Coleccionista de masacres. Quedará para la historia negra de la UD. Esclavos de la nada. El calvario del visitante sin decoro. De postre, un nuevo esperpento. El fin de la 'era Setién' llegó con una actuación calamitosa, mejorada en el segundo acto en un ataque de amor propio, en el manicomio de Riazor. La misma película: errores de bulto, concesiones infantiles, falta de precisión, exhibición de candidez mortal...Con el templo gallego en estado de sitio, con el abandono de sus fieles -los Riazor Blues desertaron en el 30' y se fueron con la música a otra parte-, la UD fue zarandeada por el Dépor (3-0) tras tres azotes de vértigo [dos de Andone y uno de Carles Gil en 39 minutos].

Queda un registro foráneo incendiario, con 15 derrotas y 49 goles recibidos. Empeñados en el despropósito, los amarillos, sin Prince, con vómitos, evidenciaron su insistencia en la imperfección. Tras trece remates -cuatro a portería-, nueve saques de esquina y 623 pases, no hubo manera de perforar la portería del belga Roef. Ni tras un millón de misiles de uranio, la maldición del chárter es una epidemia bíblica. Apostó Setién por la inclusión de Jesé Rodríguez como nueve [sentó a Prince Boateng con fiebre] y resultó un fiasco imperial. La contratación galáctica de Big Flow alcanzó ayer niveles surrealistas. Sin velocidad ni registro incisivo, pasó de puntillas ante los zagueros deportivistas. Acabó retirado en el descanso con molestias, y el estratega cántabro se vio obligado a apostar por Javi Castellano. Así como por David García, ante el tercer contratiempo de Pedro Bigas.

La UD acabó sin estilete, con Jonathan Viera como francotirador. El cuadro amarillo se despide del campeonato sin honor, con la misma decrepitud que en La Rosaleda, Cornellà, San Mamés, Butarque...

Despiste macabro

Con Prince fuera de combate, la figura del falso nueve quedó bajo la responsabilidad de Jesé. Mateo tuvo el primer tiro pero se enredó entre tanto regate y desperdició un fotograma interesante. Pérdida de Roque Mesa y los velocistas del Dépor estaban listos. Con Hernán y Momo como reclamos combinativos, el teldense y Viera estaban llamados a convertirse en protagonistas. Falta de Guilherme que trituró un regate del '21'. En la otra trinchera, John completó el primer lanzamiento -llegó con Momo en el suelo tras una falta de Çolak-. Y en el minuto cuatro tras una mala entrega de Bigas a Viera, el pistolero Andone superó a Raúl Lizoain con un tiro cruzado. Pudo hacer más el arquero isleño, que completaba su segunda aparición. Inicio de vértigo y catástrofe amarilla.

Mel lo tenía claro. Presionar como animales a una zaga en tinieblas. Aythami Artiles se mostró firme, el único titán ante el vendaval. Otra pérdida de Mateo García, al borde del área, y el temor a un ridículo imponente en el último kilómetro de la competición. Con muy poco, el Dépor gobernaba en el marcador, ante una UD inerte. Con Jesé desaparecido en combate, las arrancadas de Viera, marcado de forma salvaje por Mosquera, ilustraban el único camino hacia el paraíso. Tenía el esférico el ejército de Setién, que pisaba área enemiga con facilidad. Era el turno de Hernán. El de Zárate, en la mejor actuación del curso, obligó a Roef a la primera parada de mérito. Centro de Hélder -20'- y el desmadre en el graderío. Los Riazor Blues reclaman dignidad a sus jugadores y el resto de Riazor les castigaba con un carrusel de pitos. Balas entre hermanos, lo nunca visto. Bienvenidos al psiquiátrico.

Dos fotocopias

Centro de Hélder y despeja acrobático de Arribas. Se sentía cómodo el Dépor, concediendo el protagonismo artificial del duelo a la UD. Premiaba la necesidad del bloque gallego de brindar a su parroquia -en plena guerra civil- una alegría para salvar el curso de la infamia.

