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La contracrónica (38ª jornada, última)

La posesión más inútil

La UD maneja el 70 por ciento del balón en la primera parte y encaja tres goles

La posesión más inútil

Hasta los más fieles a la filosofía de la posesión lo admiten: el balón hay que tenerlo y cuidarlo, sí, pero para generar ocasiones. No es por puro postureo, por adornarse o por quedar bien, es un camino más para alcanzar la victoria, el más bonito cuando se sublima. Y eso lo ha logrado la UD Las Palmas durante muchos partidos de esta temporada. Pero lleva tiempo sin conseguirlo, demasiado, y el de ayer fue un desastre más. Sobre todo durante la primera parte. En Riazor el equipo amarillo firmó al descanso un 70 por ciento de posesión de balón, pero solo un remate a portería, cero goles a favor y tres en contra. Catastrófico.

Fue un drama el equipo insular sin balón, no hay más que ver los goles recibidos, pero también con el cuero en los pies. Las jugadas eran calcadas. Con el Deportivo replegado se pasaban los visitantes el esférico de lado a lado, con una previsibilidad desesperante, sin una pizca de verticalidad, de mala intención. Incluso cuando los extremos llegaban al área rival y contaban con opciones de pase hacia adelante volvían a empezar. La verticalidad en la UD murió el día en el que Quique Setién anunció su salida a final de temporada. Le faltó hambre al equipo amarillo desde que se quedó sin opciones de soñar por Europa. Le salieron dientes de leche. Todo lo contrario de lo que tiene Florin Andone, que mostró el instinto asesino que le falta a tantos y tantos jugadores amarillos y marcó en sus dos primeras llegadas al área.

La puntería del rumano y la pasividad visitante con balón hizo que el guión de la despedida de Setién fuera el más habitual de los últimos meses. La idea no se ha perdido, los mecanismos sobreviven al descalabro pero falta alma e intensidad para ejecutarla. Es inofensiva la UD, incapaz de marcar en sus tres últimas salidas a La Coruña, Gijón y Leganés, tres de los peores conjuntos de la categoría. De hecho, el registro ofensivo con el que cierra el curso la UD es absolutamente lamentable: desde que firmó la salvación virtual con una goleada al Betis ha logrado tres tantos en siete partidos.

El cántabro probó con una nueva fórmula, la de situar a Jesé Rodríguez en la punta de ataque, tan novedosa como obligada. El canterano del Real Madrid fue la solución de urgencia por la gastroenteritis que padeció Prince Boateng el día antes del duelo, la ausencia de Livaja por sanción y la imposibilidad de tirar de Erik Expósito ya que el filial se juega este domingo el ascenso ante el Peña Sport.

Apostó Setién por Mateo y Momo en los extremos en lugar de Alen Halilovic. Los dos estuvieron tímidos a la hora de encarar a sus rivales y por dentro el equipo insular no encontraba espacios. Jonathan Viera no estaba inspirado y solo el coraje de Roque y Hernán inquietaron al Deportivo.

Otro coladero atrás

Así, el triste balance al descanso fue el de un solo remate a portería, obra de Hernán y que fue a las manos de Roeff. El belga, que debutaba en Liga con el Deportivo, solo volvió a intervenir hasta el descanso ya con el 3-0 para frenar una internada de Mateo García. La UD le puso las cosas muy fáciles a los defensas rivales e hizo lo propio con los delanteros. A Andone le bastó primero una mala combinación entre Bigas y Viera en la salida de balón y después una cabalgada en la cara de Hélder Lopes. El tercero llegó también tras pérdida de balón de la UD. Fue esta vez Jesé y el conjunto de Pepe Mel inició un rápido contragolpe que acabó en centro de Ola John, mala decisión de Raúl cuando Bigas estaba dispuesto a despejar y remate a placer de Carles Gil.

Con esos tres tantos la UD lograba el terrible récord de ser el único equipo de Primera que ha encajado gol en todos sus partidos a domicilio. Y en las últimas diez jornadas, las que han transcurrido desde que Quique Setién anunciara que no iba a continuar, la cifra se eleva hasta los 29. Pero no es el único lastre de cara al próximo curso. En ataque le falta colmillo a la UD, que jugó toda la segunda parte con Jonathan Viera de 'falso 9' por la lesión que sacó a Jesé en el descanso. No asusta a nadie el equipo insular. La pachanga de ayer en Riazor fue solo una muestra más.

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