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UD Las Palmas Juicio al delantero argentino de la UD

Araujo, contra las cuerdas

La Fiscalía reitera su petición de 11 meses de prisión y dos años de retirada del carné de conducir. La defensa del argentino se basa en una encerrona policial

De izq a dcha I. M. C., amigo de Araujo, Guillermo, padre del futbolista, Sergio Araujo y el abogado Lino Chaparro. ANDRÉS CRUZ

Una encerrona de la Guardia Civil. En ese relato basó su defensa Sergio Araujo, delantero de la UD Las Palmas, para intentar esquivar la petición de la fiscalía de 11 meses de cárcel y dos años de retirada del permiso de conducir por un supuesto delito contra la seguridad vial y desobediencia a la autoridad, tras negarse a someterse a un control de alcoholemia. Es algo que no ha evitado, ya que el ministerio fiscal se ratificó en su demanda inicial realizada en los Juzgados de Telde el pasado 28 de septiembre. Ahora el caso está visto para sentencia, que llegará en unas semanas.

Sergio Araujo apareció en la Ciudad de la Justicia de la capital grancanaria cerca de las 9.30 horas de la mañana de ayer, acompañado de Lino Chaparro, su abogado, su padre y un amigo, el mismo que lo acompañaba cuando, sobre las 7:45 horas del pasado 26 de septiembre, se desencadenaron los hechos juzgados. Ambos, además, participaron como testigos en el juicio rápido que se celebró en la sala 24 del Juzgado de lo Penal número 2 y que duró alrededor de dos horas.

"Veníamos del sur. Había estado con amigos toda la noche. Comimos un kebap y le sentó mal. Por eso paramos. Yo estaba en el asiento del copiloto [?] No iba a dejar que me vomitara en el coche, por eso paramos". Fueron las primeras respuestas de Araujo al interrogatorio de la fiscal Montserrat García en la reconstrucción de los hechos. El automóvil del punta de la UD -un BMW deportivo, modelo i8- se encontraba entonces parado y sin señalización en el arcén del punto kilométrico 19 de la GC-1 dirección Las Palmas de Gran Canaria. En ese momento, una patrulla motorizada de la Guardia Civil, que circulaba por la misma vía, se personó en ese lugar. Desde ahí, las versiones entre una y otra parte empiezan a ser opuestas.

"Me llamó la atención que hubiera una persona en el carril [el piloto del coche, amigo de Araujo] y un vehículo parado", explicó uno de los dos agentes que llegaron al lugar. Al momento, advirtió al conductor del deportivo que no podía estar ahí estacionado, invitándole al piloto a que moviera el coche o bien llamase a una grúa si tenían algún problema. El agente de la Benemérita indicó además que el copiloto -Sergio Araujo- intercambió su lugar y, sin haber una conversación previa entre ambos, empezó a circular camino hacia la rotonda de Las Puntillas -término municipal de Ingenio-, unos metros más adelante.

Justo ahí, en un zebreado próximo, entra en escena el otro agente. Es él quien, tras ver como el coche "zigzaguea" y "no se incorpora" con normalidad al llegar a la rotonda, detiene el vehículo, según el testimonio de este segundo guardia civil. "Algo pasaba. El acusado [Sergio Araujo] conducía el vehículo. Al acercarme a la ventanilla me dio olor a alcohol. Cuando vi la cara del conductor pensé que podía conducir bajo los efectos del alcohol. Estaba congestionado, con los ojos rojos... Lo que veo siempre", explicó el agente, que seguidamente le dio el alto.

Positivo en el test de muestreo

En ese momento llega la negación a la prueba de alcoholemia. Araujo, según el testimonio de este mismo agente de tráfico, se niega a soplar en el etilómetro aludiendo a que él no conducía el coche. "Eso es mentira, son unos mentirosos repetía mientras se negaba a pasar la prueba. Nos dijo que iba a cerrar el coche, que él se iba para su casa. Le dije que como diera un paso más le ponía los grilletes", señaló.

La Guardia Civil pidió refuerzos al considerar que, ante la tentativa de Araujo de huir del lugar y los insultos que profesaba, podría haber una detención. Tras varias llamadas telefónicas y conversaciones con su amigo, Araujo decide soplar el etilómetro que llevaba la unidad motorizada. Un aparato que da unos resultados que solo valen como muestreo, no como prueba de plena validez. El resultado que dio el argentino fue de 0,77 -más del triple de lo permitido-.

Según el mismo testimonio policial, invitado a completar la siguiente prueba en el etilómetro homologado -dispuesto en el coche que se personó, requerido por los primeros agentes, con otros dos guardias civiles en su interior que declararon también ayer como testigos-, Araujo se niega y sigue insultando a los agentes, siempre avisado de que incurría en un delito si se negaba a pasar el control.

Araujo, por su parte, niega esto. En su declaración admite que llamó "mentirosos" a los agentes y que sí dio positivo en el control de alcoholemia preliminar. Sin embargo, se desmarcó de las alusiones a que ese problema lo solucionaría el presidente de la UD, Miguel Ángel Ramírez, o que llamase "conos" y "cabrones" a ambos guardias civiles, como señala el atestado. "Me negué a hacer el segundo porque me sentí engañado. El agente me ordenó a conducir el coche cuando yo era el copiloto y les dije que bebí", explicó Araujo a la jueza Mónica Oliva. Todo aludiendo a una encerrona, como defendió su abogado Lino Chaparro, en parte, por su condición de persona notoria, para el cual pide la libre absolución.

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