Lo que le pasó a Las Palmas en Leganés ya no sorprende. Ese asunto es casi peor que el resultado, que ya es decir. El sentimiento de impotencia y la poca convicción que arrastra el equipo desde hace meses afloró una vez más en Butarque, esta vez ante el cuarto equipo por la cola. Porque la UD Las Palmas volvió a sus andadas lejos de Gran Canaria para regalar al 'Lega' tres puntos en siete minutos; en concreto los que pasaron entre la pifia de Varas con el pie (55') y el tercer gol pepinero, obra también de Luciano. Un 3-0 donde la UD volvió a repetir unas sensaciones penosas, lejos de portar aquella auréola de patrón del buen fútbol que acabó por devorarse a este mismo equipo.

Las Palmas le hizo un favor al Leganés. Le puso las cosas tan fáciles que Butarque acabó haciendo la ola, aplaudiendo a Varas, envalentonándose cada vez que cruzaban tres pases y disfrutando con el fuego del descenso debajo. La UD le sirvió tres goles al equipo que, hasta ayer, menos marcaba en Primera, para acumular 14 en contra en las últimas cuatro salidas. Y eso, no resulta producto de la casualidad.

La alineación de Quique Setién, de tantas novedades que tenía, parecía un casting de un 'talent show' americano. En busca de una nueva oportunidad, la UD pisó Butarque con un once lleno de cambios con respecto al once tipo amarillo; en todas las líneas había cambios, empezando por la portería donde Javi Varas volvió a la titularidad tras siete partidos de banquillo. Era la primera de las caras nuevas de un equipo que, además, salió con David Simón, Mauricio Lemos, Pedro Bigas y Hélder Lopes en defensa; Montoro de pivote acompañado por Hernán Santana -primera titularidad en Liga del curso- y Tana; Momo y Jesé en las bandas con Erik Expósito en punta. Sí, Erik Expósito.

[if IE 9]><link rel="stylesheet" type="text/css" href="http://widget.cloud.opta.net/2.0/css/ie9.widgets.opta.css" media="screen" /><![endif]

[if IE 8]><link rel="stylesheet" type="text/css" href="http://widget.cloud.opta.net/2.0/css/ie8.widgets.opta.css" media="screen" /><![endif]

[if IE 7]><link rel="stylesheet" type="text/css" href="http://widget.cloud.opta.net/2.0/css/ie7.widgets.opta.css" media="screen" /><![endif]

Setién no fue de farol. Dijo en la previa que podía salir de titular para contrarrestar las bajas de Livaja y Prince y cumplió. Los focos del frente de la UD estaban puestos en el delantero tinerfeño del filial que suma 20 goles en la Tercera División con el filial. Toda una prueba de algodón con un salto de tres categorías.

Delante, el Leganés salió con todo lo que podía; lo lógico cuando te juegas la vida en cada partido hasta el final de temporada como le ocurre a los pepineros. Hacía frío en Butarque, pero los ánimos estaban calientes. Se notó en cuanto salió el colegiado vasco Vicandi Garrido al campo. El gol ilegal -clamoroso- de Bakambu con la mano que le quitó un punto en Villarreal el pasado sábado escocía.

El partido, de entrada, dejó la fase de reconocimiento perro, como dos perros que se olisquean para ver qué pulgas tienen ese día. Un procedimiento rápido. Tanto como los cinco minutos que le bastaron al Leganés para crear la primera ocasión de verdadero peligro. Guerrero ganó un balón por alto, quebró a Bigas y puso un centro al pico del segundo palo que Luciano recogió para cruzar un disparo raso que se marchó por poco.

Mientras en Butarque se sacaba una pañolada negra, con miles de bolsas de basura pidiendo respeto arbitral para el Leganés -según rezaba una pancarta de la tribuna-, su equipo tuvo la segunda clara. Diego Rico recogió un balón desde unos treinta metros, se vino arriba y sacó un latigazo que se estrelló contra el larguero y retumbó hasta en Móstoles. Los pitos al estamento arbitral pasaron a un sentido 'Es de Primera, el 'Lega' es de Primera'.

De Las Palmas poco se sabía. Intentaba tener el balón, pero le costaba. Sin el timonero de Roque, la constancia de Vicente y la magia de Jonathan Viera, la cosa se complica. Las cabalgadas de Jesé, alguna internada de Simón y el ímpetu de Erik eran las mejores armas de la UD ante las necesidades de un Leganés ardiente. Hernán, correoso y entregado como antaño, y Montoro intentaban tomarle el pulso a un partido que equilibraba su ritmo. De Iago Herrerín, se sabía que intuía que iba de rojo y poco más, pero tampoco difería mucho de la visión que tenía el Leganés de Varas, al que no rondaba desde hacía un rato.

Las Palmas, sin virtuosismo, al menos estaba compacta; algo a tener en cuenta después de llevarse once goles en los tres últimos partidos fuera de casa. Tardó 38 minutos en tirar, en un intento de Jesé tras una buena cesión de Erik que casi se sale del Estadio. Solo un minuto antes los de Asier Garitano habían tenido otra más en los pies de Gabriel, en una jugada aislada, precedida de una robo a Jesé en falta.

Desde ahí al término de la primera parte simplemente la más mísera nada. La UD, con una versión más práctica y efectiva, no había generado peligro, le habían creado un poco más, pero se iba sin ningún gol a su favor y tampoco ninguno en contra, que, en parte, ya es menos que nada. Cosas del fútbol.

El guión del partido transcurrió en los primeros pasos de la segunda parte con el mismo ritmo ramplón y denso. El partido era de cabezadita en el sofá. Al duelo le faltaba un algo, cualquier estímulo para elevar el interés del espectáculo en sí.

Quizá en uno de los partidos de todo el año donde la UD menos fiel había sido a su forma de ver el fútbol, un arrebato idealista mató al conjunto insular. Javi Varas en un balón sin complicaciones se excedió con sus condiciones para entregar, al costado izquierdo de su área un balón a Guerrero. El exdelantero del Sporting templó su sangre, miró al punto de penalti y le sirvió el gol a Luciano. Un tanto que va directo a la recopilación de goles tontos de esta temporada. Y ya van unos cuantos así. Era el minuto 55 de juego.

Ese tanto, rídiculo en su origen, acabó con Las Palmas. El gol se incrustó en la UD y se lo devoró sin piedad. Hélder intentó controlar un balonazo en largo para sembrar el caos. Porque el intento quedó en eso, un intento. El balón salió disparado hacia la portería y ni Lemos ni Varas pudieron enmendar un error catastrófico. Guerrero pilló el cuero y, para un delantero, con las cosas de comer no se juega: gol y 2-0.

Un bucle era difícil de empeorar. Sin embargo, Vicandi Garrido cayó en la trampa de Luciano. Trampa, esa es la palabra. El punta simuló tan bien un choque con Lemos en una carrera que el árbitro saltó como un radar; tanto que parecía que la pañolada negra había tenido su efecto. Luciano, tampoco falló. El tercer gol local subía al marcador. Visto para sentencia.

La UD acabó el partido sin disparar ni una vez a portería, se metió el rabo entre las piernas y volvió para Gran Canaria con otro sonrojo que apuntar a su lista de descalabros lejos de la Isla este año. Tremendo.