La UD Las Palmas lleva unos meses instalado en la más absoluta bipolaridad. No hay equipo más inestable en este 2017 que los amarillos. Tiene las ideas muy claras, pero no encuentra la regularidad que tenía al comienzo del curso. Ayer, ante el Real Betis, protagonizó un nuevo capítulo de esta locura para dar carpetazo a su semana más agitada. Para muestra, la reacción de la grada, que durante la primera mitad amenazó con los pitos y tras el descanso disfrutó haciendo la ola. Fue gracias a un abultado 4-1 que llegó con un ejercicio de puntería y no de buen juego. Porque el equipo amarillo, a pesar de la goleada, completó una actuación sin brillo.

Acostumbra la UD a ganar por estética y no por mordiente, pero ayer hizo una excepción. La ocasión lo merecía. No era una cita cualquiera. Las heridas después del anuncio de Quique Setién de que no iba a continuar y las dos derrotas en Vigo y Eibar empezaban a ser muy profundas. Y había que curarlas como fuera. Lo logró gracias al tanto de Vicente Gómez al borde del descanso, el mejor bálsamo después de que el Betis le pusiera en aprietos durante muchos minutos e, incluso, se le anulara un gol legal a Rubén Castro. El tanto del de Schamann estimuló a la UD, que tras el descanso dio un paso adelante y en cuestión de quince minutos sentenció con un tanto de Prince Boateng -en fuera de juego- y de Jonathan Viera. Jesé, que había asistido al ghanés en el segundo tanto, remató la faena de penalti en el tramo final y Rafa Navarro convirtió el tanto de la honra visitante en el descuento.

Y es que el Betis se desplomó con el gol de Prince, el mejor del partido para los amarillos. Su compromiso es el mejor ejemplo para la UD en un contexto propicio para la relajación. El sacrificio del '9' y el orden de Roque fueron los argumentos más destacados de una UD que como en casa no se siente en ningún sitio. Y más aún si el rival, además del árbitro, echa un cable. El conjunto de Víctor Sánchez del Amo, que aterrizaba en crisis, intentó volcarse tras el 2-0 pasando del sistema de tres centrales a un 4-4-2 que despobló su centro del campo. En ese panorama a la UD le bastó conectar un par de veces para gustarse.

Siete cambios en el once

Pero el comienzo no invitaba a imaginar un desenlace tan abultado. Pintaba mal la cita porque el Betis puso contra las cuerdas a la UD, que a pesar de volver al Estadio de Gran Canaria después de dos actuaciones pésimas a domicilio se permitió el lujo de salir con la 'caraja'. En los primeros minutos se le notaron las legañas y apenas pasó del centro del campo. Tuvo el balón, pero no llegó a Prince. La presión del Betis, algo más necesitado que la UD, mandaba en el partido. A los tres minutos lo demostraba Álex Martínez con un remate dentro del área que sacó con apuros Raúl Lizoain. El tramo de dominio visitante lo cerró Álex Alegría con un remate cruzado tras una grave pérdida de Vicente en la frontal del área.

Tampoco se notaba en la UD la presencia del once de gala. Y tampoco que la mayoría de ellos -siete cambios, los mismos que el jueves- no fueran titulares en Eibar. Solo repitieron Lemos, así como Raúl Lizoain, Roque Mesa y Jonathan Viera, los únicos titulares en estas tres citas. Al cuarto de hora despertaron los amarillos gracias a una buena asistencia de Jesé Rodríguez que Prince mandó al cuerpo de un atento Adán. Todos los ojos estaban puestos en el jugador cedido por el PSG, que incluso recibió ligeros pitos en el anuncio de las alineaciones. Estaba bajo sospecha.

Continuó la UD cercando la portería de Adán con un remate de volea de Bigas, un centro peligroso de Jesé y las apariciones demasiado esporádicas de Jonathan Viera y Tana. El más regular era Roque, al que le faltaron opciones de pase en muchas combinaciones de los amarillos. Eran los mejores minutos de los locales desde que Setién anunció su salida, pero duró muy poco. Se enredaron los insulares en florituras innecesarias y el Betis dio otro paso al frente. A la media hora se le anuló un gol a Rubén Castro por fuera de juego previo de Álex Martínez y la UD, muy frágil mentalmente, acusó la amenaza. Los verdiblancos se vinieron arriba y con varias acciones a balón parado intimidaron a los insulares, que resistieron las embestidas aéreas de Pezzella, Mandi y compañía. En el recuerdo, los dos goles a balón parado encajados en el Benito Villamarín.

Vicente cambia el duelo

La temperatura del partido subió antes del descanso. Las amarillas en un suspiro para Prince, Lemos y Vicente, aunque claras, provocaron que el personal la tomara con Sánchez Martínez, el árbitro del Cordobazo. El murciano perdonó varias amonestaciones a los béticos, pero lo cierto es que su asistente estaba echando una mano a la UD, pues luego pitó otro fuera de juego que no era a Rubén Castro, que se quedaba solo ante Raúl Lizoain. El enfado con el árbitro volvió a enchufar a la UD, que encontró el tanto de Vicente Gómez. Llegó tras una falta lateral que despejó el Betis, pero el rechace lo ganaron primero Roque y luego Prince, que peinó el balón y allí acudió como un toro Vicente, que se anticipó a Adán y con un toque de puntera halló el premio a su valentía. Salió lastimado de la jugada, pero pudo seguir sin problemas.

El gol reforzó a la UD, que en la reanudación mantuvo alto el nivel de intensidad y firmó el segundo. Fue gracias a una buena asistencia de Jesé para Prince. El ghanés, delante de Adán, le superó con un tiro raso. El meta la tocó pero no pudo evitar que el balón entrara. Entonces llegó otro punto de inflexión en el partido. Víctor Sánchez del Amo estaba obligado a arriesgar, pero propuso un plan que resultó equivocado. Metió a Joaquín, sacó al mediocentro defensivo Petros y planteó un 4-4-2 que aprovechó la UD. Los dos mediocentros eran Dani Ceballos y Rubén Pardo, que no se caracterizan por su orden y contención. La UD no estaba inspirada en sus circulaciones de balón, pero con otro destello sentenció el partido.

Lo firmó Jonathan Viera, que no estaba brillando. Pero el de La Feria, tras una dejada de Prince, se quitó de encima a tres rivales en la frontal y superó a Adán en el mano a mano. Con el encuentro decidido llegaron más buenas señales para la UD: Raúl Lizoain hizo un par de paradas notables y Jesé se situó en punta, con Livaja en banda, para completar un buen partido.

El ex del Real Madrid recibió un penalti claro que él mismo transformó y solo la lesión de Pedro Bigas y el golazo de Rafa Navarro, un remate que entró por toda la escuadra, dejaron al aficionado con el ceño fruncido. Pero la UD salió reforzada del examen. Sentencia, por si era necesario, la permanencia y se consolida en la zona media de la clasificación. Y todo ello en un duelo que será recordado más por el resultado que por su belleza.