La Provincia - Diario de Las Palmas

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La crónica (17ª jornada)

Viera y Prince sepultan al Sporting

La UD, con un tanto de Nabil El Zhar, bate al once gijonés, que lució su mediocridad

La sinfonía amarilla más sanguinaria. El Gran Canaria, el olimpo de los dioses. Magia y poesía en movimiento. La UD tumbó a un prehistórico Sporting de Gijón (1-0), con un gol de Nabil El Zhar (55'), para dejar el abismo del descenso a doce puntos. El ejército de Setién, que encadena 302 días sin caer en el partenón de Siete Palmas en competición liguera, firmó la quinta victoria del campeonato [la cuarta en casa] y domina el universo desde la octava plaza de la liga del caviar.

Con un Jonathan Viera antológico -que mandó el enésimo wasap de fuego al seleccionador Julen Lopetegui-, los amarillos bombardearon sin piedad la meta de Cuéllar con diez ocasiones clarísimas. Los reflejos de la araña de sidra y el palo, evitaron un tanteador de escándalo ante el peor visitante de la competición. La UD logra la primera alegría del 2017, tras sucumbir en la ida de los octavos de final ante el Atlético de Madrid. Pero anoche, todo fue diferente. Velocidad, elegancia, ritmo y poesía.

El emperador de seda Setién había avisado en la previa. Matices en la galaxia de moda. Prince sería el nueve, el ejecutor total para disfrazarse del recordado Willian José [ese estilete musculoso, que fije a los zagueros Lillo, Babin y Meré]. Un movimiento magistral en el tablero de la gloria. Pero pocos contaban con la titularidad de Mateo García -la última en Liga se remontaba al 1 de octubre ante Osasuna en El Sadar-, que puso fin a su timidez enfermiza. Dio un golpe sobre la mesa, para presentarse en sociedad, cinco meses después de su controvertida contratación -avalada por el exjugador y extécnico de la UD Miguel Ángel Brindisi-.

Con Dani Castellano, que alcanzó la matrícula de honor, por Hélder Lopes en el lateral zurdo, en el resto del once, la propuesta del glamour. Bigas y Lemos recuperaron el mando en la zaga, escoltados por Simón. En la medular, la Santísima Trinidad -Roque, Vicente y Viera-, con Nabil El Zhar y Mateo como ángeles del infierno. En punta, el incansable Prince Boateng. El Príncipe del Roque Nublo se retiró ovacionado, como una estrella de cine. El Morgan Freeman amarillo.

Los primeros once minutos de la UD fueron un escándalo. Una presentación NBA. Cuatro ocasiones de oro que terminaron en el infortunio. No había manera de estrenar el electrónico. En el 4', un tiro de Mauricio Lemos que despejó Cuéllar con aputos. En el ocho, Prince, algo escorado, probó fortuna pero el meta visitante tocó lo justo para mandar el esférico a saque de esquina. En el 11', Viera, de golpe franco, tras una falta cometida sobre Mateo en la frontal, fue abortada por el mejor jugador de Abelardo. En esa secuencia infernal, el extremo argentino, sin oposicioón, tampoco pudo superar a Cuéllar -en el minuto doce-.

Con una línea defensiva de cinco efectivos, el Sporting respiraba agazapado en su trinchera, a la espera de una contra milagrosa.

Pero el vendaval fue una dictadura. Pedro Bigas también se sumó en esa aventura por la gloria. Tiro desde cuarenta metros.

Y en el minuto 18, una asistencia de chocolate de Jonathan Viera para Nabil El Zhar, fue desperdiciada por el marroquí. El misil se estrelló en el cuerpo de Cuéllar, que estaba completando el partido de su vida [tuvo récord de paradas].

Con el croata Cop, como única referencia ofensiva, el Sporting se limitaba a sobrevivir. Douglas pisaba área y Víctor fue el rostro con más criterio. A la media hora, tras la soberbia puesta en escena de la UD, el bloque de Abelardo salió de la cueva. Carmona puso en apuros a Varas y Simón reclamaba refuerzos. Víctor firmó la primera gran ocasión del Sporting y entonces apareció el Maradona amarillo.

