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La contracrónica

Las lágrimas del estratega

Setién se despide emocionado del Gran Canaria tras plantar cara durante una hora a Messi

El final del mandato de la seda. Los 579 días del dogma más poético. Setién, emocionado, se despidió ayer del Gran Canaria con una dignísima actuación ante la multinacional de los 765 millones de euros. Su último lienzo ante el Barça completa un expediente de 77 batallas, 26 victorias, 33 derrotas, 109 goles a favor y 126 en contra. Falta el último renglón, este sábado ante el Dépor en Riazor (18.00 horas).

Sellada la permanencia por partida doble [abril de 2016 y marzo de 2017], alcanza la eternidad con un legado en carne viva. Como su prosa. Jugar descarado y morir de pie. Se llevó la ovación del recinto de Siete Palmas [en especial de Ultra Naciente con el famoso cántico 'Quique, quédate'] y el reconocimiento del plantel. El homenaje.

A pesar de respirar bajo las tinieblas, con una victoria en las últimas nueve jornadas, logró equilibrar la aportación ofensiva del líder y pentacampeón de la Champions. Hubo lucha y coraje ante el Barça.

La UD completó cinco tiros a portería -once en total-. Los mismos guarismos que la legión de Luis Enrique, pero la dictadura de la precisión fue despiadada. Con un 71,4% de efectividad, el triplete de Neymar -con un valor de mercado de 100 millones de euros- (3) y Luis Suárez -90 'kilos'-. Al son de Messi -120 millones-, la UD se defendió con su credo: la pelota. Terminó con un 38,8% de posesión y el devastador recuerdo del colegiado González González. En el minuto seis, una cabalgada de Jesé fue frenada de manera irregular por el defensa Digne. Roja como un castillo. El galo completó méritos para irse a la caseta, pero solo la ceguera del juez dio barra libre a la injusticia. Pese a todos los elementos, con Montoro y Roque en la medular, se atisbó una salida evidente de la UVI. La UD dominó por momentos al coloso, con una versión sublime de Jesé Rodríguez.

Pedro Bigas -dos remates-, Momo (2) y Big Flow (2) fueron los más activos. En la relación de los pases, los más activos fueron Ángel Montoro (55, con un 87% de acierto), Pedro Bigas (44, 86%) y Hélder Lopes (40, 70% y siete centros).

La sangre del gladiador

En ese carrusel de valores intangibles, en la despedida del estratega de seda del partenón de Siete Palmas, Roque Mesa alcanzó la excelencia. Matrícula de honor. Completó 11.08 kilómetros y conquistó el maillot amarillo. Campeón en el gasto de calorías en el césped. Se dejó la vida por Quique Setién.

En su expediente ante la bestia de los 765 millones, dejó un autopase ante el delineante Busquets, un caño a Andrés Iniesta...Hizo y deshizo ante la presión azulgrana.

Eludió las trampas con su traje de Armani. Todo el frente ofensivo de Luis Enrique se puso a la tarea. Caza al modesto. Con 628 pases -por los 396 de la UD-, había que estirar la posesión. Privar a los isleños de su Santo Grial.

Prince, muy estático, se estrelló ante los zagueros del Barça.Una retaguardia de circunstancias, que se rehizo sobre la marcha ante la lesión en el calentamiento de Mascherano.En ese combate ante Marlon Santos, el Príncipe del Roque Nublo pudo extraer más petróleo.

Pero el tanto del 1-2, en una perfecta combinación entre Momo, Prince y el tenaz Pedro Bigas, escenifica la esencia del juego del estratega de seda.Tanto para la posteridad. Velocidad, toque, precisión y dinamita. Que tiemble el gigante.

En esa relación de secundarios al alza, Momo estuvo brillante. Tuve una doble ocasión y confirma que se crece ante los grandes [en febrero de 2016 ya brindó otra actuación de nota ante el Barça].

En el 67', se acabó la contienda. El aspirante al título, con un Neymar letal, firmó el 1-3 y patentó el caos. Duelo de ida y vuelta, con cabalgadas de Jesé, Prince, Roque, Hernán...Velocidad y éxtasis. Hasta el último segundo, el mecano de Setién apeló a la épica. Agonizó en el intento en el mejor homenaje a su padre espiritual.

Con la macabra colaboración de González González, el Barça recurrió a su pegada diabólica. Formaba parte del guión, pero para el recuerdo: el adiós del estratega de seda. Lo hizo sin rencor, abrazado al partenón y a sus futbolistas. Lapidado por sus superiores, besó la pelota y la mística de un credo tan simple como eficaz. Del paro a la leyenda. En Riazor, iguala a Miguel Muñoz -68 partidos en Primera de amarillo-. Se va con elegancia, pidiendo perdón por las imperfecciones del dogma. Queda el fútbol, la vitamina más hermosa.

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