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UD Las Palmas Primera División (8ª jornada, contracrónica y entrenadores)

Estilo contra resultadismo

La UD no reniega de su filosofía ni cuando el marcador requiere de un bandazo

Tana Domínguez pelea un balón con la oposición del argentino Pablo Piatti en el enfrentamiento de ayer. QUIQUE CURBELO

En un negocio como el fútbol, encontrar entrenadores que francamente digan que no le importa lo que marque la tabla clasificatoria con respecto a su equipo es un rara avis. Pues uno de ellos es Quique Setién, técnico de la UD Las Palmas, que antes del encuentro ante el Espanyol antepuso el estilo de juego que hace reconocible a su escuadra a lo que puedan dictar los números. Habría que preguntarse si esto lo diría con la competición ya avanzada y en una situación menos desahogada en la clasificación. Pero conociendo al míster de los amarillos, se reafirmaría en lo dicho por encima de todo. Ya la pasada campaña, con el agua al cuello, esa fidelidad a una filosofía colocó a los suyos en un lugar predominante del ranking de Primera División.

Ahora, en los albores de la temporada y con una situación cómoda en la tabla, nadie va a poner en duda sus principios. Ni cuando los del otro lado, los más resultadistas, empiecen a sacar cabeza después de cuatro jornadas sin conocer la victoria.

Eso sí, a esta UD Las Palmas de juego de toque, de mucha posesión y de virtuosismo futbolístico quizás le faltó ayer cambiar su rol en los momentos finales para intentar llegar por otras fórmulas a conseguir un gol que por las vías habituales se le resistió.

Sin echar la vista muy atrás, en los dos últimos encuentros antes del Espanyol, esa variante dio buenos frutos. Contra el Real Madrid, el tanto de Sergio Araujo que supuso el 2-2 final y que emborrachó de felicidad a toda la parroquia amarilla, fue fruto de una última embestida racial.

Quizás más ejemplarizador resulte la iguala que la UD consiguió en Pamplona frente a Osasuna. Con un 2-1 desfavorable, el equipo amarillo tocó generala para rescatar algún punto de El Sadar. Y ahí surgió la figura del capitán David García.

Ante el Espanyol, aunque la situación no era tan acuciante, se echó de menos ese arreón final que pudiera decantar la balanza, merecidamente según lo visto sobre el terreno de juego, del lado del conjunto grancanario. Ese quemar las naves para encontrar un tanto agónico que ayudara al equipo amarillo a reconciliarse con un triunfo que se le niega desde hace casi un mes.

Muchos tampoco entendieron, con el 0-0 campeando en el marcador electrónico del Estadio de Gran Canaria, el cambio que ordenó Quique Setién. Faltando seis minutos para la conclusión optó por dar entrada a Pedro Bigas, se supone para que vaya adquiriendo el ritmo después de la lesión, por un Aythami Artiles que estaba mostrándose seguro y, además, con un rival que le faltaba fuelle para sorprender.

Tal vez, la UD Las Palmas necesitaba anoche a esas alturas de la película otro movimiento de piezas, o incluso de sistema, en pos de un tanto que en las siete jornadas anteriores no se le resistió, pues los amarillos habían conseguido siempre perforar la meta de sus rivales.

Después del partido, Quique Setién, cuestionado por la búsqueda de distintas fórmulas para llegar al gol, reconoció que existen otras opciones, pero volvió a reivindicar el estilo que propone como el más adecuado para ello, además recalcando que sus futbolistas, fieles adeptos a sus proclamas futbolísticas, destierran otra idea de juego que no sea la que les ha llevado hasta los altares, sea el rival que sea el que tengan enfrente y sea el momento del partido que sea.

Pero al final faltó ese gol salvador que hubiera dejado a todos contentos. Como se suele decir, esto va por rachas. La verdad es que a la UD Las Palmas solo le faltó una diana para firmar un gran partido, pero su ausencia dejó cierto sabor agridulce a los más de veinte mil seguidores que se animaron a acudir al Estadio de Gran Canaria, una de las mejores entradas de la temporada en el coliseo de Siete Palmas, exceptuando la del Rea Madrid, claro.

Resulta paradójico que en el partido en que el conjunto amarillo anuncia su versión más ofensiva, faltara el gol. Los problemas físicos y las sanciones habían impedido hasta ahora ver en acción a los cinco magníficos -Roque Mesa, Tana, Jonathan Viera, Kevin Prince Boateng y Vicente Gómez- juntos sobre el césped. Por fin, todo se conjuraba para que en el conjunto de Quique Setién se juntaran los principales baluartes de su fútbol de creación. Pues bien, ni por esas se consiguió perforar la meta defendida por Diego López.

En esta ausencia del gol también habría que señalar la sequía de Marko Livaja, el delantero llamado a aprovechar todo el torrente ofensivo que despliegan los futbolistas que tiene justo detrás de él. Las ilusiones que se generaron con las dos dianas que anotó en el encuentro inaugural del campeonato para la victoria amarilla frente al Valencia en Mestalla, se han ido diluyendo a medida que el croata se enfrasca más en situaciones de protestas y acciones violentas, que le han acarreado cinco amarillas que le dejan fuera del próximo compromiso frente al Villarreal. Y muchos ahora piensan: qué hubiera pasado con un Araujo más centrado...

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