Los amarillos seguían sin precisión. Tiro de Roque Mesa y el esférico se marcha por encima del travesaño. Goteo sin petróleo de saques de esquina isleños. Faltó la mordiente de Mestalla, la única victoria foránea, allá por el lejano agosto. Y en el 29', el segundo del terror Andone. Un agujero por la autopista de Hélder Lopes fue aprovechado por el rumano, que dejó en evidencia al luso. La misma fotografía del 1-0. Un infierno.

Sin capacidad de reacción, el ejecutor deportivista se plantó solo ante Raúl y escenificó el hundimiento: 2-0. Segunda concesión, segundo regalo y la sensación de que podían ser siete. El bloque de Mel era una piraña. En el 34', Jesé tuvo maniobra para el lanzamiento pero el cuero se estrelló en la coraza de Arribas. No había manera.

En ese resurrección de orgullo, Aythami Artiles, en el corazón del área gallega, gozó de la más clara. Tras controlar con el pecho, no acertó en el toque final. El esférico fue despejado por el pletórico Roef y se marchó levemente por encima del travesaño (38').

Amarilla para Roque Mesa, en su primera falta, y se disparó la indignación del gladiador con el colegiado. Fue el aperitivo del tercero de la tarde. Cabalgada de Ola John -banda izquierda- y el centro, ante la pasividad de la zaga y Raúl Lizoain, llegó franca a Carles Gil.

Un simple cabezazo bastó para cerrar el duelo a los 40'. Cundió el desánimo y la impotencia. Solo Viera tuvo munición para la dignidad. Disparo desde la frontal y el esférico se marchó rozando el palo. En el 45', Mateo, tras bailar a tres rivales, se quedó sin fantasía. Con Momo y Jesé como referencias, la UD manejó de forma pésima los tiempos. Sin precisión, ni esa pizca de paciencia, todo el bagaje ofensivo quedó almacenado en el ADN de Viera. Sin su inspiración, el resto era un canto a la depresión.

Al son de los 'bajitos'

A los vómitos y fiebre de Prince, había que añadir las molestias del 'invisible' Jesé. Y el adiós de Bigas. Dos cambios forzados; Javi Castellano y David García entraban a escena. La UD buscaba la igualada con Viera y Mateo como piezas más adelantadas. Momo disparó su protagonismo en el segundo acto, tras una gran combinación con Viera -era su cuarto lanzamiento-.

Amarilla para Hernán -por derribar a Andone- y la enésima cabalgada del rumano fue atrapada por Raúl Lizoain con entereza. Laure y Ghilherme gobernaban la medular, en una batalla de ida y vuelta. En el 53', Momo fue la imagen de la desesperación. Se encaró con Çolak y los dos vieron la amarilla. Todas las penetraciones y destellos de genialidad morían en los guantes de Roef, que debutaba en Liga.

Y a la hora de juego, el rumano Andone perdonó el cuarto. El tiro se fue rozando el palo. Nueva falta en la frontal (63') y ocasión de oro para Viera. El balón, ajustado al palo izquierdo, fue detenido sin agobios por el inquisidor belga.

En ese clima de infortunio, Roque fue atrapado por ese bucle diabólico. Otro tiro que fue congelado por el inquisidor. Se retiró Momo (78'), ovacionado por el respetable de Riazor -por su pasado deportivista- y surgió la figura de Halilovic. Aportó descaro y dos combinaciones de caviar con Viera. En el 80', Hernán vio la segunda amarilla y la UD acabó al filo del abismo. Marlos se apiadó de los amarillos y Viera, desquiciado, buscó una acción maradoniana.

Marcados por los pecados capitales, el ejército de Setién no pudo honrar al profeta. Superados por la ansiedad, los amarillos, masacrados por las 25 faltas deportivistas, dejan de latir en este curso liguero. Un adiós sin fama ni reconocimiento. El recuerdo de la primera vuelta barroca es lo único que salva a esta generación de oro. En la espiral de la vergüenza, en Riazor tocó la última ración de fatalidad.