la aureola de crack futbolístico con la que se presentaba en la UD Las Palmas Kevin Prince Boateng, el fichaje sin duda más mediático del conjunto grancanario en toda su historia, y también su fama de díscolo, generó algún recelo inicialmente. Pero desde que pisó la caseta el futbolista alemán con pasaporte ghanés, su adaptación a un grupo ya compacto, por lo general muy bien avenido y donde impera el buen rollo, ha sido rápida y muy satisfactoria.
Desde su aterrizaje en el club ha huido de los estereotipos negativos que suelen mostrar jugadores de talla mundial que recalan en un equipo sin la grandiosidad, en cuanto a prestigio internacional, de otros conjuntos en los que el Príncipe militó anteriormente, sobre todo en el AC Milán (también pasó por el Hertha Berlín, Tottenham Hotspur, Borussia Dortmund, Portsmouth y Schalke 04).
La afición de la UD pasó de la incredulidad del fichaje de un jugador de su renombre a plantearse cómo se adaptaría a su nueva vida en una Isla con menos glamour. Cómo le sentaría, por ejemplo, lo de pasar de ir de compras por las tiendas de alto copete de la ciudad milanesa, a hacerlo por nuestra modesta Avenida de Mesa y López.
Pero lo importante ha sido su rápida adaptación a su nuevo entorno y sobre todo a sus compañeros, a los que ha sorprendido por su humildad, su bondad y su cercanía con todas y cada una de las personas que trabajan en el entorno cercano de Las Palmas.
En apenas unos meses, Kevin Prince Boateng se ha convertido en uno de los tipos más queridos de la caseta amarilla, aparte de su calidad como futbolista, por todo lo que aporta para que reine el buen ambiente dentro del grupo, contagiando siempre el buen humor que le caracteriza. Además, es uno de los primeros en fomentar acciones para hacer vestuario. Por ejemplo, en lo que ya llevamos de temporada, el alemán de origen ghanés ya ha cursado varias invitaciones a comer a todos los compañeros.
Y es que el crack amarillo apareció por estos lares en busca de una segunda, o tal vez tercera, oportunidad en el mundo del fútbol tras acumular fracasos por su mala cabeza, como él mismo ha manifestado en las pocas entrevistas que ha concedido desde que viste la amarilla. Para ejemplo, un botón. En El País: "No supe gestionar la fama, tiré mucho dinero hasta que dije: ¡ya!".
Llegó a Gran Canaria para encontrar esa paz personal que le permita alcanzar también su madurez futbolística. Parece estar en buen camino por lo que viene demostrando partido a partido. Eso sí, su carácter visceral no lo pierde ni en la cancha ni en los entrenamientos.
Como en el de ayer en Barranco Seco, cuando se puso a rezongar por si una pelota había salido por la banda en uno de los ejercicios y el míster, Quique Setién, le espetó en el fragor de la práctica: "Deja de protestar tanto y ponte a correr más". Y no es que el Príncipe, que guarda una gran relación con el cántabro, no se esfuerce, porque resulta habitual verle en las fotografías que publica en las redes sociales machacándose en el gimnasio cuando tiene ratos libres.
Así es Prince, que desde su llegada se ha apresurado a mejorar su castellano e ir aparcando ese italiano que utiliza como idioma de cabecera. También en las redes sociales, donde es bastante activo, se atreve con mensajes en español: "Un gran partido del equipo!! Y la foto muy simpática", en referencia a una imagen de una persona con una camisa de fuerza y el escudo de la UD en alusión a sus dos intervenciones con las manos en el área que costaron sendos penaltis al equipo en los partidos contra la Real Sociedad y ante el Osasuna.
Uno de sus compañeros, Vicente Gómez, hablaba así de el Príncipe: "Se ha adaptado muy bien. Ha llegado con mucha humildad y con muchas ganas de trabajar, que es lo realmente importante. Ese aura de estrella con la que lo mirábamos a su llegada, en dos días se terminó. Muy contento por él, porque está centrado en el fútbol, una de las razones por las que vino aquí, como él mismo ha dicho", sentenció.
