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El pichichi amarillo y el fichaje más mediático de la historia

El Príncipe, letal y alma libre

Prince, máximo realizador con cuatro goles, regresa al trabajo y será titular ante el Athletic

Prince Boateng controla el esférico ante Montoro y Borja Herrera. SANTI BLANCO

Letal, imprescindible y caótico. Los señas de identidad del Príncipe del Roque Nublo. Kevin-Prince Boateng, cuatro goles en 655 minutos -luce la condición de pichichi amarillo-, regresó ayer al grupo de Quique Setién y apunta al once del lunes ante el Athletic Club [sería la novena actuación de titular tras 12 duelos]. Supera sus molestias musculares en el muslo derecho, aunque no completó la sesión en el campo Las Burras. Esta medida de precaución no frenará al noveno mimbre con más rodaje de la UD.

Con la crisis del nueve sobre la mesa, Marko Livaja -dos goles, sin anotar desde el 28 de agosto- y Sergio Araujo -dos tantos y lejos de la gloria desde el 1 de octubre- mantienen un pulso apasionante. Se busca al nuevo icono de pólvora. A la sombra de esta lucha titánica, resurge la figura del Príncipe. Intocable para Setién, se perfila como el gran reclamo anotador en el partenón de Siete Palmas ante los leones. Ausente en dos jornadas (la 3ª por lesión y la 6ª por sanción), su rol en el césped carece de fronteras. Juega de todo. Abarca kilómetros y kilómetros en el frente ofensivo. Los mapas de calor del '7' ilustran el frenesí de un atacante ubicado de inicio en el costado zurdo.

En la pasada 10ª jornada, ante el Celta de Vigo (3-3), en el Gran Canaria, firmó su última diana. Jugó en su banda, se pasó a la derecha y acompañó a Livaja por el centro. Tres posiciones en 90 minutos.

En la octava, ante el Espanyol, firmó otra noche movida. De nuevo, su travesía por las tres posiciones de ataque. Fue retirado en el 77, y escenificó su cabreo en la banda. Y en la segunda fecha del campeonato -ante el Granada y que le sirvió para ser ovacionado en el recinto de Siete Palmas-, batió a Ochoa de cabeza y participó en tres posiciones diferentes: extremo zurdo, delantero y mediapunta.

Listo para el combate, Setién reclamó al Príncipe el pasado miércoles. Dialogaron por espacio de diez minutos. Quizás, para aportar algo de luz sobre su rol en ataque. El estratega de acero ha estado reclamando orden durante esta semana a sus pupilos. Y Prince, debe marcar su territorio. Rescatado por la UD -en agosto no tenía equipo-, en El Madrigal firmó el tanto del siglo y el lienzo más hermoso bajo el régimen de Setién. Presume de pegada, la que han perdido Livaja [95 días sin marcar] o Araujo [62].

Cómo eludir la presión rival

Morir de pie. Setién, en el laboratorio de Las Burras, perfeccionó ayer diferentes fórmulas para eludir la presión rival, a la hora de iniciar la posesión desde su propia área. Enfatizó en la precisión de los laterales, para sortear el acoso de los dealnteros y centrocampistas enemigos [el Betis, Eibar, Celta o Real Madrid ya lo pusieron en práctica]. "Los espacios aparecerán, tenemos que ser inteligentes (...) ¡Hay que ofrecerse rápido!", exclamó el estratega cántabro en el Sur.

Esta escenificación, una nueva insistencia en el toque y transiciones rápidas, confirma que Setién que mantiene su guión original. Además, en estas primeras cinco jornadas, tras sucumbir en el Villamarín, el técnico no ha tocado la estrategia a balón a parado -a la hora de defender los córneres-. La UD ha recibido cinco tantos desde el saque de esquina. Ante el Betis, los dos zarpazos -Bruno y Mandi- llegaron de la forma más primitiva. Dos saques de esquina. Pero Setién lleva tatuado su sello barroco. Su obsesión, eludir la presión.

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