El 19 de octubre de 2015, la UD Las Palmas destapó como nuevo entrenador de su equipo a Quique Setién. En esos días, el conjunto amarillo era un auténtico polvorín; venía de perder 4-0 contra el Getafe, jugaba con cinco defensas y caminaba en su regreso a Primera División. Paco Herrera, héroe del ascenso, acabó destituído a la octava jornada de competición. El año pintaba mal. Ahí, la dirección deportiva amarilla se encomendó al técnico cántabro. Casi un año y medio después de aquellos días, ni la UD es aquella UD, ni Setién es aquél Setién.

En estos 18 meses juntos, la relación entre Setién y la UD ha ido de idilio a estar al borde del divorcio. Una simbiosis total entre ambas partes que apunta a un final turbio. La operación, en su día, tenía un riesgo máximo. La UD apostó por un entrenador sin experiencia en Primera División hasta la fecha; destituyó a Paco Herrera, un ídolo entonces cuando sólo llevaba un puñado de partidos en la temporada y abría un cisma entre afición y equipo.

Sin embargo, la jugada ha salido bien tanto para la UD -la primera gran parte interesada- como para el propio Setién. Al final de la temporada, la UD Las Palmas consiguió la permanencia con solvencia, recuperó valores perdidos y encontró una identidad en su fútbol, una filosofía que tiene el sello indiscutible de Quique Setién. "Mi idea del fútbol es innegociable", comentó Setién en su presentación con la UD el 20 de octubre. Una frase que, de entrada, parecía osada cuando llegó a un equipo muerto. Sin embargo, con el transcurrir de los partidos, esas seis palabras tomaron un valor incalculabe y pasaron de su boca a la cabeza de los futbolsitas y de ahí al césped.

El trasvase de beneficios de un lado a otro de la relación se patentó pronto. Con Setién, la UD ganó valor; y la UD, le dio valor a Setién. Para empezar, el entrenador cántabro recuperó activos perdidos. El caso más llamativo es el de Tana. Y es que el futbolista de San Cristóbal fue una de las apuestas de Setién desde el comienzo. Tras pasarse más de un año en el ostracismo, el medipaunta fue titular en el primer partido del cántabro en el banquillo, ante el Villarreal. Ahora, es uno de los pilares de esta UD Las Palmas. El pasado año jugó 27 partidos, anotó cinco goles y repartió cinco asistencias; en esta campaña, lleva cuatro goles -el último, el pasado miércoles en el Bernabéu- y dos pases de gol.

Probablemente, el caso de Tana sea el más llamativo, pero no es el único. Roque ha ganado galones; Viera ha explotado hasta alcanzar el momento de mayor madurez de su carrera; Vicente, tras años de irregularidad, consigue acumular partidos con comodidad; Prince Boateng es un jugador recuperado para el fútbol; David García y Momo han demostrado que aún están para esto del fútbol... Todo con Setién en el banquillo.

Enderezar el rumbo

Un andar que no ha sido precisamente un camino de rosas para Setién. El técnico ha tenido que lidiar con momentos complicados, tanto en el primer año deportivo como en éste. Tocar la última plaza de la tabla -tras perder contra el Sporting en Gijón en la decimocuarta jornada del curso-, o el febrero negro con tres derrotas consecutivas golpearon duro al equipo. Sin embargo, la resurrección en Eibar, levantó la moral de un grupo que consiguió la salvación sin problemas. Había motivos para el amor.

Pero a pesar del excelente final de campaña de la UD, el desgaste de Quique Setién empezó dentro del propio vestuario -algo que ya ha sucedido en otras ocasiones en los últimos cursos en el equipo amarillo-. A Jonathan Viera lo dejó fuera ante el Espanyol -medida que repitió este año contra el Deportivo después de una discusión con el '21' en el Camp Nou frente al Barça-, pero su gran desafío de gestión llegó en pleno carnaval, con la pelea en la que se vio envuelto Nauzet Alemán y la indisposición de Sergio Araujo para poder ejercitarse tras el día de la cabalgata del año pasado. Lidiar con los pesos pesados del vestuario como el propio Nauzet, Ángel López o Juan Carlos Valerón fue una de sus tareas invisibles.

El curso acabó y Setién dejó en entredicho su continuidad en Gran Canaria. La directiva amarilla cedió a algunas de sus pretensiones, más deportivas y logísticas que de cualquier otro tipo -desplazamientos más cómodos a la Península, mejores condiciones de entrenamiento o una plantilla más corta- y unieron sus destinos un año más. Este año, la UD no ha entrado en puestos de descenso y camina firme en busca de la salvación, un objetivo que no está cerrado -un solo punto de 15 posibles en los últimos cinco partidos y con los de abajo apretando-.

Otro curso más, Setién tuvo que torear problemas de gestión como la salida del equipo en Madrid tras ganar al Atlético en Copa del Rey o los problemas de Sergio Araujo al volante. Un ruido que no gusta al técnico. Las fricciones con la plantilla y diferentes estamentos del club se han acentuado. Con un flujo de un lado para otro demasiado denso, su continuidad es un imposible. O hay un giro de acontecimientos más que notable, o Setién no seguirá en la UD Las Palmas la próxima campaña. Algunas de sus exigencias económicas -le situarían dentro entre el segundo y tercer escalón de entrenadores mejor pagados- y solicitar una cuantía anual para invertir en fichajes son dos puntos que chocan de frente con la UD.

La relación, lejos de avanzar, cada vez se retracta más. Aún quedan 13 partidos de LaLiga que se pueden hacer eternos con Quique Setién en el limbo del mes de junio. Todo con el fondo de una salvación que aún no está concretada matemáticamente y el efecto dominó que ha supuesto el adiós de Luis Enrique al FC Barcelona.