La calma más letal. Manolo Márquez, el éxito del hombre tranquilo. Paciente y de discurso coherente, es el gran abanderado de la gloria de Las Palmas Atlético. Entrenador y padre espiritual de la generación de los fantásticos, desprende un discurso sincero. Escapa de los focos y tintes galácticos. 31 victorias, 94 goles, dos derrotas...Las cifras invitan al vértigo para el nuevo rey del Anexo de plátano.

Enciclopedia de futbolistas y entrenadores del fútbol modesto [domina la Segunda B y Tercera de forma magistral], Márquez convence con un tono suave y directo. Hablan los hechos. Y el juego de una máquina de aniquilar rivales. En solo siete meses, ha inculcado una fórmula táctica indescifrable. Toque, envíos en largo, serenidad, rigor físico, magia...Lo tiene todo. Pero sobre todo, admira el talento.

Z Vínculo y propuesta

En la previa a una fecha con la historia, antes de abrir la puerta del cielo de Segunda B, se mostraba eufórico. Sabía que estaban en el buen camino. "Tengo un año más y quiero seguir. Estoy 'superfeliz'; muy bien aquí. A nivel personal y profesional, estoy como en casa. A veces añoro a mi familia; pero estoy muy contento". Le avala un trabajo impecable, que eleva a los altares a rostros como Borja Herrera, Benito Ramírez, Carlos González, Erik Expósito, Álex Guanche, Álvaro Arencibia...Una legión de pundonor y destellos técnicos.

En su discurso, más allá de su felicidad, la realidad del trabajo formativo. Por encima de resultados, el talento de los poetas. "El triunfo de la cantera no son los ascensos; sino los jugadores que logren alcanzar el primer equipo. Si llegan dos, se acepta; pero si fuesen siete, mejor". Estuvo en las quinielas para llevar la nave del primer equipo, pero se autodescartó: "No seré el entrenador (...) Llegué a verlo publicado en los medios de comunicación", admitió asombrado.

Acompañado por Juan Carlos Valerón -asesor y confidente-, Márquez fabricó un equipo invencible. Todos aportaban su granito de arena. Sin estrellas, una constelación de obreros. Con el venezolano Ronaldo Peña en el Mundial Sub 20 -se ha perdido casi toda la temporada-, se aferró a su lógica natural. Nadie es insustituible.

Desde la calma, alzó la mirada. Enrique Castaño, Raúl Alemán, Fabio González, Yeremi Valerón, Nico...Fue probando y alcanzó la etiqueta de arquitecto de los récords. Arrasó en el Grupo Canario y catapultó a Erik Expósito al jardín de Setién. Llegó la hora de la verdad, y la victoria (2-1) ante el Peña Sport en la ida supo a derrota.

Eludió trabajar en césped natural, se refugió en su Anexo para conquistar Tafalla. Las dudas y críticas se quedaron en el infierno. Reservado, esclavo del silencio, habla con su fútbol vertical e inesperado.

"Nos ha enseñado a ser personas, y luego jugadores. Le debemos algo más que un ascenso", repite un vestuario agradecido. Padre de una generación de magia y fantasía, que ha conquistado el corazón de Ramírez. La UD besa el modelo de la cantera, como único credo, gracias al hombre tranquilo. El éxito del silencio. Catalán y grancanario. El fútbol no tiene fronteras.