Síntomas de desesperación

En esa fase de dudas, Viera tiró del carro. Nuevo disparo del capitán de la UD, que tras marcharse de tres rivales se estrelló, una vez más, en los guantes de Cuéllar. Con Roque y Vicente como generales, los amarillos dominaban la parcela central. Controlaban el juego, desde una técnica sublime, pero sin premio. Faltó el perfume del gol.

Desde la elegancia, y la forma más primitiva. Todo valía. Un centro al segundo palo fue rematado alto por Lemos (42'). Y en el último suspiro del primer acto, la desesperación de Nabil.El extremo, de nuevo sin oposición, controló y apuntó a la gloria. Pero el arquero Cuéllar agigantó su figura. Una pesadilla infernal en Siete Palmas.

Tras más de un mes de sequía [la última victoria liguera ante el Athletic se remonta al 28 de noviembre], la UD besaba el ecuador con el 0-0 inicial. Cruenta injusticia para un ejército despiadado, que había recuperado su sello majestuoso. Ese ADN de seda, que alcanzó el éxtasis en El Madrigal.

Sin cambios, Setién recurrió a la paciencia. Cuestión de minutos. Y de explotar la figura de Prince. Generoso en el esfuerzo, buscó a Viera con insistencia. En el 53', el genio de La Feria mandó el balón al larguero. Se trata del séptimo lanzamiento a quemarropa para un escudo marcado por la fatalidad.

Hasta que surgió Dani Castellano. El ángel salvador. El lateral zurdo, que protagonizó uno de los mejores partidos de su carrera, lució su visión de juego. A lo Laudrup, encontró a Prince Boateng en el costado zurdo. Eureka.

El internacional ghanés se montó en su Ferrari y alcanzó los 300 km/h. En el segundo palo, esperaba el héroe Nabil El Zhar, que cruzó el esférico ante la salida de Cuéllar. Con suspense -la acción fue despejada desde el interior de la portería-, se imponía la industria Walt Disney. El poder del portaaviones más barroco. A la novena ocasión, cayó El Álamo de sidra.

Restaban 35 minutos, y cosas del destino y caprichos del balón, la UD perdió el control. Abelardo recurrió a Viguera -por Cop- y Afif. Asumió riesgos, pasó a una línea de cuatro defensas y llegaron las ocasiones del temoroso.

Padecer y ovaciones

La UD retrasó la línea de presión. Entregó el balón al rival. Víctor, tras un centro de Sergio Álvarez, cabeceó a los guantes de Varas. Primer susto. De nuevo, el centrocampista, de tiro cruzado, malogró el tanto del empate. El descaro, producto de la necesidad, de los visitantes terminó en la madera de Varas. Carmona estrelló el esférico en el palo. SOS, estallido de pánico (71').

Setién retiró a Mateo y apostó por Momo. El argentino se llevó su primera gran ovación. Además, el bendito Nabil también se coronó en el partenón con otra lluvia de pétalos de rosa. Dejó su puesto a Tana, que regresó a lo grande.

Pero fue en el 89', cuando el partenón se puso en pie. Reconocimiento y tributo al Príncipe del Roque Nublo. Intercambió su posición de nueve con Marko Livaja, que junto a Bigas, lo intentó de cabeza en el 91. Viera y Momo, como último brindis al sol, dejaron una combinación de quilates en el costado zurdo. El poder de la magia. Una galaxia indescifrable.

Ante un rival anclado en el medievo, con la partitura del pánico, la UD maravilló. Mereció un tanteador de escándalo. Da el paso definitivo para soñar con ese planeta solo para los elegidos. Fue la noche de Viera, una más, para este estilista sin techo, que dejó en evidencia a un mediocre Sporting. Pongan a Prince de lo que quiera, un gladiador vestido Armani que impone en el área. La galaxia recupera el latido. La UD es una guillotina.

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