La Provincia - Diario de Las Palmas

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Un resbalón en bucle

Las Palmas, una vez más, hace aguas en defensa ante un Espanyol que sacó cuatro goles con lo justo en ataque

Jesé Rodríguez, muy gris ayer, encara a David López. LOF

Resulta paradójico cómo se gestó el segundo gol de los cuatro que se llevó ayer la UD Las Palmas en Cornellá. Ahí, en una apertura a la banda derecha de Felipe Caicedo -casi a cámara lenta, lentísima, por lo que tardó en girarse y entregar el balón el punta ecuatoriano-, Pablo Piatti encaró a Hélder Lopes. El diminuto extremo argentino se despegó del lateral portugués casi sin querer. Fue un leve esprint, corto, con el balón pegado al pie. Lo mínimo casi que se le pide a un hombre de banda llamado a desbordar. Eso fue suficiente para que el lateral luso resbalara, besara con sus morros el suelo y dejara un carril al de La Carlota para que éste sirviera un caramelo a Gerard Moreno.

El desliz, fortuito, casi cómico, puede ocurrir. Son, como diría el futbolista que repite cual loro lo mismo en cada rueda de prensa -puede que también cuestionado siempre por idénticas preguntas-, cosas del fútbol. Pero la facilidad con la que Piatti rebasó al carrilero portugués y la fragilidad con la que Hélder se derrumbó, casi solo, es perfecta para reflejar una realidad palpable e indiscutible con los números en la mano: la UD tiene una inconsistencia defensiva que merma su puntuación en la tabla clasificatoria.

Ayer, casi nada más poner el pie en Cornellá, el equipo de Quique Setién ya iba perdiendo. A los 40 segundos había tenido que achicar agua en su área; no había llegado a los 60 y ya iba perdiendo por 1-0, otra vez con un gol a balón parado, donde David López remató a placer un saque de esquina. El primer puñado de tierra sobre su cripta, se lo echó la propia UD. Un panorama horrible para empezar un partido donde Las Palmas intentaba volver a sumar de tres lejos de Gran Canaria. Una asignatura que no logra aprobar desde que en agosto sacara el primer parcial para delante. Lo demás, casi todo suspensos.

La UD, temible con el balón, naufraga sin él. El gol de Lemos igualó un partido donde el Espanyol volvió a mandar con el tanto de Gerard. Tuvo que volver a salir el central uruguayo, con un remate casi con el moño, para poner otra vez el empate. Vuelta a empezar con un 2-2 más alentador.

Pero, otra vez más, Las Palmas entró en bucle. Dejó un pasillo perfecto para Felipe Caicedo ante la pasividad de David García y Bigas, descolocados en el eje de la zaga, altos en la línea, para darle demasiados metros al punta sudamericano. Raúl, vendido, tumbó a Caicedo. Penalti y 3-2.

La historia se volvió a repetir en el cuarto tanto. Autopista para Jurado y noveno gol encajado en los tres últimos partidos. Por encima de estilos y formas de entender el fútbol, el cuarteto de goles pareció evitable. Al menos, más y mejor defendibles en una UD que pierde a menudo el equilibrio y entrega su pellejo atrás sin rectitud.

Si pasó una racha donde no veía portería, ahora la encuentra con facilidad -11 goles en tres partidos para sacar sólo cuatro puntos-. Hacerlos rentables, es su tarea para salir de su mayor condena.

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