Hacer cumbre, llegar a la cima de una montaña, cumplir un objetivo, es sinónimo de felicidad. Siempre. Debe ser celebrado y provocar una inmensa alegría. No fue así para la UD Las Palmas, que se ha esmerado en empañar una temporada notable. No hay mejor vara de medirlo que la manera en la que ha certificado la permanencia. Con un empate insípido ante el Deportivo Alavés (1-1) el equipo amarillo convirtió en matemática una salvación que de manera virtual logró hace varias semanas. Un éxito indiscutible con un sabor amargo. Así de contradictoria es la recta final de la UD. Se marchó cabizbajo el equipo y el público en el día de la peor entrada de la temporada. Tan triste fue la imagen que cuando el colegiado pitó el final el recinto ya estaba semivacío porque la afición prefirió marcharse antes para no perderse el clásico. El contraste con la temporada pasada es mayúsculo. Con una goleada ante el Espanyol a tres jornadas para el final lo festejó por todo lo alto. El abrazo fue total. Ahora, en cambio, manda la melancolía.

Son días de bipolaridad en la UD Las Palmas. Y para mantener esa dinámica el equipo mostró ante el Alavés dos caras muy diferentes en cada una de las dos partes. La puesta en escena fue buena. Incluso se puede calificar de muy buena. Pareció, ayer sí, tener el orgullo herido tras el ridículo de San Mamés y salió con sobriedad. Se ordenó a través del balón gracias a un gran Roque y a las ganas de Jesé, pero le costó un mundo generar ocasiones ante el fortachón Alavés. Al filo del descanso encontró el premio a su entusiamo con una vaselina de Prince Boateng tras un servicio largo y medido de Tana.

Pero el cuadro de Pellegrino equilibró el duelo en la reanudación y empató por medio de Ibai Gómez con un gol que debió ser anulado por fuera de juego de Deyverson. La UD no encontró desde entonces la manera de meterle mano y se desquició con el colegiado, que no paró de darle motivos, como cuando Jesé fue derribado en el área en el descuento y no señaló penalti. Para entonces ya llevaba cinco minutos con uno menos la UD por una entrada salvaje e intolerable de Marko Livaja.

No hubo manera de arreglar, tampoco con el retorno de Benito y Hernán, un duelo que pintaba bien con el 1-0 al descanso. Y es que no notó de inicio la UD las bajas de Jonathan Viera y Vicente. Quique Setién apostó por una sala de máquinas reconocible y recuperó a Montoro, que se puso por delante de la defensa, mientras que Roque ejerció de interior derecho y Tana de interior zurdo. Viera y Vicente han sido dos de los jugadores que han definido el estilo del equipo, pero va sobrado de talento la plantilla insular, y en la primera parte no se notó demasiado la ausencia de dos de sus pilares. La calidad nunca ha sido el problema de la UD. Y ayer lo demostró sobre todo por el empuje de Jesé. En un cita con poco en juego el ex del Madrid era el que más necesitaba sobresalir. Tanto él como Halilovic, que le acompañó en la actitud y la decadencia durante el choque.

El paso al frente de los dos fichajes de invierno se sumó al habitual compromiso de Prince, que también regresaba tras su ausencia en San Mamés. Aquella derrota estaba en la mente de los amarillos, que salieron mucho más concentrados. El Alavés lo puso más sencillo que el Athletic. Y no porque le falte nivel -su temporada ha sido espectacular-, sino porque decidió no presionar tan arriba y jugó con menos tensión. Como la UD, tampoco tiene deberes pendientes en Liga, algo que afectó al ritmo del partido, casi siempre bajo.

Pero Jesé se resistió a que el partido entrara en una dinámica de bostezos. Ya desde el minuto dos lo avisó con un remate desde dentro del área que se marchó cruzado. Y lo advirtió una grada despoblada y necesitada de un aliciente como ese. Jesé quería ser el protagonista de la noche y poco tardó en volver a avisar a Pacheco con otro remate cruzado tras un buen regate con caño incluido.

Buenos minutos de Jesé

Tan metido estaba el canterano del Real Madrid que se le vio hasta en la línea de fondo propia ayudando a Dani Castellano. Estaba con el rostro serio el equipo amarillo, con ganas de corregir la imagen de San Mamés, tal y como hizo contra el Betis después de las derrotas en Vigo y Eibar. Se notaba esa mentalidad también en la defensa. Montoro aportó frescura al mediocentro y David García fue la otra novedad en el once al dejar en el banquillo a Lemos, uno de los más despistados el Viernes Santo.

Seguro atrás, fueron buenos los primeros minutos de la UD. Arriba Jesé, Roque y Halilovic seguían mandando aunque el Alavés, a pesar de la tempranera lesión de Laguardia, ex de la UD, se empezaba a mostrar como la roca que es en defensa. Así, sin ocasiones claras el partido iba camino de ser soporífero cuando de repente Tana levantó la cabeza y atendió al gran desmarque de Prince Boateng. El alemán, que le está cogiendo el gusto a eso de ser punta, ganó la espalda a Feddal y superó de vaselina a Pacheco. Otra contradicción en la UD es la de Prince. Es el que más ha ganado, tanto en lo deportivo como en lo económico, y sin embargo muy pocos muestran tanto compromiso en esta recta final. Su remate era el primero de la UD entre los tres palos pero validaba el mayor entusiasmo amarillo.

Ocurre que el Alavés, al contrario de lo que sucede últimamente con la UD, no se va de vacaciones cada vez que juega de visitante. El conjunto de Pellegrino aceleró en la reanudación y empezó a apretar mucho más arriba. Hasta entonces su presión era muy tímida y esperaba para juntarse en campo propio, otra de sus especialidades. Perdió soltura la UD, que tuvo que ponerse a sudar más en defensa. Dejaron de brillar Jesé y Halilovic, que apenas protagonizaron internadas esporádicas.

Se pusieron las pilas los de Pellegrino y Dani Castellano tuvo que despejar un centro con Camarasa en boca de gol. Un fuera de juego mal señalado y un remate de Toquero que despejó Raúl eran nuevas pruebas de que el guión del partido había cambiado. En ese acelerón llegó el tanto del empate. Ibai Gómez remató desde la izquierda, Deyverson pasaba por allí en fuera de juego, levantó las piernas, Raúl se detuvo y el balón entró. Una posición claramente ilegal porque el brasileño estaba en la trayectoria y despistó al portero amarillo.

El empeño de Hernán y Benito

Reaccionó la UD de la mano de Prince a pesar de tanto laberinto en el centro del campo. Un posible penalti de Pacheco y un cabezazo forzado a centro de Roque fueron las últimas apariciones de la UD en el área rival hasta el descuento. El Alavés tenía el partido en su terreno, torpedeando el juego de posesión amarillo y contragolpeando con la velocidad de Romero, Ibai y la insistencia de Deyverson.

No tenía respuesta la UD a pesar de que Hernán y Benito, los primeros cambios, pusieron empeño. Los focos estaban en Raúl. El meta llegó a ser pitado de manera incomprensible por complicarse en varias ocasiones con el balón pero luego respondió con una parada espectacular a Romero. Apareció Livaja, que se autoexpulsó con una entrada muy peligrosa sobre Llorente. Y le dio tiempo a Jesé, ya con medio estadio camino de casa, de causar otro error del colegiado. Tampoco ayudó el árbitro a ponerle algo de sabor al logro de la UD, que no está para fiestas.