Liberto Garavito, más conocido sólo por su apellido, tiene 84 años o "48 al revés", como él mismo bromea, y toda una existencia dedicada al fútbol y a la fotografía. Es presidente honorífico del UD Telde, donde asegura llevar "a pie del cañón" 42 primaveras. Ayer se le vio disgustado durante el primer entrenamiento de la UD Las Palmas, al que garantiza haber sido invitado por parte del Ayuntamiento para participar en la inauguración de las nuevas instalaciones de El Hornillo. Garavito no sólo no fue tomado en cuenta en el acto, sino que, con su edad, estuvo de pie y al sol esperando una explicación que jamás llegó.

"Desde el Consistorio me dijeron que viniera sobre las once y media de la mañana y que lo hiciera con cinco niños del equipo uniformados con la ropa del club", señala el anciano, también aficionado del equipo de Primera. "Nos hizo mucha ilusión, porque esto es algo importante, así que vinimos también con algunos padres y yo con mi cámara, porque siempre hago fotografías", relata con brillo en los ojos al recordar la cantidad de momentos inmortalizados que guarda en su casa "desde que Julen Lopetegui jugó en el equipo", agrega.

La ilusión de Liberto era llegar y poder hacer de las suyas con su instrumento para captar momentos, así como vivir algo que le removió por dentro "desde que recibí la invitación por email", cuenta. "Siempre estoy ahí sacando fotos, ayudando con todo para lo que se me necesite o animando al equipo, y esto es un feo muy grande y un abandono, porque además de que no hay nada para nosotros, estamos al sol, sin asientos más el banco para la prensa y sin saber para qué nos querían aquí", alega.

Afirma que "nadie nos ha dado una explicación y así no se hacen las cosas", un testimonio reforzado por el resto de padres implicados. Cerca se podía ver a los hermanos Álvaro y Pablo Hormiga junto a José Ángel García y Hugo y Diego Santana, los cinco pequeños elegidos del club que preside Garavito. "Los pobres se quedaron con unas ganas inmensas porque llegaron con una idea que al final no fue", puntualizan los padres también con decepción. "De saber esto hubieran venido con la camisa de la UD Las Palmas y no con sus equipajes, porque son seguidores cien por cien", añaden a la vez que manifiestan que esperaban "un contacto más directo".

Lo hecho, hecho está y el presidente honorífico se siente dolido. Los niños, al final, niños son, y aunque se quedaron chafados nada les impidió sacar la pasión que llevan dentro. Así, con una simple botella de plástico protagonizaron un auténtico partido de Primera, con amor en cada patada e inocencia en cada gol. Garavito los observaba de lejos mientras luchaban por el amago de balón al otro lado de sus ídolos. Tan cerca y tan lejos a la vez.