Por algunas frases que se le escucharon a Quique Setién sobre el verde del campo anexo al Estadio Pablo Hernández de Telde, el entrenador cántabro debió acabar bastante contento con el trabajo de sus futbolistas en la sesión que tuvo lugar ayer. Intensidad, entrega, máxima agresividad en cada disputa... O sea, todo lo que adolecía la UD Las Palmas en su último encuentro liguero disputado en el Nuevo San Mamés.

Si se cumple la máxima futbolística de que se juega como se entrena, mañana domingo ante el Deportivo Alavés el conjunto amarillo ofrecerá una actitud opuesta cien por cien a la vista en su última aparición liguera.

La expresión a cuchillo se podría emplear en varios lances de los diferentes ejercicios realizados en la sesión preparatoria, donde los futbolistas no se dejaban nada a la hora de restar la pelota al compañero que la llevaba. Eso sí, salvo algunos casos como el de Prince tras llevarse un manotazo, nadie levantó ni los brazos ni la voz para quejarse. Gajes del oficio debían pensar.

En algunas de estas ocasiones, los fisioterapeutas del conjunto amarillo tuvieron que salir a la carrera para atender a un jugador caído en el fragor de la batalla, como cuando el central Pedro Bigas recibía un recado del siempre impetuoso Marko Livaja. Otro de los damnificados fue Jesé Rodríguez, aunque este supo rehacerse solo.